Despertar y no saber qué día es, ni que hora, comenzar a descubrir las sensaciones que brinda tu cuerpo y recibir la señal que está totalmente relajado, descontracturado, como después de un estiramiento intenso, esa sensación de placer que da un buen descanso pese a un leve ardor en la zona baja o notar que tus senos estaban impregnados de una sustancia que se había secado y dejado tu piel entre áspera y pegajosa, en esa circunstancia estaba ese domingo (sí, me acordé, era domingo), quizás enero, eso no recordaba bien. Lo que estaba segura era que era mi cama, mi habitación y el que dormía a mi lado era…espera… la que estaba dormida a mi lado era mi compañera de trabajo, Tatiana. Luego de ese lapso recordé lo vivido el día anterior, todo había comenzado un sábado de horas extras en la ofic