Capitulo 21

2320 Words
Francesca Nunca había ido a un club, nunca había salido a bailar, de hecho, creo que nunca había salido más que para hacer las actividades que tenía asignada. No me emborrache, ni fume a escondidas, o me escape de casa, hasta ahora mi vida había sido completa y totalmente aburrida, eran las nueve de la noche y estaba con Bianca vistiéndome en un atrevido vestido dorado que me había obligado a comprar hoy. Era demasiado, corto por encima de las rodillas y con un escote en la espalda que escandalizaría inclusive al menos puritano, claramente no lo había elegido yo, pero, según mi mejor amiga tengo un pésimo sentido de la moda, palabras suyas no mías, la deje hacer, el vestido combinaría con unas sandalias a tono y había preparado un maquillaje que resaltaría mis ojos. Cuando quise atarme el pelo dejo bien en claro que esta noche, iría suelto, acorde a la nueva Francesca que debería empezar a dejar salir. La nueva Francesca. Aun no estaba segura de quien era, o en que me convertiría, pero estaba tratando de dejar de lado todas esas voces inseguras que me carcomían la mayor parte del día, quería luchar con uñas y dientes por descubrirme, por quererme y por aceptarme. No es como que fuera a empezar o descubrirlo esta noche, pero por primera vez no me cuestione si el atuendo era adecuado o no, si mi pelo se vería prolijo y recatado. No, quería fluir, así como dejo fluir el pincel cada vez que pinto, sin reglas, sin estructuras, sin límites. Cuando termino y me vi en el espejo, la respiración se me corto, no me veía para nada como yo y en alguna parte me sentí yo misma, suena loco e inentendible, pero fue de las primeras veces que me miré al espejo y me sonreí. Bianca termino de arreglarse, estaba hermosa en ese vestido rojo que acentuaba el fuego de su cabello, sus ojos verdes siempre eran una combinación perfecta, además, tenía unas botas que hacían ver sus piernas kilométricas. A veces la miraba y envidiaba un poco la confianza que emanaba, siempre fue la más fuerte de las dos, donde yo me acobardaba y me retraía, ella era desafiante y aguerrida, mientras yo me sentía ansiosa con todos, ella se movía con naturalidad, fluyendo en donde sea, como si siempre perteneciera ahí. Yo no pertenecía a ningún lugar. —Lista? — me llamo, sacándome de mis cavilaciones, sonreí y asentí—. Vamos entonces a mover el cuerpo, quiero ver que ofrece ese ruso que está mejor que cualquier postre que he probado. Negué con la cabeza, habíamos tenida esa conversación en el almuerzo, fui clara cuando le dije que se olvidara de ello, que no intentara nada porque eso solo traería problemas, ella ya estaba prometida a alguien y no tardarían mucho más en hacerlo oficial. Además, era ruso y los italianos los odiaban, habían permitido uno porque suponía una alianza y era el Boss, pero era claro que no dejarían que sus hijas siguieran mi destino. Y menos la hija del consigliere del Don de la Cosa Nostra. —Red...— dije, tratando de sonar lo más empática que podía, pero no me dejo terminar me callo antes. —Tranquila, lo sé— me sonrió—. Se cuáles son mis limites Fran, no soy idiota, pero esta noche es nuestra primera vez en un club, solas las dos con dos hombres que parecen sacados de un catálogo de Calvin Klein, solo quiero divertirme con mi mejor amiga— me sostuvo una mano—. Quien sabe cuánto tiempo va a pasar hasta que nos volvamos a ver, quiero que esta noche sea nuestra, tuya y mía. Además, un poco de baile caliente y coqueteo no van a matar nadie. Me guiño el ojo y negué sonriendo, no había caso con ella. Salimos de mi habitación y cuando llegamos al final de la escalera vi a Marko parado esperándonos, nunca iba a dejar de asombrarme lo bien que ese hombre se veía, pero esta noche había algo particularmente distinto que no lograba ver que era. Tenía un pantalón n***o de vestir y una camisa haciendo juego, arremangada hasta los codos, dejando ver las venas de sus brazos, su pelo no estaba peinado como siempre, parecía despeinado de una forma sexy. Esa que te quita el aliento. Cuando nos escuchó se giró y nuestras miradas se encontraron, parpadeo al momento en que sus ojos barrieron de forma lenta y precisa mi vestido. Algo oscuro y pesado se asentó en las profundidades de esos pozos azules, provocándome una corriente de escalofrió por todo el cuerpo. —Están hermosas— dijo cuando llegamos con el—. ¿Vamos? El auto está afuera esperándonos. —Gracias— dijo Bianca—. Es usted un caballero siempre. —Solo Marko, Bianca— me tomo de la mano y entrelazo nuestros dedos—. Eres la mejor amiga de mi esposa, creo que podemos tutearnos. —Ciertamente— salimos afuera, dejando que mi amiga se nos adelantara y se metiera primera al auto, lo que nos dejó un segundo solos. —Quisiera decirte que estas hermosa, mía cara— susurro Marko en mi oído, mientras su mano pasaba lenta y perezosa por la piel desnuda de mi espalda—. Pero incluso eso quedaría demasiado insignificante para describir realmente como te ves esta noche. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, me guio al auto donde mi amiga nos esperaba. Diez minutos después estábamos llegando al club, antes de entrar al estacionamiento privado pasamos por la puerta donde la fila era de una cuadra, no entendía como tanta gente hacia fila tanto tiempo para entrar a un lugar que probablemente adentro estaría explotado de personas. Nos bajamos y Marko volvió a sostener mi mano mientras entrabamos al lugar, mi cuerpo vibrando por demasiadas cosas, su cercanía, la música fuerte que atravesaba hasta tu más mínimo pensamiento, las luces parpadeantes, la gente bailando, todo era demasiado. Subimos una escalera hasta un reservado, donde había una mesa baja bastante amplia y dos grandes sillones, Dominik ya estaba ahí esperándonos y me sorprendió en ver como su mirada cambio en cuanto Bianca entro en escena. Esto no iba a traer nada bueno podía hasta olerlo. —Dios, creo que me morí y acabo de revivir en un mundo de diosas— se acercó a mi amiga, tomo su mano y la beso más tiempo de lo socialmente aceptable sin dejar de mirarla—. Eres una fantasía divina. —Y tú no estás nada mal, ruso— paso por su lado, guiñándole el ojo y se sentó en unos de los sillones—. ¿Qué tienes para mí? Quiero divertirme esta noche. —Diversión es mi segundo nombre— respondió Dominik, mientras se sentaba a su lado y le ofrecía un shot de vodka. Marko y yo nos miramos, este resoplo y negó con la cabeza, claramente él también había tenido una charla parecida a la mía con su amigo, ya no estaba segura de que tan buena idea había sido esto. Nos sentamos en el otro sillón y Marko me ofreció lo mismo, al principio dude, pero lo tome, se supone que esta sería una noche distinta y no iba a tomar jugo, en mi primera vez en un club. La música resonaba por todo el lugar, pero donde estábamos llegaba de manera más cálida porque podíamos charlar y escucharnos, la noche fue pasando entre tragos y anécdotas, todas contadas por Dominik, era gracioso naturalmente y desfachatado sin esfuerzo. Era un hombre apuesto y sexy, pero no de la misma forma imponente y avasallante de Marko. Mientras su amigo contaba historias en donde siempre quedaba bien parado para impresionar a Bianca, el hombre a mi lado apenas y hablaba, sin embargo, durante toda la noche había estado acariciando la piel de mi espalda, en suaves caricias, en patrones o simplemente con la yema de sus dedos. Eso había provocado tal ansiedad en mí que apenas y podía manejarla, esa noche en la cocina en donde me toco de la misma forma empezó a repetirse en mi cabeza una y otra vez, haciéndome de golpe demasiado consciente de su cercanía, su perfume, el calor, los muchos tragos que ya había tomado y todo lo demás. Parpadee en el momento en que Bianca me tiro de la mano y me aparto de su lado, trayéndome de nuevo a este plano astral. —Vamos a bailar— no pude replicar porque la siguiente fue que estaba bajando las escaleras y metiéndome entre la gente. Nos dejamos llevar, yo me deje llevar por primera vez, sin miedos, sin vergüenza, quizás un poco producto del alcohol, bailamos al ritmo sensual de la música que era perfectamente acompañada por las bajas luces. Nuestras caderas tenían vida propia. Sentí un escalofrió recorrer mi espalda que me erizo la piel. Me giré y vi desde la parte superior un par de ojos mirarme, la intensidad de esa mirada me dejo mareada. Azules. Azules, pero en su mirada había destellos de oscuridad llenos de lujuria y me sentí atrapada ahí, donde el toque de sus ojos ardía con demasiada intensidad. Nunca me había sentido así. De golpe sentí un par de manos sobre mi cintura y me tense, sabía que no era Marko, pero cuando mire de nuevo hacia arriba el ya no estaba, me voltee buscando a Bianca mientras amablemente le sacaba las manos a este hombre. La encontré bailando demasiado cerca y pegada a Dominik, por mucho que me negara no iba a cortar ese rollo, asiqué en mi neblina mental pensé que era un buen momento para pararme por mi misma, defenderme de algo si no lo quería. No llegue muy lejos, ni yo, ni la mano del desconocido cuando Marko se la sujeto al punto de quebrársela, jadee consciente de aquello. —Vuelve a ponerle las manos encima a mi mujer y será lo primero que corte de tu asqueroso cuerpo— el hombre menos corpulento que él se retorcía bajo su agarre, pidiendo y suplicando que lo deje ir, Marko no estaba haciendo demasiada fuerza, pero su voz y su mirada aterrarían a cualquiera. El silencio se hiso presente y Dominik negó con la cabeza riendo sin soltar a Bianca. —Deja al pobre idiota— dijo mientras hacía señas y dos guardaespaldas aparecían—. Se va a orinar encima. Cuando el escándalo paso las luces volvieron a apagarse y la música resonó fuerte por todos lados, las personas volvieron a bailar como si nada hubiera sucedido, yo estaba parada ahí totalmente impávida viendo a Marko tenso y con la respiración irregular. Me saco de la pista de baile y me llevo por un pasillo, las luces eran tenues y no había personas ahí. Esperaba la reprimenda, los gritos, incluso algo peor, no es como que yo hubiera querido pero otro hombre me había tocado en público y eso era deshonroso. La mirada de Marko se suavizo una vez estuvimos solos, pero seguía tenso, yo me sentía mareada y por primera vez me di cuenta que estaba algo borracha. Empezó a acercarse a mí, tanto que sentí mi espalda chocar contra la pared, una bocanada de aire se me escapó. Sus brazos subieron a cada lado de mí, enjaulándome, estaba tan cerca que todo mi cuerpo zumbaba bajo la superficie. —Sabía que causarías estragos con ese vestido en cuanto te vi, mía cara—respiré. Estaba distraído, su mirada al lado de mi cabeza, donde un mechón de mi cabello rozaba su mano. Lo tomó entre sus dedos, y la pequeña cantidad de presión en mi cuero cabelludo se apretó entre mis piernas. Ansiosa, deseosa y palpitante. ¿Podría culpar al alcohol de ello? Mi cabello se deslizó entre sus dedos, y su mirada se centró en mi cara, algo oscuro y perezoso jugaba en sus ojos. —Estas borracha Francesca? —No... - las palabras no salieron muy convincentes de mi boca, Marko delineo el contorno de mis labios y me miro de una forma que me quito la respiración. Miré quede mirando su mano y supe que mi libido estaba completamente fuera de control en ese momento, porque imaginé su mano sobre mí, en mi cabello, en mi garganta, cubriéndome la boca. El calor pulsaba entre mis piernas y también lo imagine ahí. —Tus ojos están más brillantes, más dorados, yo creo que me estas mintiendo— sus labios acercándose a los míos, rozándolos, tentándolos, dejándome con ganas de más. —Marko…— jadee y exhale un suspiro, dejando que mis ojos se cerraran. —Suficiente para ti ángel, nos vamos— no proteste, tenía razón me sentía mareada, salimos del lugar no sin que Marko se asegurara que Bianca estaría en una hora en casa y escoltada por sus hombres. Dentro del auto me recosté sobre el asiento, tratando de calmar mi cabeza y la ansiedad de mi cuerpo. Cuando llegamos Marko me despidió en mi habitación, algo frustrada por su inesperada distancia, pensé que al menos me besaría, no fue así, quizás no le había gustado esta noche tanto como había dicho. Me desnude de camino al baño, había algo bastante liberador en sentir mareada por el alcohol, te desinhibía de cierta forma. Me metí bajo el agua y me di una ducha rápida solo para sacarme el sudor y el olor a humo y alcohol. Salí desnuda, sin tomar una toalla y me miré al espejo. Tenía el pelo mojado, la mirada brillosa y las mejillas sonrojadas y me gusté, por primera vez me vi al espejo y me sentí hermosa, había algo diferente, era minúsculo, pero estaba ahí. Casi lloro sino me hubiera asustado hasta la medula cuando la puerta se abrió, captando la mirada de sorpresa a través del espejo en el hombre detrás de mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD