Al llegar a la fiesta la casa estaba demasiado llena, habían personas incluso afuera, platicando y bebiendo de un vaso rojo. Darren me llevó dentro de la casa, no me pasó por desapercibida su mano en mi cintura, no me gustaba que hiciera eso. Me sentía incomoda. La música resonaba demasiado alta. Las personas empujaban y todo.
—¡Darren! —exclamó alguien a nuestras espaldas. Los dos volteamos a ver. Allí venía una chica delgada y morena. Se acercó a Darren demasiado sonriente.
—Brenda, ¿cuando llegaste? —le preguntó mi acompañante, demasiado sorprendido.
—Hoy en la tarde, me enteré de que había una fiesta hoy y decidimos venir —respondió ella.
—¿Decidimos? —inquirió Darren.
—Si, Kendra igual vino —contestó ella.
Noté que Darren se tensó así que le di una mirada rápida, hasta que
