Al día siguiente, Enzo se dirigía de regreso a casa para llevar a su padre, quien había sido dado de alta debido a la insistencia del paciente. Emir no soportaba estar encerrado en aquel lugar, se sentía aún más deprimido y desanimado. Necesitaba aprovechar el tiempo de la mejor manera posible, y se negaba a quedarse allí. Creía que su permanencia en ese sitio solo aceleraría su muerte. —Déjame ayudarte, padre —se ofreció su hijo al verlo intentar subir al auto por sí mismo. —No soy un niño, puedo hacerlo por mí mismo, esto no me lo impide —señaló su pierna, que apenas podía flexionar con la ayuda de un bastón. —Simplemente acepta la ayuda que te ofrecen, no te esfuerces demasiado ¿de acuerdo? —insistió Enzo. Emir se mantuvo en silencio mientras su hijo rodeaba el auto para subirse a s