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POV: Tyler Blake. El olor a pintura invadió mis sentidos apenas cruzamos el umbral de la puerta del museo, me resultó extraño, no solo mi olfato podía percibirlo, mi vista se embriagaba, en mis oídos alguien tarareaba una dulce canción «anoche soñé con una dulce voz que cantaba solo para mí» sonreí ante el ingenuo pensamiento, incluso podía probar esas dulces notas, este amargo olor, eran una amalgama extraña pero perfecta, una amalgama suave y tosca, ya estaba enloqueciendo, hasta sentía que podía tocarlas. —Esto es una perdida de tiempo — comentaba Esteban con un sonrisa burlona. Éramos cinco hombres visitando un museo por motivos de negocios, he de suponer que nos veíamos peculiares, éramos como guardaespaldas para una pintura. Esteban es el más arrogantes de todos, también es mi mejor amigo pero aún no alcanzo a comprender porqué, quizás porque estos cinco chicos eran todo mi círculo social, son los únicos que papá ha considerado que son buenos para mí, y cuando no hay mucho de donde elegir lo mejor de lo peor resulta una magnífica elección. —A mí me parece divertido, es como estar en una excursión, me recuerda a cuando éramos niños — contestó Matthew con su acostumbrado buen humor, podríamos decir que él es el divertido, el amigo de todos. —Si, incluso han cerrado sus puertas para el resto del público, justo como cuando éramos niños, nadie con quién socializar — agregó Liam con ciertos tintes de ironía. —Nadie que pueda dañarnos o pervertirnos — añadió Leonard con una sonrisa. —Buenas tardes, señores. Lamento la demora, la artista se ha retrasado un poco pero pueden observar su trabajo mientras llega, acompañenme — indicó el empleado con amabilidad. —No tenemos mucho tiempo para perder — expuso Esteban con su acostumbrada falta de empatía. —Lo lamento, señor. Inmediatamente me comunico con la artista — contestó el empleado con cierta incomodidad, también parecía un poco avergonzado, intervendria pero es cierto que tenemos los minutos contados, cuanto antes mejor. El hombre se retiró de la sala y nosotros nos quedamos observando el cuadro principal, en él se podía ver a una chica sentada en medio de la pintura, peinando sus cabellos, pero por alguna razón que desconocía su rostro estaba fragmentado y se dispersaba, sin embargo en él no podía divisarse absolutamente nada, no habían ojos, nariz o una boca, un montón de edificios se encuentran a sus espaldas, salen de todas partes, del suelo, del cielo, de los lados e incluso de las esquinas, por ellos van caminando personas en cuatro patas y animales en dos, un toque bastante curioso a mi parecer. Es un hermoso desastre. —Esta chica debe hacerle honor a ser pintora — comentó Esteban en tono de burla. —¿A qué te refieres? — preguntó Matthew con cierta inocencia. —Debe ser una hippie, su mayor talento ha de ser fumar más de diez cigarros en menos de diez minutos... — él se detuvo un momento, parecía que estaba pensando, quizás se estaba arrepintiendo de sus palabras, pero conociendo a Esteban como lo conocía lo más probable es que no fuese así — no, definitivamente no, cinco minutos debe ser su récord — me sorprendo aunque sé perfectamente lo que viene. —Te equivocas — se escuchó una voz femenina, todos nos dimos la vuelta inmediatamente para mirar en dirección a ella — mi record es de tres punto cinco, estoy muy orgullosa de ello a decir verdad. ¿En serio esta era la pintora? era una chica, no tenía más de veinticinco años. Su cabello largo de color castaño cae en una suaves ondas, sus ojos son muy oscuros, pero de igual manera son muy brillantes, piel trigueña, labios un poco gruesos y un poco de acné que ni siquiera se ha molestado en cubrir con maquillaje, lleva un vestido corto en color coral que contrasta bastante con su personalidad, pero su voz, conozco esa voz, aunque tal vez solo estoy enloqueciendo. —¿Eres la pintora? — preguntó Esteban atónito. —¿Conoces a alguien más que ostente el récord? — preguntó ella en tono de burla. —No ha sido mi intención ofenderle — se apresuró a decir Esteban, era extraño ver ese comportamiento en él, no era del tipo de persona que gustaba de retractarse, solía ser el típico chico malo. —No solo a mí, también a muchos otros artistas, pero la opinión de un malcriado me tiene sin cuidado — ella tenía una personalidad bastante dominante, desde que entró a la habitación solo podíamos verla a ella, no existía más nada. —Señorita, le ruego que se modere, no sabe con quién está hablando — intervino el empleado del museo. —Lo lamento mucho, no sabía que ellos tenían el derecho de ofenderme solo por su posición económica — contestó ella con ironía para luego dirigirse a nosotros — les suplico que me perdonen, no ha sido mi intención nacer pobre. —Hemos venido por la pintura, creo que lo mejor es centrarnos en ello — intervino Matthew para aligerar el ambiente. —Mi nombre es Chloe Manet, soy pintora, escritora y fumona — comenzó a exponer ella con cierto enfado, parecía que aún no superaba el encuentro con Esteban, después de todo dicen que una primera impresión siempre es lo más importante — la pintura que se haya frente a ustedes lleva por título "Idilio" me tomó veintitrés días hacerla. —¿Cuál es el significado de la pintura? — preguntó Esteban mirándola con asombroso, sin embargo ella solo sonrió. Estábamos aquí porque los críticos habían alabado la pintura, en un encuentro social se llegó a decir que era una gran inversión, que en unos cuantos años probablemente duplique su valor, no sabemos nada de arte, nuestras familias tampoco, estábamos aquí solo por negocios, negocios que consideran de menor importancia, por eso lo dejan en nuestras manos, es prácticamente una subasta, una competencia entre cinco grandes. —Si no puedes deducirlo entonces no puedes tenerla, estás fuera — sentenció ella con normalidad. —Vamos a pagarte Miles de dólares por ella, no necesitamos entenderla, solo necesitamos pagar — el lado prepotente de Esteban estaba saliendo a flote, sin embargo Chloe ni siquiera se inmutaba, como si fuese ajena a este mundo, a sus emociones, a su realidad. —Si, necesitáis pagarme a mí, yo soy la dueña, yo decido a quién venderla y en cuánto venderla — sus palabras eran fuertes pero su semblante seguía siendo el mismo. —Quizás te saquemos de la pobreza al comprarte esa pintura, no seas infantil — replicó Esteban. —Es una lástima, ya no está a la venta — todos quedamos perplejos ante sus palabras ¿qué acababa de decir? no podía hacer eso, no podía solo retroceder, ya era problematico que solo uno pudiese comprarla, que ninguno lo hiciera era un caos. —No podéis hacer eso — exclamó Leonard perdiendo la compostura. —Si, puedo hacerlo, aquí se juega con mis reglas, no con las vuestras — ella parecía determinada, estaba firme en su decisión. —El que ha sido un grosero es Esteban, no hay razones para que te desquites con nosotros — Liam trataba de convencerla, pero algo en mí decía que no iba a funcionar. —Ya que insisten en comportarse como niños entonces yo me tomo la libertad de tratarlos como tal, por uno pagan todos, ya encontraré a alguien más que compre mi pintura — expuso Chloe con naturalidad. —Nadie va a pagarte tanto como nosotros — respondió Matthew con seguridad. —Tenéis toda la razón, pero en primer lugar ni siquiera la estaba vendiendo, solo quería exhibirla, se la daría a una persona de la calle a cambio de una pieza de pan si este realmente la amara — ella no era de este mundo, realmente estaba tan desapegada de todo, lo único que quería era seguirla escuchando hablar, seguirla viendo. —Entonces regálame la pintura — abrí mi boca por primera vez, lo dije de manera espontánea, mis piernas temblaban, mis labios, mis manos, era la primera vez que tenía esta sensación, me sentía tan atemorizado por ella, pero al mismo tiempo me sentía tan valiente. —Ahora tú también enloqueces — dejó salir Leonard con un tono cansado. —Mejor vámonos de aquí — sugirió Liam. —¿Por qué quieres que te la regale? — preguntó Chloe con una sonrisa burlona. —Cuando la ví por primera vez pensé que era un hermoso desastre, pero al conocerte cambié completamente de opinión, nada es accidental, cada parte de ese caos que has creado ha sido planeado de manera meticulosa por ti, tienes esta personalidad fuerte, imponente, dominas un espacio con solo estar presente, pero la realidad es que tú eres la niña de la pintura, tan asustada, tan aterrada, no quieres escuchar sus gritos, no quieres dar más respuestas, no quieres ver tus temores, pero al mismo tiempo estás tan enamorada de esto, de lo bueno y de lo malo, lo aceptas como parte de la vida, no te importa el destino porque eres por mucho más fan del camino. Si vendes esta pintura gran parte del mismo ya estaría trazado, quizás hasta lo tomarías como un negocio ¿y entonces para qué? ya daría lo mismo, nada saldría natural, nada sería tú realmente, tu arte se volvería soso y perdería la vida, quizás es el olor de la pintura que me ha hecho perder un poco la cabeza, quizás estoy bajo sus efectos, pero tú eres consciente, yo también lo soy, esa pintura no es ni la cuarta parte de lo que tú eres, tú eres el verdadero arte que se esconde detrás de tus creaciones — no sabía porqué había dicho todo esto, solo fluyó de mí de manera extraordinaria, me sentía tan agitado, tan vivo, por primera vez vivo. Ella no decía absolutamente nada, mientras que mis amigos solo me miraban extrañados, no era del tipo de persona que gustaba de hacer estas cosas. —Ya mejor vámonos, solo logramos que Tyler enloqueciera, ahora hay que explicarle esto a su papá — comentó Leonard entre la burla y la seriedad. —Es tuya, llévatela — dijo Chloe de manera abrupta y espontánea — solo deberás darle una pequeña donación al museo por haberse prestado para la subasta, espero que no te moleste. —¿Me la estás regalando? — pregunté confundido. —¿Eso me has pedido, no? — preguntó ella de vuelta. —Pues sí, pero... —Espero que la disfrutes, Tyler. Llévate esa parte de mí — una vez dicho esto pasó a un lado de mí y se marchó. Ella no era real, no podía serlo, y si lo era, entonces ella es justo como siempre imaginé que sería el verdadero arte: impredecible, grácil, etéreo.