EN BUSCA DE MAZDA

1679 Words
Inanna Punto de Vista Hace una semana que no sé nada de Mazda, la conexión se ha roto, no lo siento y no puedo esperar más. Así que le dije a los cachorros, que me acompañaran. Llevamos todas las armas y yo los dirigí hacia los túneles del castillo. Nos dirigimos a los calabozos y no vimos a Mazda en ninguna de las celdas. De repente, uno de los guardias, me golpea en la cabeza. De inmediato, uno de los cachorros más grandes, ataca al cuello del guardia, dejándolo sin vida. Yo les digo, que se escondan, que se organicen bien, pues presiento que vienen más guardias por mi. Ellos creerán que yo maté al guardia. Por favor, escóndanse lo mejor que puedan, les dije con lágrimas en los ojos.Ellos me abrazaron y se quedaron agazapados por el érea, buscando a Mazda. De repente, varios de los vigilantes, acuden al lugar y comienzan a golpearme, el lobo más grande, salió en mi defensa y fue apresado también. Sentí que me desvanecía y estaba perdiendo sangre. Cuando abrí mis ojos, apenas una pequeña rendija que me dejaba por la inflamación, percibí que me habían arrojado a una de las celdas. Húmeda y asfixiante, pequeña, donde apenas algo de heno me separaba del frío suelo de piedra. Estaba perdida, no sabía qué iba a ser de mi vida. Pero pronto, las respuestas a mis preguntas llegaron más temprano que tarde. —¿Estás consciente? —la voz que menos quería escuchar en esos momentos se oía afuera, detrás de los barrotes, Asmodeo el Alfa de la manada. Levanté mi rostro y lo miré con odio y rencor. —Si hubieras tenido esa actitud antes, no serías una presa tan fácil. ¿Quién se iba a imaginar que la Luna violenta acabó aquí? —sonreía con sarcasmo. —Ese era el espíritu que deberías haber tenido en mi cama y no el de frígida agonizante que me mostraste. —Eres un cerdo —escupí, apretando los dientes. —A mí me hablas bien, estúpida. Solo porque te di un poco de favoritismo, no te confundas. ¡Yo soy tu Alfa! —utilizó todo su poder para someterme, mientras mi loba gruñía de dolor, bajando la cabeza en mi interior. Lo odiaba. Odiaba tanto ser débil ahora.. —Venía a ofrecerte un acuerdo, algo para que te pudieras quedar, pero si esa va a ser la actitud, entonces cederé a la demanda de todos. —¿Qué van a hacer conmigo? —mi voz salió más temblorosa de lo que pretendía, porque me imaginaba lo peor, me saldría castigo. —¿Ahora quieres saber? Para que veas que no soy tan terrible, te lo diré. Alguien tiene que irse a la selección, ¿no? —me dijo, disfrutando del momento y del terror en mis ojos. —No me pedías tanto estar en el puesto de Medusa. ¿No te pareció muy asqueroso acostarte conmigo? Pues vamos a ver qué te parece cuando seas la mascota de medio regimiento de guardias del Rey Alfa. —Preferirías mil veces haberte quedado callada y ser mi amante. Aunque Medusa resultó ser mi Luna, no me importaba mantenerte en secreto, pero ahora, después de todo el espectáculo que diste y huyendo con El Diablo, mereces ésto y más. —Total, él ya tiene otra compañera aquí, aceptó el acuerdo conmigo y no va a ayudarte. Se fue dejándome mirando al vacío, sin derramar ni una lágrima, porque ya no me quedaban fuerzas. Mazda, me había traicionado. Mi compañero y hombre honesto, no podfía creerlo. Una vida de esclavitud bajo Asmodeo el Alfa era peor que morir. No sé cuánto tiempo pasó, pero volví a escuchar otro ruido que me despertó. Entonces me di cuenta de que me había quedado en la misma posición por horas, como la loca en la que cada vez más me convertía. —¿Mazda? —miré hacia arriba, con la vista empañada, y lo vi observándome a través de los barrotes. Algo de esperanza latió en mi pecho. —¡Abran y sáquenla! —dijo de mirarme, ni siquiera me respondió, y les ordenó a dos guardias que entraran. Me agarraron por los brazos y me arrastraron hasta la salida, porque mis piernas estaban dormidas y no me respondían. Levanté la cabeza y miré esa espalda fuerte, la que siempre me había protegido y me daba fuerza y confianza. Mi mate, mi compañero destinado, que ahora me llevaba a mi perdición, solo para no verse involucrado conmigo. No sé por qué fui tan tonta de pensar por un segundo que venía a rescatarme, a decirme que escaparíamos juntos. —Estamos aquí para hacer el juicio de Luna Inanna, acusada de agredir a un guardia hasta matarlo y difamar en contra de nuestro Alfa. Me habían metido dentro de una jaula, como si fuese un animal, mientras toda la manada se reunía en la plaza central, y el grupo de ancianos, guerreros importantes, el Beta, más el Alfa, presidían este infame juicio. —Creo que no hay mucho que decir en este caso, ya que todos vieron lo sucedido con sus propios ojos. Nuestra propuesta es que la acusada sea enviada dentro de una hora, cuando vengan a por el tributo —propuso así, sin mucho preámbulo, el Beta de la manada Sé que ese señor nunca me quiso cerca. Ni siquiera sé si sabe que Mazda y yo somos parejas destinadas, pero se nota lo desesperado que está por deshacerse de mí. Los miembros de la manada comenzaron a gritar alterados que me enviaran, que no hacía falta juicio para eso. —Tranquilos, tranquilos, no somos unos animales incivilizados. Todos se merecen un juicio —la voz magnánima del Alfa resonó, y yo solo sonreí con ironía. Él, precisamente, hablando de justicia, cuando escogía a las chicas para la selección solo bajo su criterio y a quien le daba la gana. Era una manera de decirle a todos: —te metes conmigo, me desagradas, y quizás tú o algún m*****o de tu familia serán los próximos seleccionados—. No me perdonaba el rechazo que le hice . ¿Para qué perder el tiempo en todo ese circo si ya todos sabíamos los resultados? La oveja negra sería la sacrificada, y no importaban los cargos. Si hubiera bajado la cabeza como siempre, solo tenía dos opciones: o me convertía en la amante del Alfa y esclava de Medusa, o igual me iban a ofrecer como ofrenda de sacrificio, porque era mejor la extranjera que una de las chicas de la manada. —Bien, votemos —ordenó el Alfa, y comenzó la ridícula votación entre los miembros del consejo. No me importaban las demás votaciones, pero levanté mi cabeza para ver una en particular: la de mi mate Mazda, que ahora formaba parte de la manada según acuerdo con el Alfa Asmodeo Casualmente, había sido uno de los últimos guerreros en votar. Sabía muy bien la decisión de los demás, pero aún, a esta altura, tenía la absurda e infantil esperanza de que él votara en contra de que me enviaran. Nos quedamos mirando a través del espacio, y fue como si todos los buenos momentos que pasamos juntos se vertieran en mis ojos como una vieja película. —¿Mazda? —la voz del Alfa Asmodeo, le habló con severidad, sacándolo de su momento de vacilación—. Todos esperamos por ti. —Acepto que sea el sacrificio —dijo apartando la vista de mi cara, y mis manos se apretaron en los barrotes, cerrando mis ojos con total desilusión y dolor. Pensé que el hecho de que no hubiera roto el vínculo significaba que, quizás, algo tan increíble como que me ayudara a escapar en secreto y nos fugáramos podría suceder. No termino de madurar, a pesar de los golpes de la vida, sigo siendo una mujer tonta y patética. —¡Esperen! —gritó una voz que conocía muy bien. Era Medusa —¿Qué castigo adicional propones entonces? —el Alfa le preguntó. —Quiero que le den latigazos, así como a los traidores de la manada. El látigo de los traidores, ese que ni los guerreros más fuertes aguantan. Esta mujer, a la que le hice caso en todo, fue mi mejor amiga, a la que le dí cariño y solidaridad. Comencé a reírme en mi jaula, casi como una demente, llorando y riendo. Todos fijaron los ojos en mí, con toda clase de miradas, pero sobre todo, desprecio y odio. —De paso, también explícale al Alfa por qué su tributo llegará muerto a sus manos —volteé, como si no estuvieran hablando de mí misma, pero eso los hizo pensar. —Es cierto, Alfa, ni siquiera un hombre aguanta ese castigo, es obvio que morirá antes de llegar. —el Alfa habló, y todos se pusieron a planificar si convenía o no despellejarme viva. —Lo siento, pero no puedo acceder a tu petición. Se enviará cuando la vengan a buscar, y punto —y por mucho que protestó, al menos me pude librar de esa tortura. Entonces camino hasta mi jaula, y antes de que reaccionara siquiera, sentí algo mojado en mi rostro alguien me había escupido en la cara. —Solo espero que vivas una vida peor que un infierno y que desees morir en cada segundo de tu patética existencia —susurró entre dientes, Medusa Todo el amor y el cariño que podría sentir por esa amiga murió después de tanto daño Antes de irse, me dio la mirada más cruel y con el mayor resentimiento que había recibido jamás. Los guardias del Rey Alfa no tardaron en llegar para llevarme en la misma jaula. Miré, mientras me alejaba a toda prisa, lo que había sido durante todos estos años el sitio que llamé hogar, pero solo había sido una prisión. En una colina, en la salida de las tierras de la manada, vi a un hombre solitario. Su figura entre las sombras y la luz solo miraba mientras me llevaban. >
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD