Larissa despertó, se enderezó y miró alrededor. Se restregó los ojos adormilados sin recordar que había soñado.
Al ver la hora salió de la cama apresurada, era tarde para ir a trabajar.
Caminó al baño y se lavó los dientes. Se duchó y se vistió. Se sentía tan cansada que al maquillarse miró sus ojos hinchados y enrojecidos.
Tomó las llaves del auto y antes de cerrar la puerta de su casa observó las paredes, estaba confundida pues lucían de un color rosa palo y las recordaba blancas. No dio importancia y siguió su camino.
Manejó hasta su trabajo, y al llegar a la entrada se alegró de estar a tiempo. Pero al buscar en su cartera no encontró su gafete de entrada.
El portero la miraba curioso y se acercó a ella impaciente
—Hola, Larissa, has regresado
—Olvidé mi gafete de ingreso —dijo buscando
—¿Volviste o vienes de visita?
—No entiendo —Larissa estaba curiosa
El portero seguía incrédulo.
—No sabía que habías regresado a trabajar.
—¿Acaso cuando me fui? —preguntó dudosa
—Pues el año pasado —dijo con obviedad
Larissa arrugó el ceño, consternada, su jefe, el señor Garden apareció ante ellos
—Larissa, ¡Bienvenida! —exclamó y tras saludarla añadió—: me sorprende verte aquí después de lo ocurrido, cualquier cosa que necesites cuenta conmigo.
Larissa estaba turbada, no entendía de que hablaba.
—Bueno, solo quiero ir a trabajar. Y pedirle apoyo, olvidé mi gafete.
El señor Garden la observó consternado.
—Pero, no entiendo... Lara... Tú ya no trabajas aquí.
Larissa desconcertada sintió una opresión en su pecho, pero comenzó a reír.
—¿Es una broma?
—No... —El señor Garden estaba muy serio, su mirada era clemente—. ¿Te sientes bien, Larissa?
—¡Pero, yo trabajo aquí! —exclamó angustiada—. Llevó tres años en esta empresa, ¿Me han despedido?
El señor Garden parecía incrédulo y el portero que se había alejado dirigía miradas cómplices al jefe de recursos humanos.
—Larissa nunca te despedimos, tú renunciaste. ¿Recuerdas? —ella lo observó atónita—. Por el puesto en la fundación Millenium.
—¿Millenium?
—Fue un mejor puesto y mayor sueldo —dijo Garden y puso la mano en su hombro—. Pero, eso fue hace casi un año, ¿Larissa, te sientes bien?
—No entiendo... no lo recuerdo —titubeó temerosa
—Debe ser por lo ocurrido.
—¿De qué hablas?
—Por lo que sucedió a tus padres.
—¿Qué les pasó a mis padres? —exclamó aterrada con el corazón acelerado
—Murieron… Hace unos días... —titubeó Garden y se impactó al mirar el rostro perplejo de la chica, quien irresoluta, negaba desesperada
—¡Oh, Larissa!, llamaré a Marc.
«¡Es una pesadilla, no es real!» Pensaba Larissa
—¿Dónde está Henry?
—Aún no llega.
—Llámalo, por favor —Larissa limpió sus lágrimas
—¿Para qué? —preguntó Garden intrigado. Después de todo, Henry era su mejor amigo
—Necesito verlo —dijo sollozando
—Pero, llevan casi un año sin verse, Lara.
—¡¿Qué!?
—¿Tampoco lo recuerdas?, ya no son novios —Garden no sabía si la chica fingía o de verdad estaba amnésica. Pero, al ver su semblante sincero se convenció de que estaba mal. Larissa temblaba, lloraba y le era difícil respirar.
—Debo irme —dijo alejándose, Garden le suplicó que esperara, pero la chica corrió hasta su auto y se fue. Garden llamó a Marcus, el novio de Larissa, explicando lo ocurrido, quien de inmediato salió a buscarla.
Larissa detuvo el auto a dos calles de llegar a casa. No podía seguir conduciendo con los ojos empañados por el llanto. Bajó del auto, no podía más. Vivía una pesadilla, sus padres estaban muertos y no lo recordaba, no entendía lo que pasaba.
Un hombre se acercó a ella, llamándola. Tenía el rostro angustiado y la tomó con suavidad del rostro
—Larissa, mi amor, ¿Estás bien?
Larissa alejó con fuerza aquellas manos de su rostro, mirándolo con estupor
—¿Quién eres tú? —exclamó aterrorizada.