Narra Hades
Bollos de canela, comprados en una maldita charcutería vegana, nada menos. Café fuerte con leche vegetal, en el mismo lugar, y frente a mí estaba el celular, la laptop y la tarjeta de crédito de Adela que había adquirido a mi nombre.
Todo lo que esperaba era que Adela apareciera. Ya le había dicho a Leonardo que no era necesario hoy. Terrance estaba de guardia, donde tenía que estar. Siempre habría guardias cerca esperando para proteger.
Me senté a disfrutar de mi café y, por supuesto, no tuve que esperar mucho antes de que Adela saliera de nuestra habitación, todavía vestida con pantalones cortos y una camiseta sin mangas. Su largo cabello castaño era un desastre. Parecía que la habían follado largo y duro durante la noche. Todo lo que hice fue besarla y enviarla a la cama.
