Fiesta

1461 Words
Después de regresar a casa ya tarde, tomé una ducha. Cuando me disponía a dormir, Peter se volteó hacia mí mientras estaba acostado. —Señorita, aún no puedo creer que haya estado tantas horas en su casa y que me diga que simplemente se le fue la hora —dijo Peter, con una mezcla de incredulidad y molestia. —Señor, no tengo por qué mentirle. Y si cree que me estoy acostando con alguien, le aseguro que no es así —respondí, tratando de mantener la calma. —Señorita, recuerde que puede hacer lo que desee con su vida. Puede buscarse a alguien que le haga liberar esas hormonas —dijo Peter, en un tono condescendiente. —Créame, cuando lo haga, usted será el primero en saberlo. Pase una feliz noche —contesté, dándome la vuelta para dormir. ### Al Día Siguiente Antes de irnos a trabajar, tuvimos que desayunar con Elizabeth. —Gracias por irse más tarde hoy a la oficina —dijo Elizabeth, sonriendo. —Es un gusto desayunar con usted. ¿Verdad, amor? —respondí, tratando de ser amable. —Sí, pero no podemos tardar mucho porque tenemos muchos pendientes. ¿Verdad, princesa? —dijo Peter, con una sonrisa forzada. —Así es —asentí. Después de desayunar, nos fuimos rápidamente. Mientras íbamos en el coche, Peter rompió el silencio. —Señorita, he sentido mucho sarcasmo en sus palabras —dijo, sin apartar la vista del camino. —No, señor, no las sienta porque son reales —respondí, mirándolo fijamente. —Sé que le molestó lo que vio en la oficina con esa mujer —dijo Peter, suspirando. —No, señor. Estuve haciendo una fiesta de lo tan feliz que me sentí de ver a una mujer sentada sobre usted en la silla de su escritorio —respondí, sarcástica. —Para la próxima toque la puerta, señorita, y nos evitamos tanto sarcasmo —replicó Peter, frunciendo el ceño. —Está bien, tiene toda la razón. Por cierto, hoy saldré un rato con mi hermana. Ella está de cumpleaños, cumple 19 años —informé, tratando de desviar la conversación. —De acuerdo, señorita. Le dije que puede hacer lo que desee, no me opondré —dijo Peter, con indiferencia. —Me parece bien. Me iré directo a casa de mi hermana. Lourdes pasará a buscarme a la oficina —añadí. —Lo mejor será que yo la lleve. Sabe bien que pueden especular y no quiero eso, no quiero escándalos —dijo Peter, en tono protector. —Señor, simplemente podemos decir que somos un matrimonio que confía el uno en el otro. Estamos en el siglo XXI —respondí, un poco frustrada. —Señorita, usted me ha salido muy aguerrida —dijo Peter, con una leve sonrisa. En la Oficina Llegamos a la oficina y estuvimos bastante ocupados todo el día. Me sentía un poco decepcionada de Peter. Había tantos lugares, y él decidió llevar allá a una mujer. Salí a las 8 de la noche de la oficina. Como Peter estaba en una llamada, no quise interrumpirlo, así que me fui. —¡Al fin sales, amiga! Tengo media hora aquí —dijo Lourdes, al verme. —Ya sabes, amiga. Esto aquí a veces es un caos, pero ya nos vamos —respondí, aliviada. —Tengo que decirte algo y no me lo vas a creer —dijo Lourdes, emocionada. —¿Qué pasa? —pregunté, intrigada. —¿Recuerdas a Pablo, tu exnovio? —dijo Lourdes, sonriendo. —Sí, ¿Qué pasó con él? —respondí, sorprendida. —Regresó de España y estará hoy con nosotras en la fiesta de tu hermana —dijo Lourdes, con entusiasmo. —¿En serio? Pensé que jamás volvería —respondí, sorprendida. —Así es, amiga, así que prepárate para verlo —dijo Lourdes, riendo. —Si estás pensando en que me moverá el tapete, no lo hará porque tengo ojos solo para Peter, aunque él no se fije en mí —dije, tratando de sonar convincente. Lourdes y yo llegamos a un bar que mi hermana había alquilado solo para sus invitados. Éramos como 20 personas en total. De repente, alguien se acerca a mí. —¡Hola, Laura! —dijo Pablo, con una sonrisa radiante. —¡Hola, Pablo! ¿Cómo estás? —respondí, algo nerviosa. —Estoy bien, y más ahora que te veo —dijo Pablo, abrazándome. Pablo me dijo que deseaba mucho verme. —¿Y cómo te ha ido? ¿Pudiste cumplir tu sueño lejos de aquí? —pregunté, curiosa. —Sí, hoy soy un gran arquitecto reconocido a nivel internacional —respondió Pablo, orgulloso. —Qué bueno, me alegra mucho —dije, sinceramente. —Escuché que te casaste. ¿Eres feliz? —preguntó Pablo, mirándome a los ojos. —Sí, soy muy feliz —respondí, tratando de sonar convincente. —¿Y dónde está tu esposo? —preguntó Pablo, curioso. —No pudo venir —dije, evitando más preguntas. Después de una larga charla con Pablo, nos fuimos a la pista. Traté de olvidar a Peter por un momento y concentrarme en mí. Lo único que quería era ser feliz y no dejar que nadie dañara mi vida, aunque amara a alguien. De repente, Pablo se acerca a mí y me besa. Me quedé sorprendida, pero le dije que no lo volviera a hacer. —Perdóname, Laura, no pude aguantar —dijo Pablo, arrepentido. —No lo vuelvas a hacer. Te dije que estoy casada y lo que pasó entre tú y yo fue hace mucho tiempo. Discúlpame, voy con Lourdes —dije, alejándome. —¿Qué fue eso? —preguntó Lourdes, sorprendida. —Me besó, pero le dejé claro que no lo vuelva a hacer —respondí, molesta. —Sí que está loco, pero por ti —dijo Lourdes, riendo. —Oye, hermanita, ¿te estás divirtiendo? —preguntó Luci, acercándose. —Claro que sí, hermana. Sigue disfrutando de la fiesta con tus amistades —respondí, sonriendo. —Te dejo en buenas manos —dijo Luci, volviendo a la pista. Me quedé charlando con Lourdes en la barra, cuando de repente ella se queda muy sorprendida. —¿Qué pasa, Lourdes? —pregunté, intrigada. —Amiga, Peter está aquí y viene hacia nosotras —dijo Lourdes, nerviosa. —¿Qué? —dije, volviéndome rápidamente. —Hola, Lourdes. Laura, vámonos —dijo Peter, mirándome con seriedad. —¿Qué dices? Estoy en la fiesta de mi hermana —respondí, indignada. —Si no quieres que haga que esta fiesta termine, vámonos —dijo Peter, en tono amenazante. —¿Estás loco? No entiendo qué haces aquí. Quedamos que no te iba a importar lo que hiciera —respondí, enojada. —Es la última vez que le digo, señorita. Nos vamos —dijo Peter, firme. —¿Qué pasa aquí? —preguntó Pablo, acercándose. —Nada, él es mi esposo —respondí, tratando de calmar la situación. —Te espero afuera —dijo Peter, saliendo del bar. Estaba sorprendida y Lourdes también. No me lo esperaba, y se veía un poco enojado, así que decidí irme para que mi hermana no tuviera ningún inconveniente y pudiera seguir disfrutando. Salí y Peter estaba en el vehículo esperándome. —¿Me puede decir qué pasa? —pregunté, cerrando la puerta del coche. —Señorita, dígamelo usted —respondió Peter, mirándome fijamente. —No entiendo de qué habla —dije, confundida. De repente, Peter sacó su celular y me mostró una foto del momento justo del beso. —¿Qué pasa? —pregunté, sintiendo que el corazón se me aceleraba. —Señorita, se está besando con alguien en público —dijo Peter, enojado. —Sí, tiene razón. Para la próxima, lo haré en un lugar más privado —respondí, desafiante. —¿Quiere decir que tendrá algo que ver con ese hombre? ¿O ya tiene algo que ver con él? —preguntó Peter, frunciendo el ceño. —Bueno, tuve algo que ver con él. Es mi exnovio —respondí, sincera. —¿O sea que fue un reencuentro? —preguntó Peter, con sarcasmo. —Se podría decir que sí. Pero no se preocupe, ya no estaré en público con él —dije, tratando de calmar la situación. —Está bien, señorita. No quiero tener un incidente como este nuevamente —dijo Peter, relajándose un poco. —Sí, señor. Por cierto, no quiero abusar de que es mi esposo, pero mañana es mi cumpleaños y me gustaría tener el día libre para mí —pedí, esperanzada. —¿Mañana es su cumpleaños? —preguntó Peter, sorprendido. —Sí, señor. Mañana cumplo 24 años y quiero salir, disfrutar de ese día —respondí, con una sonrisa. —De acuerdo, puede quedarse y disfrutar su día —dijo Peter, asintiendo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD