Ichiro aceptó y retomó los negocios bajo su nombre. Al ser tan bueno en lo que hacía, el proveedor le presentó a otros mafiosos que estaban interesados en distribuir sus mercancías, como otros tipos de drogas y armas. El japonés aceptó ser intermediario de estos también y así fue aprendiendo cada día más sobre ese peligroso negocio. Habían pasado dos años y ya tenía tanto dinero como para comprar una mansión en Lima y asegurar su vida junto a la de Kaoru, y la de los hijos que aún no tenían, pero ya habían planificado, hasta el día de sus muertes, cuando recibió una llamada de su madre: su padre había sufrido un ACV –accidente cerebrovascular isquémico- y había quedado incapacitado para hacerse cargo de los negocios de la Familia Furukawa. Regresar a j***n para hacerse cargo de los negoci