En cuestión de tres semanas se habían mudado al menos cinco centenares de personas. Cómo Fallhan estaba muy cerca de Baalos el viaje en realidad era de un poco más de un día si el viento estaba a favor o hasta más de dos días si había ausencia de él. La ciudad aún se veía vacía, pero al menos no abandonada. Los primeros ciudadanos al llegar pudieron darse el lujo de escoger que casas habitar. Aunque los campesinos decidieron vivir en las afueras cerca de los cultivos. Los comerciantes eligieron los edificios en el centro de Fallhan, al rededor de la plaza. El obispo instaló a su personal en la basílica. Todos querían trabajar en el castillo para Cal. Y así fue. Cal estaba encantado de tener gente deambulando por el castillo, así no se sentía tan solo. Los capitanes y sus tripulacion