Mazda Punto de Vista
“Estoy atrapado. Mi cuerpo está cansado y adolorido, las cadenas se sienten más pesadas con cada segundo que pasa. La lucha fue inútil. No hay espacio para la fuerza bruta aquí, no serviría de nada. En estos momentos, todo lo que puedo hacer es mantener la calma, observar cada detalle a mi alrededor, y esperar el momento oportuno para actuar”
“Debo ser inteligente. No puedo comunicarme con Inanna. Si lo hiciera, sé que ella querría venir a buscarme. Esa mujer es fuerte y terca, pero no puedo permitir que se ponga en peligro. Este lugar está lleno de lobos leales a Asmodeo, y aunque Inanna tiene más valor que muchos guerreros, su vida no es algo que pueda arriesgar.”
“Mis pensamientos están nublados, pero escuché al guardia hablar. Mencionó que Asmodeo pronto vendría con una propuesta para mí. No sé exactamente qué tipo de juego está planeando, pero tengo que estar alerta. Sea lo que sea, debo fingir, hacerle creer que estoy de su lado… hasta que pueda asestarle el golpe final, además de encontrar a mi hermana”
La puerta de la celda se abrió con un chirrido metálico, y ahí estaba él, Asmodeo, con su mirada arrogante y esa sonrisa de suficiencia que siempre lo había caracterizado. Mazda levantó la cabeza lentamente, sus ojos fríos pero atentos. Asmodeo se acercó con paso seguro, como si todo estuviera bajo su control.
Asmodeo >: —Mazda… Qué triste verte en este estado. Me recuerda a los días en que era más joven, cuando todo parecía estar fuera de mi control. ¿Sabes? Te comprendo.—
Mazda lo observaba en silencio, sabiendo que cualquier palabra que dijera en ese momento debía ser cuidadosamente medida. Asmodeo continuó, inclinándose un poco hacia él, como si quisiera compartir un oscuro secreto.
—Mazda, dime, ¿sabes quién es la mujer que te llevaste del manicomio? ¿Sabes que ella era mi luna? —continúa Asmodeo al ver que Mazda no quiere responder—. ¿La amas, verdad?
Asmodeo >: —Inanna… oh, Inanna. Me pregunto si te has dado cuenta de lo volubles que pueden ser las mujeres. En tu ausencia, ¿sabes lo que he visto? He oído rumores, Mazda… Rumores de que Inanna ha estado coqueteando con un lobo blanco, uno que tal vez sea su verdadero mate. ¿No es curioso? Tal vez, sólo tal vez, Inanna nunca fue verdaderamente tuya.—
El golpe fue directo al corazón de Mazda. Una mezcla de ira y duda pasó brevemente por su mente. ¿Inanna? ¿Coqueteando con otro lobo? No… Conocía a Inanna, su vínculo era fuerte, más allá de cualquier superficialidad. Pero Asmodeo estaba intentando envenenarlo, eso lo tenía claro. No debía dejarse llevar por sus provocaciones.
Mazda >: —¿Qué quieres, Asmodeo? Corta la charla.—
Asmodeo sonrió, complacido por haber captado su atención.
Asmodeo >: —Ah, veo que prefieres ir al grano. Bien, entonces. Tengo una propuesta para ti, Mazda. Quiero que te unas a mi manada. Estoy planeando algo grande… Algo que hará que Inanna pague por todo lo que ha hecho. Y tú… tú podrías ser mi aliado. Después de todo, ambos hemos sido traicionados por ella, ¿no?—
Asmodeo hablaba con un tono de complicidad, como si compartieran el mismo dolor. Mazda sintió una repulsión creciente en su pecho. Sabía que este hombre sólo buscaba manipularlo, usar su ira contra Inanna para sus propios fines. Pero Mazda debía ser astuto. Ahora no era el momento de mostrar su verdadera intención.
Mazda >: —¿Y qué te hace pensar que me uniría a ti?—
Asmodeo >: —Porque no tienes otra opción. Mira dónde estás. Estás en mis dominios, encadenado y a mi merced. Pero soy un hombre justo, Mazda. Te ofrezco una salida. Juntos, podemos hacer que Inanna pague por lo que ha hecho, por su traición.—
Mazda sintió un nudo en el estómago al oír esas palabras. No quería ni imaginar lo que Asmodeo le haría a Inanna si aceptaba su oferta. Pero en ese momento, sabía que debía jugar su parte, fingir que estaba dispuesto a seguirle el juego hasta que pudiera encontrar una forma de escapar.
Mazda >: —Está bien, Asmodeo. Lo haré. Me uniré a ti.—
Asmodeo sonrió con triunfo, satisfecho de haber conseguido lo que quería. Pero en el fondo de Mazda, las emociones eran un torbellino. Sabía que no podía confiar en Asmodeo, y cada segundo que pasaba, su preocupación por Inanna aumentaba. ¿Estaría ella bien? ¿Sabría que él estaba haciendo todo esto para protegerla?
Después, fui llevado a una habitación, como m*****o de la manada, Pude darme una ducha y comer decentemente. No podía decirle nada a Inanna, la pondría en peligro, pero si no la contacto, ella es capaz de venir con los cachorros a buscarme…