Con sus fuerzas renovadas por esa inyección de armas, dinero y hombres, Giovanni Caruso dio el siguiente paso en ese juego de ajedrez que sostenía con Mikhail Belyayev nueve meses después de haber recibido la amenaza del ruso a través de su hija. El italiano decidió responder al ruso queriendo tomar posesión de los almacenes que Los Belyayev tenían en las costas de Sicilia, en donde encallaban los botes que trasladaban la droga que era transportada en grandes buques desde Sudamérica, los cuales se quedaban anclados en alta mar en espera que los botes regresaran para continuar con su recorrido de abastecimiento de cocaína y heroína por Europa.
Como Mikhail tenía la idea de entregarle el negocio ilícito de su familia a Luca Maldini, la gente de este mafioso era la que protegía esos recintos
