—No es que queramos tenerlos vigilados todo el tiempo —vino el turno de Robert, mirándonos con aquellos ojos azules oscuros que, en su momento, intimidaba cuando quería—. Solo que las acciones de las personas nos hacen llegar a estos extremos, pero les aseguro que pronto todo esto terminará y seremos lo mismos de siempre. Después de escuchar todo lo que decían y aceptar de que habíamos hecho mal, a pesar de que me dolía el brazo y que me sentía agotada, sentí que este era el momento de averiguar algo. Estuve un rato escondida detrás de las escaleras y admito que me ví como una loca chismosa, pero era ahora o nunca. Quería estirarme y me quejé un poco del por qué tardarían tanto en la cocina, solo se escuchaban voces lejanas y me aseguré de que nadie me viera en mi escondite. Ya le había