Ingresé al interior de la vieja casa de Adriana Betancourt. Fui directo a la cocina en la que murió. La mujer que batía huevos para hacer pancakes nocturnos a sus hijos y su esposo. Adrian buscaba a su papá y Patrick miraba a mamá realizar los mejores pancakes de tocino con canela. La mujer acercó el tenedor embarrado de masa a los labios de su pequeño castaño quien gustoso lo lamió, tenía unos preciosos y rosados cachetes que ella adoraba besar.
—Mamá, yo también quiero.
—Papá no tiene que saber —Dijo y le dio su porción.
—Papá sabe. Y se tiene que ir —Dijo Adam quien había visto la escena con una sonrisa, pero no les daría el gusto de saber que sus travesuras les divertían.
La joven le dio un suave beso sobre los labios , luego le regaló de la masa para panqueques a ver si de esa manera se endulzaba el bien vestido Adam Luthor, la mujer sentía que en sus ojos podía ver el mundo.
—¿Cuidan a mamá?
—Sí. —respondieron los dos niños al unísono.
Adam tomó la mano de su hijo mayor y le llevó directo al teléfono de casa a ver qué tan bien le tenía entrenado.
—¿Si viene un extraño, hay fuego o alguno de ustedes enferma el número es? —preguntó Adam a su hijo y Adrian marcó los tres números 9 1 1, su padre complacido sonrió y le dio la mano a Patrick quien les observaba curioso. —¿Y si quieren hablar con papá? —Adrian sonrió y marcó los siete números 3 9 2 5 8 4 9 Adam volvió a llenar la habitación con su risa.
Adriana cargó al más pequeño de sus hijos que estaba por meterse en un problema al arrancar el cable del teléfono, y le dio un morisco en la mejilla, el niño de tres años rio y se entretuvo con el cabello n***o de su madre.
—Llévate estos. —Dijo Adriana le extendió una taza plástica con Pancakes y le dio un beso en los labios. —Y no les trates como perros, son niños.
—Más les vale aprender. —Dijo besó el cuello de su esposa. —Adiós Adriana, llamas para urgencias, no cosméticos. Te amo, demasiado. Te quiero Patrick y a ti Adrian. —Dijo y les dio un beso a ambos en la cabeza.
—¡Papá! —gritó Adrian. — ¿Y si se me olvida?
—Patrick te ayudará.
Al menos esa fue la última vez que Adam vio a la primera señora Luthor, la última vez que le dijo que le amaba, y la última vez que sus hijos rieron en una buena temporada.
Ingresé a la habitación nupcial y me cambié de ropa desde ahí tenía una amplia vista al jardín y pude observarles jugar en la piscina.
Realicé una llamada telefónica y Adam casualmente contestó:
Fue entonces cuando decidí darle la sorpresa justo al lado de la piscina.
—Adam.
—Sí. ¿Con quién tengo el gusto? —preguntó notablemente sorprendido.
—¿Tienes que preguntarle eso a tu quinta esposa?
—Jane. ¿Cómo has estado? ¿Necesitas algo?
—Volví.
—¿Estás en la ciudad? —Se se escuchaba bastante nervioso. Sorprendido. — ¿Quieres que vaya por ti?
Mientras conversábamos llegué al jardín, le divisé a él de espaldas con los pies dentro de la piscina, mientras miraba a sus hijos quienes incrédulos me veían a mí, quizá mi pérdida de peso o el cambio de color de pelo.
—Estoy justo aquí, Adam. —Dije y besé su mejilla.
Adam me dio una mirada profunda de pies a cabeza, sus ojos me recorrieron entera una y otra vez, pero en aquellos enormes y oscuros ojos no había signos de pasión, lujuria y mucho menos romance en su mirada. Se podía decir más bien que estaba viendo a un extraño, un nuevo socio con el que te pones la máscara y aíslas tus sentimientos.
—Papá. ¿Se te olvidó como besar a tu esposa?—Comentó burlesco Adrian quien se acercó a saludarme y darme la bienvenida.
Después sus hermanos hicieron lo mismo y finalmente mi esposo sacó sus pies de la piscina para ponerse en pie y acercarse a mí, me dio un suave beso sobre los labios apenas un corto roce para complacer a la audiencia y un extraño abrazo.
Justo en este momento recordé que cuando sales de casa y alguien promete esperarte y amarte durante aquel tiempo "a la distancia", alguien con apellido Luthor; se tomaría también la molestia de reflexionar.
¿La reflexión va a mi favor o en mi contra?
Los niños me acapararon con preguntas sobre mi "emocionante viaje" y sobre cuánto me quedaría. Al parecer en este momento la palabra con "D" no podía salir de mi boca o de la de su padre porque les parecía aterradora.
—Jane.
—¿Sí, Karl? —pregunté al pequeño.
—¿Te podemos llamar mamá? —Sentí mi piel erizarse y asentí con la cabeza.
Les quería y no me iría sola de esa batalla, no sin ello al menos, sin sacar mis garras y luchar, no sin antes pelear por la familia que elegí, porque incluso sin darme cuenta no había elegido únicamente a Adam, elegí quedarme dentro de su familia y eso me hacía parte de aquellos niños que finalmente me habían aceptado.
—Los extrañé demasiado chicos, pero siguen sin gustarme las arañas y los insectos. —Dije y todos rieron. — ¿Abrazo de grupo?
Las risas aumentaron y quedé estrujada por completo, quizá lo mío sí eran los grupos y no los amigos fieles o esposo modelo, era más que probable que los hombres me siguieran.
—Suelten a Jane —Pidió Adam. — Debe estar cansada no le agobien.
—¿Tomas una siesta conmigo, Adam?
Lo pensó por unos minutos y aceptó, me adelanté y le esperé con una enorme sonrisa en los labios. Estaba de vuelta, pero debíamos hablar antes de que la misma corriente nos arrastrara a la misma perdición, el sexo y deseo.
—Tengo una gala esta noche ¿Quieres venir conmigo? —preguntó y acercó una copa de champaña y un plato de fresas hacia mí.
—Claro que quiero, así fue como nos conocimos Adam.
Tragó duro y me informó que el chofer me llevaría al salón de belleza mientras él iba por algunas cosas que dejó arreglando en la tienda como el esmoquin que no había ido a recoger de la tienda. Estaba caminando sobre la acera cuando miré a Jade y Cindy con una carriola, ambas completamente sonrientes.
Intenté esquivarlas pero mi madre comenzó a gritar mi nombre. Y había prometido dejar de ser una persona vacía y fría y convertiré en el centro de amor Jane White en Mainvillage.
—Jane, por favor, hija han pasado cuatro meses. Por favor Jane—Dijo la mujer cuyos tacones sonaban con mayor fuerza sobre el cemento de la acera. .
—Jane, no le hagas esto a mi madre. —Pidió Cindy y me detuve.
Me detuve, y me volteé a encararlas, lo había planificado de manera distinta, pero no era justo hacer a una mujer con tacones sin siquiera una fingida sonrisa.
—Conoce a tu sobrino, Carlo. —Sonreí al mirarle jugar con sus dedos del pie dentro de la pomposa carriola que probablemente alguna de sus abuelas le había regalado.
—Es muy lindo, felicidades. —Dije sincera. —Felicita a Chris de mi parte.
Mi hermana negó con la cabeza y la mirada se nubló con tristeza.
—Nos hemos divorciado. —Resolvió. —Carlo no es su hijo. —Asentí.
— ¿Y Chris?
—Trabajando y evitándome. —Respondió mi hermana.
— ¿Qué ha sido de ti cariño? —intervino Jade.
—Lo normal, me fui de viaje con la abuela Beatriz, —Los ojos de la mujer se abrieron al escuchar el nombre de su suegra. — Ella manda saludos para ustedes y a su hijo, por supuesto. Le encantará enterarse del nacimiento de su nieto. Una llamada no le caería mal.
— ¿Allan está vivo? —Y al juzgar por su pregunta y el tono quebrantado de la muy fiel y segura señora White.
— ¿Por cuánto tiempo?
—Dos meses. Adam y yo necesitábamos descansar —reconocí. —Después de la visita de mi suegro y el que dijese que tenía una hija fuera del matrimonio con otra mujer... Había mucho drama mamá, ¿Le conocías? Ustedes son amigos, él no se llevaba tan bien con Joleen, ¡pero bueno! tú y Allan... En fin. ¿Tú y papá conocen a la pequeña Luthor? Es rubia y de ojos celestes. —Señalé a mi hermana y mi madre tragó duro.
Parecía que el pedazo oculto de mi madre había vuelto a reanimarse, ante la curiosa y sorprendente noticia del mantenimiento de Allan Luthor. Jade no solo estaba sorprendida, sus ojos tenía un especial brillo unos de temor mezclado con los más puros sentimientos.
¿Quedaban buenos sentimientos en su interior?
Mejor conocida ante los Luthor, como: Whajhite, Jade White estaba asombrada, triste, y sus ojos mostraban lo vacía que estaba, a pesar de ello no me sentí mejor al entenderlo.
Ella había hecho a un lado sus sentimientos por lo que consideró mejor para su hija, para el hombre con el que estaba casada y para el hombre al que amaba.
¿Entre deseo y dotes?
—Con ganas de ver a su niña y a ti. —Le di un beso en la mejilla y a mi hermana con quién quedé para ir a ver a mi sobrino—Adoptivo. — era un bebé precioso pero tenía que investigar a su padre y saber si mi sobrina estaba a salvo con lo que sus padres estaban haciendo. También necesitaba vestirme y peinarme para lograr que Adam sonriera un poco y me hablara más de quince minutos con más que monosílabas.