Clint daba vueltas al rededor de los jardines. La fiesta parecía bastante alegre y divertida. Sin embargo no estaba muy de ánimos como para unirse a la verbena. .- ¿Aburrido?. Cal se acercaba con dos copas de vino en las manos, el oro de éstas reflejaba la brillante luz lunar proyectada en las heladas aguas del estanque. .- No. Es solo que hay mucha gente ahí. Contestó Clint. .- Ah... si. Las mentes. .- Si. Parece que todos están muy felices allá arriba. .- Dime que te sucede. Clint lo miró a los ojos. .- Supongo que ahora que eres Rey ya no me necesitarás tanto. .- ¿Y que hay de Artemis?. Clint frunció el entrecejo mientras miraba el estanque. .- Las cosas caerán por su propio peso. Dijo al fin. .- ¿Podrías ver el futuro para mí?. .- ¿Podría?... Sí. Pero no quiero. .- Ten