El Rey Karlf estaba sentado en su trono. Medraz se sentía diferente. Habían comenzado a correr los rumores de que el joven principe Calisto había partido desde hacía casi dos meses. También se hablaba de la próxima ejecución pública del Conde Nashor y de la posible abdicación del trono. Pero lo que más tenía triste al Rey era sin duda la ausencia de Cal. Le extrañaba demasiado. Karlf había estado pensando en el arresto de su hijo y se dió cuenta de que independientemente la decisión de la corte, éste jamás se habría atrevido a ordenar la ejecución del menor de sus hijos en el último momento. De repente le entraron ganas de llorar. Uno de sus guardias se percató del estado del monarca. .- Su majestad, ¿Se encuentra bien?. .- Si Aamon. Es solo que extraño a mis hijos. El castillo se sie