Me partía por dentro, me había abierto, y esa mezcla insoportable de dolor de mi v****a violada más allá de lo posible me superaban al punto que me desvanecí sin perder mi consciencia, era insensible a las manos que recorrían mi espalda, mi cuello, a los dedos que lentos hurgaban mi ano y que en un instante comencé a percibir, las manos enredando mi cabello me reavivaron lentamente estaba recostada sobre él y sentía mi clítoris hinchadísimo e hipersensible producto del roce, era como asumir algo que estuvo presente pero de lo que no me había percatado, y cuando lo percibí me sentí ahíta de sexo. En algún momento me habían sacado la mordaza, “Ya no va a gritar, ahora va a jadear como perra”. “Hazla aullar” dijo otro. Palpitaba entera sobre ese cuerpo y sus manos toscas comenzaron a recorrer