Parte 1: Capítulo 6.2

2077 Words
-A Los Caruso no le debes nada, así que mejor inclínate por el grupo liderado por Maldini. Sabemos que recién ha empezado sus gestiones, pero preferimos a él antes que a Giovanni Caruso –indicó Dmitry Smirnov, el Punto Cardinal del Oeste. -Pero Los Caruso han sido socios de Los Belyayev por generaciones, y creo que por esa relación deberían ser los beneficiados con la entrega de los negocios de mi familia –Mikhail insistía con el tema al no entender la razón para que esos cuatro poderosos hombres no quisieran dar su brazo a torcer sobre ese tema. -No, Mikhail, es mejor que favorezcas al que está creciendo. Tómalo como que le estás dando una oportunidad de ser alguien en la mafia en poco tiempo –señaló Yuri Baranov, el Punto Cardinal del Norte. -La verdad que no los entiendo. Durante todos estos años que estamos ejecutando el plan de entrega de los negocios clandestinos de mi padre no han objetado ninguna de sus decisiones, las cuales he apoyado al analizar el reciente comportamiento de cada grupo, cártel o clan mafioso, pero ahora se niegan a respaldar el deseo de mi padre y mi elección. ¿Acaso hay algo que no sé y no quieren compartir conmigo? –la férrea actitud renuente de los cuatro hombres a quienes consideraba su familia le hacía pensar que había algo más allá que simplemente darle la oportunidad a un joven Luca Maldini para hacerse grande en la mafia italiana e internacional. -Creo que será mejor que le digamos la verdad, así tendrá bien claro por qué ese malnacido de Giovanni Caruso no debe obtener absolutamente nada del esfuerzo de nuestro recordado Boris –recomendó Alek Belov, el Punto Cardinal del Sur y miró a Nikolay Veselov, el Punto Cardinal del Este, ya que por la cercanía con Mikhail los otros tres consideraban que era el indicado para introducir el tema Caruso en la conversación. -Mikhail, Los Caruso han sido durante años, por varias generaciones, amigos y socios de Los Belyayev, pero nunca han sido sinceros con respecto a sus intenciones –así empezó Nikolay a explicarle al joven líder Belyayev la situación por la que Los Cuatro Puntos Cardinales estaban en contra de que Giovanni Caruso se vea beneficiado con la entrega de los negocios clandestinos de Italia. -¿Qué saben ustedes, tío Nikolay? Por favor, díganmelo para no vivir en la ignorancia y tratar como amigo a quien no se lo merece –Mikhail empezaba a sospechar por donde iba el tema, por lo que un aura de ira comenzaba a expandirse en él. -Giovanni Caruso apoyó la gestión de las facciones que hace once años mataron a tus padres –Mikhail necesitó cerrar los ojos y apretar los puños para no terminar llorando y gritando como un desquiciado insultos y amenazas dirigidas al líder de la mafia italiana. -¿Por qué? ¿Por qué ese maldito hombre traicionó de esa manera tan cobarde a mi padre? –quería saber la verdad por completo. -Porque querían quitarle a Los Belyayev los negocios que manejan en Italia –respondió Nikolay-. Que tu familia haya sido socia de los grupos que sembraban la coca y el opio y producían las drogas en Sudamérica hizo que estos no quisieran negociar con nadie más, así que, para tener cocaína y heroína en Italia, la única forma era a través de Los Belyayev. Caruso pensaba que, al acabar con tu padre, él podría tomar posesión de los negocios en Italia, pero se olvidó de nosotros, que somos leales a tu familia. -¿Por qué no me revelaron esto hace años? –preguntó Mikhail apretando la mandíbula para no llorar de impotencia. -Porque no queríamos que motivado por la venganza aceptes el legado que te dejó Boris, tu padre –Mikhail no pudo sostener más las lágrimas y las dejó soltar delante de esos cuatro hombres cuyos nombres eran más que sinónimo de poder y autoridad: eran su familia. Nikolay caminó hacia él y lo abrazó como lo hacía cuando era un niño al que calmó muchas veces porque los recuerdos del atentado donde murieron sus padres se convirtieron en pesadillas bajo la complicidad de la noche-. Criarte me hizo entender que no eres como nosotros ni como tu padre, que este mundo no te daría la vida que te mereces, y por el recuerdo de tus padres es que decidimos callar. -Pero ustedes no querían que dejara el negocio. ¿Callarse esto no iba en contra de lo que pensaban? –preguntó Mikhail mirando a los otros tres líderes mafiosos por sobre el hombro de Nikolay. -No queríamos que dejes tu lugar en la mafia, pero si te quedabas debía ser por una elección hecha libremente. Esta verdad te ataría al deseo de venganza y así no tomarías una decisión en libertad, por eso callamos; pero ahora que te muestras tan resuelto de entregar los negocios de tu familia en Italia a la basura de Caruso, no podemos permitirlo, no podíamos seguir ocultándote la verdad –respondió Alek Belov. La mirada de Mikhail recorrió el rostro de los otros dos Puntos Cardinales y encontró la misma sinceridad con la que Nikolay y Alek acababan de hablarle. -Gracias –soltó Mikhail separándose de Nikolay y dirigiéndose a los cuatro-. Que me hayan puesto por encima de sus deseos significa que me aprecian y respetan, no por ser hijo de Boris Belyayev, sino por ser quien soy, Mikhail Belyayev, y eso siempre lo voy a recordar. Pero lo que hizo Giovanni Caruso no puede quedar impune, así que antes de dejarlo todo, lo destruiré a él y a su imperio. Para no levantar sospechas de lo que haremos, debemos comportarnos como lo haría un Caruso: de manera traicionera. Apoyaremos a Luca Maldini en secreto, ya que necesitamos que el clan de este hombre se fortalezca porque será el que dé el primer golpe contra Caruso. Maldini es el adecuado para ayudarnos en nuestra venganza, ya que antes fue sicario del traidor, así que debe conocer bien a esa organización -animados por la idea de acabar con quien fuera el artífice de la muerte del hermano mayor Boris Belyayev y de la dulce madre Marie Belyayeva, Los Cuatro Puntos Cardinales y Mikhail pactaron en esa reunión que no se permitirían morir sin antes haber destruido el Imperio Caruso. Con la excusa de que empezaría entregando los negocios que Los Belyayev tenían en los países cercanos a Rusia, Mikhail pudo dilatar el verse obligado a pactar un encuentro con Giovanni Caruso para hablar del tema de la entrega de los negocios en Italia, ya que su calidad de socio de Los Belyayev hacía que este deba ser considerado en primer lugar como futuro beneficiado. Mikhail ya tenía veintiséis años cuando sin proponérselo se topó con la mente criminal que planeó el asesinato de sus padres en una reunión social en Berlín, organizada por una casa automotriz con la que estaba evaluando una gran compra de vehículos blindados para asegurar el traslado de los productos de la cadena de joyerías. Habían pasado tres años desde que se enterara de la verdad, así que pudo simular muy bien ante aquel traidor que le saludó con una amplia sonrisa, quien le mentía al demostrarle una alegría falsa al verlo. -Querido Mikhail, qué gusto me da poder verte y saludarte. La última vez que nos vimos fue cuando cumpliste dieciocho años y Los Cuatro Puntos Cardinales te entregaron el liderazgo del Imperio Belyayev, proclamándote el “Zar de la mafia rusa” –Caruso acompañaba sus palabras con movimientos exagerados de sus manos. Mikhail lo miraba muy serio, pero cuando se percató que el italiano se sorprendió de que no fuera más amable con él, ya que eran socios, Mikhail cambio de actitud. -El gusto es mío, estimado Señor Caruso. Disculpará que no haya podido reunirme con usted anteriormente, pero he estado ocupado gestionando la entrega de los negocios de mi familia a nuestros amigos en América, Oceanía y Europa del Este, así como se me han ido muchas horas estudiando para poder hacerme cargo por completo de la otra línea de negocios que se me ha heredado por la familia de mi madre –por un momento Mikhail tuvo que morderse la lengua, ya que mencionar a su madre teniendo enfrente de él al gestor de su muerte hizo que apareciera en él las ganas de moler a Caruso a golpes. -Entiendo, has estado ocupado preparándote para manejar el negocio minero y la cadena de joyerías de Los Ivanov –a Mikhail se le antojó hipócrita la sonrisa que Caruso le ofrecía, ya que sabía muy bien que le molestaba que, aunque estuviera dejando los negocios ilícitos de Los Belyayev, aún siguiera siendo un hombre poderoso y multimillonario. -Así es. Pero no se preocupe, estimado Señor Caruso, ni bien empiece con la entrega de los negocios que mi familia tiene en Europa Occidental, no dude que me comunicaré con usted para hablar el tema de Italia. -Espero que esa conversación sea pronto, el crecimiento del grupo de Maldini me está causando muchos problemas y estoy seguro que al sumarle a mi negocio los de tu familia me harán invencible, pudiendo deshacerme de esa rata traidora –Mikhail sonrió como si celebrara las palabras bromistas del italiano, cuando en verdad le daba gracias que esa gran rata traidora calificaba a otro con su misma condición. -Esperemos que así sea, todo va a depender de qué tan rápido pueda cerrar los tratos en Moldavia, Hungría y Rumania, los últimos tres países europeos del bloque del este –Mikhail no soportaba más estar cerca de Caruso evitando caer a golpes encima de este, por lo que se disponía a despedirse alegando que se marchaba de la reunión, pero una voz femenina le distrajo. -Padre, ¿acaso no me vas a presentar a este atractivo señor? –la voz de esa mujer se le antojó empalagosa y con un toque de pecado que le disgustó, aunque proviniera de una mujer hermosa, ya que así era Oriana Caruso, la hija menor del traidor. -Señor Belyayev, le presento a mi hija Oriana –la joven extendió la mano en tal posición que reclamaba de Mikhail un beso en el dorso de esta, algo que el ruso no quería hacer, ya que siempre pensó que solo besaría así la mano de la mujer a la que elegiría para ser su esposa, pero la situación lo obligó a acceder a los caprichos de esa joven mujer que se notaba que gustaba de los amoríos de una noche. -Mucho gusto, Señorita Oriana, soy Mikhail Belyayev –saludó e hizo su mejor esfuerzo para no demostrar que el beso que dejaba en el dorso de la mano de la italiana lo hacía con asco. -Señor Belyayev, es más apuesto y exótico de lo que me imaginaba. Los comentarios sobre usted no le hacen justicia –la descarada joven se acercó tanto a Mikhail que colocó la pierna que se dejaba ver por el corte de la falda de su vestido entre las del ruso y rozó sin pudor la entrepierna de este. -Gracias por sus palabras, Señorita Caruso, pero desconozco lo que se dice de mí. Esos comentarios me tienen sin cuidado porque o bien son exagerados o no detallan con certeza quién soy –dijo mientras retrocedía un par de pasos para recuperar el espacio personal que la italiana invadió. Caruso miraba la escena maquinando que quizás podría utilizar a su hija para animar al líder Belyayev a agilizar la entrega de los negocios en Italia, por lo que se propuso averiguar en qué hotel se estaba hospedando Mikhail para que su hija menor le dé una sorpresiva visita al ruso-. Me disculpan, pero debo retirarme. Fue un gusto verlo Señor Caruso, así como conocerla, señorita –y sin más se dio media vuelta y se alejó raudo de ahí. -No sé qué planes tendrás para Belyayev, padre, pero te digo que lo quiero para mí. Ese ruso no solo es hermoso, sino que también es atrayente y enigmático –mencionó Oriana imaginándose el cuerpo desnudo de Mikhail sobre el de ella. -Mientras que lo que hagas con él me ayude a obtener lo que quiero, no me inmiscuiré en tus asuntos, querida hija –y con esas palabras Oriana obtuvo el consentimiento de su padre a que en ella creciera una obsesión enfermiza por Mikhail.
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