El rey lo vió entrar, y detrás del él venía ese extraño joven con aire taciturno.
Su hijo parecía molesto con él ya que venían discutiendo en voz baja.
Al llegar frente al rey ambos jóvenes se quedaron callados, el extraño detrás de su hijo.
- Preferiría hablar contigo a solas.
Dijo el rey en tono quédo, sin querer ser descortés con aquel muchacho.
- Y yo prefiero que se quede.
Respondió con frialdad.
El rey sabía que aunque el monarca era él, le debía mucho a su hijo mucho.
- De acuerdo. Que se quede. Hijo mío, quiero arreglar todo contigo.
- No hay nada que arreglar su majestad, si lo que le preocupa es que no llegue a desposar a la princesa Irithel, no pierda usted la calma. La desposaré, así que no veo ningún otro motivo para seguir en frente suyo.
Replicó Cal con frialda
