Anael firmaba y firmaba papeles sin ser consciente de lo que hacía, en realidad llevaba una semana muy hija de puta y a decir verdad, se estaba hartando del sentimiento. No podía dejar de pensar en Anabis y el verla asistir a su empresa mirando descaradamente hacia su ventana pero sin verlo nunca realmente debido al empapelado, lo estaba enloqueciendo. Anabis se sentía herida por el silencio de Anael pero en parte lo agradecía. Recordaba siempre las palabras de Isa “Los hombres celosos siempre explotan” Así que le pareció una buena idea aquel viernes el hacer explotar a ese demonio. Todos volteaban a mirarla y se preguntó a sí misma sino había exagerado, estaba usando un delicado vestido color rosa pálido que cubría hasta su muslo, con unas sandalias de corcho beige que subían hasta la m
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