Unos días después de la muerte de mis padres, mi hermana Luci se fue a estudiar a un internado en Italia y yo decidí regresar al trabajo. Cuando llegué a la oficina, todos me miraban sorprendidos. No esperaban verme. Al mirar hacia mi escritorio, vi a Missi sentada en mi lugar. —¿Qué haces ahí, Missi? —pregunté, tratando de mantener la calma. —Ahora soy su secretaria —respondió con una sonrisa autosuficiente. —Por supuesto que no. Tú solo te preocupas por tu cabello y tu piel. No tienes la inteligencia para manejar esto. —Laura, Missi, Peter quiere que vayan a su oficina ahora —dijo Alfonso, interrumpiendo la tensión. Nos dirigimos a la oficina de Peter junto con Alfonso. Inmediatamente al entrar, comencé a reclamar. —¿Cómo es que ella ahora es tu secretaria? —dije, elevando la voz.