“Algo está asustando a los centauros”, Titus volteó para decirle a Connor, pero su mejor amigo ya estaba corriendo hacia lo que fuera que venía hacia ellos. “Maldita sea, no otra vez”, Titus dijo y corrió detrás de él. Titus corrió a través del alto pasto, saltó sobre un montón brillante de mierda de unicornio color arcoíris y evitó por poco estamparse con el trasero de un grifo que estaba masticando un arbusto de rosas. Un pegaso grande y azul se movía sobre su cabeza, advirtiendo de forma agitada que algo se acercaba. “¡Connor!” Titus lo llamó. ¿Algún día aprenderá? Desde que eran niños, Connor nunca se detenía a pensar antes de actuar. Cuando Connor veía algo que le interesaba, simplemente se aventaba, confiando en que cualquier monstruo que encontrara sería amigable. Era la misma ten