Gabriel y Jean estaban en las pesas, cuando llego Marbella a la hora habitual. Llevaba puestas unas mallas negras, muy apretadas y mucho más ligeras de lo normal. Una camisa suelta y que no marcaba tanto como de costumbre, e iba radiante. —Hola jóvenes ¿Lleváis mucho entrenando? —Hola Marbella, gracias por felicitar, eh… — ¡Ups! ¡Perdón Gabriel! Felicidades, ya eres mayor de edad jojojojo — ¿Con todos los derechos que eso implica? — Pero por dentro sigues siendo un crio, madura — Bromeó Marbella mientras se reía sola. — ¿Y dónde está mi regalo? — No tengo dinero para regalos, Jo. Me vas a hacer sentir mal y todo. — Con que seas enrollada me basta. — Yo siempre soy enrollada. Jean intervino en la conversación: — Pues guapa, podrías serlo más, encima de que te estamos ayudando a p