CAPÍTULO 1

1953 Words
—Nathalie apúrate que llegaremos tarde — grita mi mejor amiga desde abajo. —Voy Miosotis ¿no te desesperes quieres?, además falta una hora y media para la entrevista de trabajo —le digo mientras voy bajando las escaleras. —Lo sé amiga pero resulta que con las presas que hay, mínimo duramos cuarenta y cinco minutos, y a ti te falta desayunar. Resoplo frustrada, mi amiga siempre preocupándose porque yo coma y cuando no lo hago me pasa regañando incluso me hace dejar lo que sea que esté haciendo para que coma. Mi amiga Miosotis o Mio como yo la llamo de cariño la conocí desde que tengo 10 años sus padres venían llegando República Dominicana cuando se hicieron nuestros vecinos, tanto ella como yo estábamos muy tristes, ella Porque dejó sus amigos, familiares y el lugar de donde había crecido durante 10 años, y yo bueno triste porque mi madre se había ido de la casa hacía seis meses. Como toda niña amaba a mi madre y me hacía mucha falta, con el tiempo aprendí que era una persona cruel y que no me quería, la veía dos veces al año ya que decía que nunca tenía tiempo para cuidar de mi, y que en esta vida lo más importante era el dinero. Yo deje de verla con buenos ojos cuando cumplí 15 años ya que me dijo que ocupaba que perdiera mi Virginidad para que empezar a sacarle provecho a los hombres cosa a la cual obviamente me negué, cuando le conté a mi papá se puso furioso y la amenazó con denunciar si volvía a decirme algo como eso. Mi papi es otro cantar, para él la prioridad es el amor, dice que el dinero no lo es todo y eso es muy cierto, él me ha criado con un amor incondicional, pero algo me preocupa y es la actitud de él, tiene un mes comportándose raro y con un dolor muy grande en sus ojos. Cuando ayer le conté que Mio y yo teníamos una entrevista de trabajo se alegró pero no pudo ocultar el dolor en sus ojos y me preocupa que algo pase y no me lo diga. Mi papá es la persona más importante en mi vida. Mio me mira con el ceño fruncido y yo le sonrió a mi amiga. Desde que me senté a la par de ella cuando éramos niñas desde ese día nos volvimos una, no me puedo quejar amo mi padre, a mi mejor amiga, a mis amigos, amo mi país Panamá me encanta, a veces siento que me falta un novio pero cuando recuerdo mi última relación que la terminé hace 6 meses y no de muy buenos términos niego con la cabeza, mejor sola que mal acompañada digo para mí misma. —¿En qué tanto piensas? —En lo que ha sido mi vida y que la amo tal y cual es y amo cada una de las personas que en ella se encuentra. —¿Y a tu madre? ¿Qué sientes por ella? —¿A ella? pues no la odio, pero tampoco la quiero, simplemente para mí no existe. —¿Te ha llamado? ¿sabes de ella? —Si, se fue hace 6 meses para Costa Rica, tengo entendido que piensa casarse. Todos los meses me llama para decirme que me ha depositado el dinero y como todos los meses le digo que deje de darme dinero que no lo ocupo, que nunca he tocado ese dinero que me da, que cuando lo quiera se lo devolveré, Pero es como hablarle a la pared. — No entiendo el pensar y el actuar de esa señora. — Yo tampoco la entiendo y creo que nunca lo entenderé, así que ni modo. ¿Nos vamos? — Sí, ¡andando! Cuando vamos de camino a la entrevista de trabajo suena mi celular y es un número desconocido. —Bueno — Contesté extrañada. —¿Nathalie Hoffman? —Si ella habla, ¿que desea? — Le hablamos del hospital Central, su padre de Scott Hoffman se encuentra hospitalizado. — Al escuchar esas palabras todos mis sentidos se alarman. —¿Qué tiene? ¿Está grave?. —Por favor ¿puede venir? —¡Sí claro! De inmediato salgo para allá. — digo y cuelgo. —¿Qué pasa cariño?. — me pregunta mi amiga, mi hermana. —Mi padre está hospitalizado.  —¿Qué? ¿Pero qué tiene?. — No lo sé, sólo sé que me quieren de inmediato. —Claro amiga, te llevo. —No Mio, tú tienes que ir a la entrevista, yo cogeré un taxi y después buscaré otro trabajo. — Entonces yo también buscaré otro trabajo, ¿se te olvida que Scott también es como mi padre?, estoy contigo amiga. —¡Gracias, eres la mejor! Al llegar al hospital preguntó por mi padre, me dicen que el doctor me espera y que me dirigen a su consultorio, tocó la puerta y escuchó un pase. —¿Señorita Hoffman? —¡Sí señor! —Pase adelante siéntese. — y eso hago pero conmigo entra Mio quien no quiso esperarse afuera. —¿Y ella? —Ella es como la hija adoptiva de mi papá, también tiene derecho de estar aquí. ¿Ahora puede decirme que tiene mi padre? —Si claro, bueno mi nombre es Brad Anderson y soy el doctor del señor Hoffman, Me enteré hoy por él mismo que usted no sabe lo que está sucediendo y tengo la obligación de decírselo. —¿Puede ir directo al punto por favor? — Suplico con angustia, no quiero que a mi padre le pase nada. —Señorita hace unos dos mes su padre vino porque empezó a sentirse mal, en los exámenes que le hicimos salió que tiene cáncer en el estómago — un jadeo sale de mi boca — y por desgracia ya está muy avanzado lamento decirle que su padre le quedan horas de vida. Me tapó la cara con mis manos y estalló en llanto, esto no puede estar pasándome a mí. El hombre de mi vida, la luz en mi camino. ¿qué haré sin él? Siento un cálido abrazo y sé que es mi mejor amiga, mi hermana, la única persona que tengo si falta mi papá. Mio llora conmigo juntas, nos abrazamos y lloramos. Tengo que ver a mi padre. —Pu... puedo… verlo… — preguntó ipando por el llanto. —Claro sígueme — seguimos al doctor hasta la habitación de mi padre — aquí es — dice antes de irse. —Ve, te daré unos minutos a solas con él, ahorita entro yo. —asiento. Abro la puerta y lo observo acostado con los ojos cerrados, se ve tan tranquilo, él irradia paz, pero parece que nota mi presencia porque sonríe. —Llegó mi princesa, la personita que más amo en este mundo — dice aún con los ojos cerrados, estalló en llanto y corro hasta él para abrazarlo y recostarme en tu pecho. —¿Por qué Papito? ¿dime por qué? —No quería preocuparte, ni quería verte sufrir. —¿Sufrir? ¿Y qué crees que hago ahora? Eres todo para mí, no te puedes ir, no puedes dejarme sola, ¿Qué haré sin ti?, ¿quién me dará mi beso de buenas noches?, ¿quién me dirá te amo hija?, O un te irá bien hija ya verás, ¿Quién me defenderá de los hombres tontos?, ¿quién entregará en el altar Cuando me case?, mis hijos No tendrán un abuelo materno, Tú no me puedes dejar papito, tú no. —Yo siempre estaré contigo hija, te prometo que seré tu ángel guardián.  —Yo no quiero un ángel guardián, yo quiero un padre que me abrace, que me dé consejos, ¿Quién me regañara cuando haga algo indebido? —Tú nunca haces nada indebido eres la persona más buena y correcta que conozco. —Lo hago, hago cualquier cosa con tal de que te quedes conmigo, por favor papito no me dejes eres lo único que tengo. —Hija no me lo ponga más difícil, ¿Crees que quiero dejar desprotegida?, No mi cielo, quisiera estar para ti siempre pero en esta vida hoy estamos y mañana puede que no. Pero me voy tranquilo porque sé que ha hecho un gran trabajo con la luz de mis ojos, además sé que no estás sola tienes a Mio y a tu madre. — levanto la cabeza en su pecho y me limpio las lágrimas de mis mejillas. —Si, tengo a Mio, pero no a mi madre, papi y lo sabes. —Si te pidiera una última cosa ¿la cumplirías? —Depende — le contesté, porque creo que sé a dónde quiere llegar. —Hija por favor, tú eres la persona más buena y dulce que conozco, cumple mi última voluntad. —Si soy así es porque soy igualita a ti, y está bien papito haré lo que sea por ti. —Cuando estés en casa ve a mi recámara, en la mesita de noche está un diario ahí encontrarás dos cartas una es tuya y la otra de tú madre por favor sólo abre la tuya y promete que cumplirás lo que ella escribe. —Te lo prometo papito. —Te amo hija, gracias por haber sido mi luz durante 23 años, desde que te vi la primera vez quise ser mejor persona, iluminaste mi días Nathalie y si volviera a nacer volvería a repetir mi vida con tal de tenerte otra vez conmigo, incluso me cuidaría para no fallarte y así no defraudarte. —No me defraudas, tú has sido el mejor padre del mundo, siempre estuviste a mi lado haciéndome mejor persona. —Y siempre lo estaré princesita, te cuidaré y protegeré de donde quiera que esté. (...) Al cabo de un rato Mio entró a la habitación, ella le dijo a mi padre lo mucho que lo quería y que había sido como un segundo padre para ella. Los tres lloramos juntos. Observé por mucho tiempo a mi papá y lo vi cansado. Algo en su mirada me alertó. —Hija puedes ir con Mio a buscar algo para tomar y de comer ¿por favor?, tengo algo de hambre. —¡Si papito claro! — le doy un beso en su frente y él me abraza fuertemente. —Te amo. Siempre estaré contigo. —Yo lo miro y mis lágrimas salen. —No, no lo hagas no te despidas aún no. —Sólo quería que lo supieras. —Te amo papito, ya regresamos. Al cabo de 10 minutos estamos de vuelta en su habitación, está igual que la primera vez que entré con los ojos cerrados. Me acerco hasta él y le acaricia su cabello. —Llegamos papito, aquí está tu comida — le digo pero no abre sus ojos. —¿Papá? ¿Papi?, despierta trajimos tu comida. — digo en medio del llanto, Mio se acerca con lágrimas en sus ojos, agarra la mano de mi padre y le toma el pulso, niega con la cabeza y rompe a llorar. —No, no, no papito abre los ojos por favor no te vayas te necesito, abre tus ojos, por favor. ¡PAPÁ! — grito en medio del llanto y del dolor, lo abrazó fuertemente. —¿Qué haré sin ti? Llévame contigo papá por favor no te vayas, no me dejes. Mio llama a las enfermeras y de inmediato llegan junto con el doctor, me separan de la única persona que me amó más que su propia vida. Mi amiga me abraza y llora conmigo.. ¿Qué será de mi vida ahora?
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