Lucifer se paseó por la que sería su habitación durante su estadía en aquel sitio, se hallaba un tanto abrumado ante el hecho de permanecer rodeado de seres humanos. Le fastidiaba sobremanera el simple hecho de escucharles respirar. Aunque sinceramente él había dejado de tener una razón concreta del por qué de su aversión al hombre. Y todo se debía a Sariel. No podía esperar más tiempo para ver a Emile, un tanto frustrado se fue a tumbar en la mullida cama excesivamente cómoda y blanda. Las sábanas resultaron suaves bajo su tacto y las almohadas estaban rellenas de plumas. Se acordó de sus alas y no pudo evitar sentirse triste ante la añoranza. Cerró los ojos y se quedó dormido. “Un par de enormes y preciosos ojos de distintos colores me observan desde la oscuridad de una penumbra