CAPITULO XLVII. Consecuencias

1579 Words
Cuando don Emmanuel dejó de llorar, tuvo el valor para tomar lo que había en el cajón, era una carta, así, sentado en el suelo, él se puso a leerla entre lágrimas y dolor, la carta tenía escrito lo siguiente: Querido Emmanuel, si estás leyendo esta carta es porque yo ya no estoy en este mundo, lamento mucho haberte causado este gran dolor, sé cuánto me amabas y lo mucho que luchaste por salvar mi vida, pero Dios dispuso otra cosa para mí, el cáncer nunca se fue, en realidad invadió todo mi cuerpo y ya no había nada que hacer, por eso decidí vivir mis últimos días en casa rodeada de la gente que tanto amé y fingiendo estar bien, no te enojes con el médico, él solamente hizo lo que le pedí. Hace tiempo le ofrecí mi vida a Dios a cambio de regresar a mi niña Nathalya a casa, así que, ve preparando todo para recibirla, mantén la fe que él nunca falla. En ese cajón donde encontraste la carta, podrás encontrar mi testamento, no tengo mucho, sólo una pequeña casa en mi pueblo natal donde vive toda la gente que me vió y que ví crecer, por favor, véndela y con lo que ganes mejora mi pueblo, carece de muchos servicios y me gustaría que la gente allí tuviera todo lo necesario para que nadie tenga que irse a la ciudad a buscar una vida mejor. Te agradezco todo el amor que me brindaste y por la hermosa familia que me diste, además de la dicha de ser abuela, dile a mis niños que los amo con el alma y que nunca se olviden de rezar antes de dormir. Cuando regrese mi niña Nathalya, dile que la esperé hasta el último momento, que cuidé sus cosas y procuré dejar todo justo como a ella le gusta. Llórame sólo por unos días, que tu tristeza no dure más de tres meses, eres un hombre bueno y muy atractivo, mereces la felicidad, no quiero verte sólo, el día que tú vuelvas a ser feliz, yo podré descansar en paz, así que no me hagas esperar demasiado. Te amo, Matilde. Don Emmanuel terminó de leer la carta sin poder creer que ella se había dejado vencer por el cáncer, luego pensó que hubiera tenido una muerte lenta, agonizando por días, con dolor y sufrimiento, pero la bala que la mató le impidió todo eso, se consoló pensando que ella no había tenido que sufrir más a causa de esa enfermedad. Bajó a acompañar a su familia para el almuerzo, no tenía apetito, pero sí ganas de abrazar a los suyos, les dijo a los niños lo que su abuela Mati le había encargado y los abrazó fuertemente para tomar un poco de fortaleza. Luego se dirigió a Alex para preguntarle por Natasha y él le explicó la situación, le pidió que tuviera fe y paciencia. Ivania había inventado que iba a su cita médica para poder estar con Alex en estos momentos tan difíciles, era un día en que Ángel debía estar trabajando, así que ni siquiera mostró interés en acompañarla, pero sí le pidió que lo llamara para informarle todo lo que el médico le dijera. Nuevamente, Aldo acompañó a Ivania, don Emmanuel se llevó una gran sorpresa al ver a Max en su casa, pero le dio gusto saber que del modo que fuera, estaban acompañándolo en su dolor. Alex le sugirió que se fuera a bañar para que su visita no se sintiera incómoda, a lo que él accedió, odiaba que su hija lo viera desanimado, y aunque para ella él no fuera su padre, él seguía teniendo esa responsabilidad. Mientras don Emmanuel se preparaba para estar en mejores condiciones, Max se presentó ante los niños, ellos lo reconocieron de inmediato y estaban muy contentos por su regreso, tal como siempre lo habían profetizado, él les contó que Nathalya tenía problemas con su memoria y que él la tenía que cuidar en un hospital y por eso no podían quedarse, también les pidió que no la presionaran, que no le dijeran mamá ni madrina, ni tía para que a ella no le doliera la cabeza, pues sería muy triste que ella los rechazara por no recordar quiénes eran. Ellos entendieron, aunque estaban muy emocionados por volver a verlos, Ivania y Alex se acercaban a ellos y no pudieron evitar recibirla con gran alegría. — ¡Mamita, eres tú! — expresó El pequeño Emmanuel, inmediatamente el pequeño Alex le hizo una señal de que la había regado, Ivania se quedó seria y muy impresionada, pero luego Emmanuel continuó hablando — Perdone usted, pensé que era mi mamá Natasha — No te preocupes pequeñín, ¿cómo te llamas? — Me llamo Emmanuel — ¡Y yo soy Alex! — ¡Qué nombres tan bonitos! Yo me llamo Ivania — El tuyo también es bonito, pero para ser sincero, prefiero los nombres de Nathalya y Natasha — dijo Alex pequeño — Esos también son nombres muy bonitos — ¿Alguien sabe cuándo volverá mi mamá Natasha? — preguntó el pequeño Alex muy triste — Tu mami tuvo que viajar por trabajo — explicó Alex — ¿Porqué los adultos siempre mienten? — reclamó el pequeño Emmanuel — Si ya todos saben que mi mamá ésta en la cárcel — dijo el pequeño Alex llorando — Ivania les regaló un gran abrazo a los pequeños para consolarlos un poco — Tu mamá estará bien y cuando menos lo pensemos volverá — injirió Max — ¿De verdad, papá? — preguntó el pequeño Alex — ¿Papá? — preguntó Ivania con asombro — ¡Abuelo! — don Emmanuel los alcanzaba en el jardín y alcanzó a escuchar la pregunta de Ivania, se llevó con él a los niños a la cocina por unas galletas para que los adultos pudieran aclararle las dudas a Ivania — Como sabe, señora, Natasha es mi esposa, ella y yo tuvimos un hijo — explicó Aldo — Pensé que Alex era el padre — replicó Ivania — Lo fuí, antes de casarme contigo estuve casado con ella — explicó Alex — Me están confundiendo más — mencionó Ivania — Quizá, sea mejor que no te expliquemos — sugirió Alex Ivania tenía muchas dudas, pero la migraña comenzaba a molestarla, no era normal que siempre que trataba de recordar le causara ese dolor infernal, don Emmanuel estaba preocupado por ella y le había sugerido realizarse unos estudios con un especialista, le ofreció ayuda para ello, pero ella se negó rotundamente. Muy en el fondo, Ivaniatenía miedo de recordar su pasado y de descubrir toda su verdad, de darse cuenta que su vida había sido triste y llena de dolor, ahora se sentía feliz, no plena, pero sí tenía motivos para sonreír, amaba la vida y siempre pensaba en positivo, quizá su yo anterior no era como ella en este momento, pero tenía demasiado miedo para descubrirlo. Pronto, Ivania y Aldo debieron irse, a ella se le había olvidado llamar a Ángel para dar el reporte del médico, pero le explicó que ya estaba cerca de casa y por ello no le había llamado, para apresurarse a llegar y descansar, que el médico le habia dado unas pastillas, unas que don Emmanuel alcanzó a conseguir antes de su gran pérdida y las cuales le dio a Aldo antes de que se fuera de su casa junto con una receta, eran unas vitaminas, así que no le haría daño tomárselas. Aldo e Ivania se apresuraron a llegar a la casa para que Ángel pudiera llamar al teléfono de la casa y preguntar por ellos, sabían que podría desconfiar de ellos si no lo hacían así. Natasha continuaba en la cárcel, Matilde en la morgue y Luis Roberto en el hospital sin ver la luz del día, los padres del joven estaban indignados con las acusaciones que Natasha había hecho en contra de su hijo, se negaban a creer que él era un enfermo mental. Las ventas de su libro descendían gravemente, todos estaban siendo muy duros con ella, pero ella seguía pensando como al principio, que prefería eso a vivir atormentada toda su vida como Nathalya, había librado al mundo de una escoria y eso le daba fortaleza para enfrentar lo que seguía. El abogado de Natasha estaba haciendo todo lo que podía para liberarla, pero no había nada a su favor, temía lo peor y debía preparar a su cliente para ello, pero ella estaba en calma, aceptando las consecuencias y con la frente en alto, ahora debía preparar a la familia de Natasha, eso sería más difícil, ya que ellos conservaban toda esperanza. Don Emmanuel estaba mortificado por este nuevo problema, no sabía cómo ayudarla, y nadie de la familia sabía qué más hacer. Además, el joven no despertaba y en caso de que falleciera, sería otro homicidio por el cual debería pagar Natasha, en cinco años no saldría de la cárcel, ya que le darían la pena máxima por cada uno. En contra de su voluntad, debían apoyar a la familia de Luis Roberto, pagar los gastos del hospital y rezar porque se salvara de la muerte. Ángel llevaba días sin tener una crisis, estaba confiado en que se había recuperado, pero, aunque don Emmanuel no hubiera dado ninguna recomendación, Aldo quiso atormentarlo un poco, para que no dejara de lado el tratamiento, con ayuda de Ivania había preparado una pequeña treta en su contra.
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