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Claribel estaba sumida en el silencio, pero en su mente, el ruido era ensordecedor. A pesar de que Román se había negado a ayudarla, su determinación no había flaqueado. Si tenía que hacerlo sola, lo haría. La idea de perder a Marcus y todo lo que él representaba para su vida era inaceptable. Era hora de actuar. Sentada frente a su escritorio, con papeles y un block de notas esparcidos por todas partes, Claribel analizaba cada detalle. La lámpara de mesa iluminaba su rostro, enmarcando su expresión fría y calculadora. —Avy no tiene idea de con quién se ha metido, —murmuró mientras garabateaba una lista de nombres y posibles estrategias. Su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Al mirar la pantalla, reconoció el nombre de Susana, una amiga que siempre ha estado muy cercana a C