CAPÍTULO 11 Veinticinco horas, pensó Maschen mientras restregaba su mano por un pelo ya desordenado. Veinticinco malditas horas una detrás de la otra en este trabajo. Ya soy demasiado viejo para este tipo de cosas, la verdad. Sus ojos rechazaban focalizarse de cerca en la pared que tenía delante. Estaba seguro que deberían estar rojos e hinchados, pues sentía la presión de su sangre en ellos. Había dormido muy poco la noche anterior, ya que se tenía que levantar pronto por el caso Stoneham. Estuvo trabajando duro todo el día, y cuando le tocaba irse, empezó una batalla campal. Había perdido el resto de la noche cuidándose de temas administrativos que siempre aparecían cuando arrestaban a mucha gente a la vez. Las celdas de la Comisaría del Sheriff nunca habían albergado a setenta y tres