Tyler miró alrededor de la habitación y en el baño… Lilly no estaba en ninguna parte… Se acercó y apagó el televisor. ¿Dónde habrá ido? Repentinamente sintió una brisa y sus ojos se posaron en la ventana lejana. Estaba abierta. Corrió hacia la ventana y miró afuera, pero ella no estaba allí. Con un rugido fuerte, saltó por la ventana, transformándose en el aire. ¿Qué demonios está pensando? No puede simplemente irse; ella le pertenece. —Mía… Mía… Mía… —El lobo de Tyler, Jax, sonó en su cabeza. —¡Silencio!—Gritó Tyler. —¡Esto es tu culpa, ¿sabes?! Te dije que te alejaras de esa zorra. Llevo quejándome de estar al lado de nuestra pareja desde que la conocí. Te dije que la marcaras. Ella es MÍA. Deja de sentirte culpable por idioteces… —Insistió Jax. —Jax, cállate de una vez.