Di la vuelta frente al espejo, algo desganada y con pocas ganas de ir.
—Ya le dijiste que ibas, no puedes echarte para atrás —traté de convencerme a mí misma.
Me alisé la falda del vestido que Adam había preparado para mí y suspiré. Estaba segura de que Kevin se daría cuenta de lo que me pasaba, además de que tenía los ojos enrojecidos y eso no era fácil de ocultar con el maquillaje.
Tomé una bocanada de aire y de repente, escuché unos toques en la puerta.
Me sobresalté un poco, pero me dije que seguramente no era mi primo rubio, ese no me había hablado nuevamente y debía admitirlo, su ausencia me provocaba un vacío en mi pecho.
—P-pase —dije de manera tímida, insegura de lo que pudiera encontrar al otro lado.
Alcé el rostro insegura y vi a Ashton observarme de arriba a abajo con una sonrisa, cosa que me hizo sentir algo nerviosa.
—Te ves hermosa, Natalie —me miró con aprobación y aunque sonara absurdo, eso me hizo sentir mejor—. ¿Vas a salir?
—Con mi mejor amigo —musité algo avergonzada, sin saber la razón.
—Ahh, el chico basquetbolista —su tono me pareció extraño, por lo que fruncí el ceño, demandando una explicación—. Se nota que te quiere mucho. ¿Ya te pidió ser novios?
Lo miré casi con pánico. ¿A qué venían esas preguntas tan extrañas?
Ashton andaba raro, era más que obvio que su comportamiento había sufrido un cambio y la verdad, me daba escalofríos pensar que era por mí.
Demasiadas complicaciones tenía ahora, como para tener a un mejor amigo celoso y además, que el primo de mi primo comenzara a sentir un repentino interés por mí.
—K-Kevin y yo… somos amigos —dije con el ceño levemente fruncido, al notar su mirada inquisidora.
—¿Segura? —esta vez me miró divertido y debía admitirlo, no estaba de buen humor.
—Claro que sí, es sólo mi amigo, Ashton —bufé, notando que se había divertido más con mi pataleta—. ¿Por qué todos tienen que preguntarme lo mismo?
—Natalie…
—Estoy harta de que todos hablen de relaciones, novios y esas cosas —pateé el piso con el pie, sintiendo las ganas de perderme entre mis sábanas hasta cumplir veinte.
—Natalie…
—¡¿Qué? —exclamé exasperada, viendo que Ashton no hacía más que voltear hacia la entrada.
—Alguien viene… —susurró, poniéndose tan cerca de mí, que sentí su calor golpearme como una avalancha.
—A-Ashton… —musité, sumamente nerviosa por sentir su respiración cosquillear en mi nariz. Él volteó nuevamente y sonrió de medio lado—. ¿Q-qué haces?
A estas alturas, sentía que iba a sufrir un síncope. ¿Qué diablos hacía? Ya me estaba poniendo demasiado nerviosa.
—Sígueme la corriente, Nat —dijo, para tomar mi mano y mirarme de manera extraña, una que hacía anudar mi estómago—. Te dije que todo depende de ti, ¿entiendes?
—¿Q-qué cosa? —murmuré, medio perdida y aterrada por su comportamiento.
—De que tú y yo… estemos juntos —sonrió nuevamente y tuve que tragar saliva. Sus ojos… esos ojos me recordaban tanto al chico de mi sueños—. Natalie…
—¿S-sí? —hablé en un tono tan bajo, que estaba segura que no me había escuchado.
Ashton fue acercándose cada vez más y mi primera reacción fue echarme para atrás, pero antes de ejecutar tal acción, recordé lo que me había dicho el pelirrojo y me quedé quieta, viendo incrédula que estaba a punto de besarme.
El roce de su boca fue suave, apenas perceptible, pero lo suficiente para encender mis mejillas y acelerar mi corazón.
¿Qué estaba haciendo? ¿Y por qué me prestaba a esto…? Ah claro, yo le había pedido un beso… pero eso había sido antes y me había dicho que no…
—¡Natalie! —me sobresalté al escuchar mi nombre y volteé de inmediato hacia la salida, viendo con el corazón desbocado a Ethan desde la puerta de mi habitación, a punto de abalanzarse contra Ashton.
—Oh… hola, Ethan —dijo el pelirrojo muy pagado de sí mismo, haciendo que lo mirara boquiabierta por su descaro.
—¡TÚ! —gritó como poseso, dando grandes zancadas hasta dentro de la habitación, dispuesto a enfrentar a su primo—. ¡Primo traidor, desleal y desvergonzado!
—¿Yo? —exclamó Ashton, con evidente deseo de molestar a su primo y reírse.
Ethan estaba fúrico, sólo cuando peleó contra Kevin lo había visto así y el contraste con la expresión de su primo pelirrojo era tan graciosa, que pude haberme echado a reír, si no fuera por la mirada que me dirigió mi primo rubio.
Eso me enfureció también. ¿Con qué derecho venía a pelear contra Ashton y contra mí?
“Eres un idiota, Ethan Wells”
—¿Ah, sí? —me miró el rubio con una ceja alzada y estuve a punto de palmear mi frente. ¿Otra vez? ¡Maldición!—. ¡Quisiera saber por qué me dices eso ahora!
—Porque lo eres… —murmuré entre dientes, volviéndome nuevamente hacia Ashton—. ¿Qué tal si nos vamos de aquí? Creo que el ambiente se puso pesado y… desagradable.
Y sin poderlo prever, Ethan se abalanzó sobre Ashton con toda la fuerza de la que era capaz, derribando al pelirrojo en un segundo.
Lancé un grito, alertando a Adam y seguramente a parte de la servidumbre, que corrieron apresurados hacia donde estaba la trifulca.
Ashton se levantó como si nada con una enorme sonrisa y le devolvió el golpe a Ethan, quien cayó al piso ante mi mirada aterrada y cargada de preocupación, reporchándome al instante por preocuparme por ese tonto.
—¡Rompiste mi nariz, bastardo! —vociferó Ethan, lanzándole una mirada envenenada a su primo mayor.
—Pues creo que estamos a mano, tú le rompiste el corazón a Natalie y sin alguna razón válida —se encogió de hombros Ashton, tomando mi mano—. ¿Vamos, Nat?
Ni siquiera podía moverme. La mirada que tenía Ethan sobre mí desarmaba todas mis fuerzas, haciéndome todavía más tonta y torpe.
¿Por qué tenía que verme de esa manera? Su mirada se había suavizado y me veía con culpa… incluso sus ojos se habían cristalizado, provocando un nudo en mi garganta.
La mano de Ashton sobre la mía, apretándola, me hizo salir de mi letargo y asentí, desviando rápidamente la mirada de ese rubio.
Ashton me llevaba quién sabe a dónde, cuando nuevamente escuché esa voz que bien conocía, perteneciente a ese primo idiota que tanto amaba.
—¿Acaso te gusta Ashton? —no se oía molesto, ni siquiera parecía ser una pregunta. Solamente parecía estar… triste.
—Si eso es así, no es algo que te incumba, Wells —espeté de manera seca, yéndome de allí lo más rápido que me permitían mis pies.
Actuaba dolida por su rechazo y actitud sobreprotectora, pero la verdad es que me dolía que siempre pareciera actuar de manera tan bipolar.
Tenía que irme a Inglaterra, aunque todavía faltaba la obra de Romeo y Julieta, que por alguna broma cruel del destino se había retrasado, tenía que cerrar ese ciclo de Ethan, ese que tanto daño me estaba haciendo.
Lo amaba, sí, pero estaba dispuesta a arrancarlo de mí.
Sólo esperaba reunir las fuerzas necesarias para conseguirlo.
***
Kevin me llamó en cuanto le respondí por mensaje que no tenía ganas de salir esa noche. En pocas palabras, le expliqué que me sentía deprimida, pero pese a la insistencia de mi mejor amigo, me había negado a decir el porqué.
Cosa que no era necesaria, porque por algún motivo… Kevin lo sabía.
—¿A ti te gusta alguien, cierto? —preguntó, tímido.
"Ay no, él también…", pensé, sabía 100% lo que vendría ahora.
—Sí… —susurré, dolida.
"Pero no tienes de qué preocuparte, amigo, fui rechazada…"
—¿Es tu primo?
Guardé silencio, mientras me dejaba caer de espaldas sobre la cama y cubría mi cabeza con una almohada.
En serio. ¡¿Tan obvio era?!
—Yo…
—¿Fue por eso que me preguntaste lo de aquel chico de tu pasado? —Kevin pareció preocupado—. ¿Creíste que se trataba de tu primo?
—Sí… —admití avergonzada—. Estuve mucho tiempo creyéndolo, pero me has confirmado que me equivocaba y ahora…
—Ethan es un cretino estúpido, Natalie —me interrumpió él, molesto—. Si confías en él, te usará sin dudarlo… por favor, jamás le confíes tus sentimientos.
—No, Ethan no es así —respondí, preocupada por aquella agresividad.
—Tu primo no es de fiar —insistió mi amigo—. Se aprovechará de lo que sientes para usarte como quiera… no debes confiar en él, no lo conoces.
Eso me hizo enojar y me entraron ganas de desmentirlo por completo, a pesar de lo sucedido más temprano con Ashton. Me puse de pie en un salto, con renovadas energías.
Si había algo que detestaba y a lo cual me había visto obligada escuchar toda mi vida, era que hablaran mal de mi primo.
—No —repliqué enfadada—. Tú eres quien no lo conoce. Podrás llevarte mal con él, porque sí, ¡Ethan es un cretino estúpido, egoísta y narcisista! —grité con rabia, sintiendo una presión en mi garganta, prueba firme de que estaba por ponerme a llorar—. Pero eso es solo la mitad de él y yo conozco la otra mitad.
>>Y no, no sólo me gusta porque creía que él era el chico de mi pasado… me gusta porque en serio, a pesar de que es mi primo, hace que mi corazón lata con sólo mirarle. Porque al verlo no sólo veo a mi primo estúpido, veo al Ethan amable, al tierno, al romántico, al chico que le gusta reír y dormir, el que dice que no se preocupa pero aún así lo hace, el atento, el cuidadoso… el que ama jugar basket y pintar… el idiota que le teme a la oscuridad, el celoso y sobreprotector…
>>Y puede que nadie en la familia le vea así, nadie más que yo, pero entonces ellos son los idiotas… y puede que sea yo la enferma por enamorarme de él de la forma en la que lo hice… pero al hacerlo, pude ver los infinitos dones que él tiene y que nadie más parece ver y pude llegar a una conclusión en donde afirmo que sólo una idiota no se enamoraría de él después de conocerlo como yo lo hago. Y no, no digas que me equivoco sobre lo que siento… ¡Lo amo! —grité, con las mejillas sonrojadas por el esfuerzo—. ¡Estoy enamorada de mi estúpido primo! Y no creo que él pueda lastimarme, jamás —dije con voz firme—. Confió en él con mi vida y lo seguiré haciendo.
—¿Ah sí? —susurró una voz detrás de mí.
Volteé sorprendida, al saber de antemano de quién provenía aquella voz.
¡Tenía que empezar en serio a cerrar mi puerta con llave!
Ethan, apoyado en la puerta cerrada de mi cuarto, me miraba con calma. Aún tenía el rostro con evidencias del golpe propinado por su primo pelirrojo.
Corté de inmediato la llamada, avergonzada por lo que había pasado y lo que había dicho ahora.
—¿D-Desde hace cuánto estás ahí? —pregunté haciendo una mueca, incómoda.
—¿De verdad crees todo eso de mí? —preguntó con calma, ignorando mi pregunta.
Su mirada estaba llena de pena.
—Sí —dije con voz firme, avergonzada por haber dicho todo lo que sentía y que él me hubiera escuchado, pues eso sólo haría más tensa la relación entre ambos.
"Oh, perfecto… creerá que estoy obsesionada con él, como todas las chicas", pensé avergonzada.
Ethan avanzó hasta mí, saliendo de su quietud tan de pronto, que me sorprendí.
Me sujetó de los hombros y me empujó hacia la cama con violencia, subiéndose con rapidez sobre mí. Sentí nervios en el instante en el que él apoyó los brazos a mi lado sobre el colchón y clavó sus ojos sobre los míos, recorriendo su cuerpo con codicia, cosa que me asustó.
—¿Y si yo quisiera…? —dejó la pregunta inconclusa, no necesitaba terminarla.
—N-No lo harías… —musité con nerviosismo, ante la agresividad en su voz—. Dijiste que no sentías lo mismo por mí…
Él sonrió con crueldad.
—¿Y quién dijo que necesitas amar para hacer eso? —comentó con burla—. Prima estúpida.
Eso me dolió.
"Es un cretino estúpido", había dicho Kevin, "Si confías en él, te usará sin dudarlo…"
—Tú eres el estúpido —no sé de dónde saqué fuerzas, pero lo empujé lejos de mí y lo tumbé de la cama. Cayó sobre el piso, con un quejido lastimero—. ¡Y no voy a disculparme por eso!
Ethan se levantó y volvió a acecharme como si fuera una presa y él, el cazador. La analogía no podía ser más acertada, estaba bastante asustada por su actitud tan bipolar.
—¿Y lo que pasó con Ahston? —cuestionó, mirando mis labios con detenimiento, cosa que hizo acelerar mi corazón.
De pronto quería besarlo de nuevo.
—No tengo que decirte nada… —desvié la mirada, para que no se diera cuenta de mi sonrojo, pero Ethan puso una mano bajo mi barbilla y me obligó a mirarlo.
—¿Te gusta o no? —demandó con firmeza y tuve unas ganas inmensas de mandarlo a la mierda, pero me ganaron las ganas que tenía de decirle lo que estaba por hacer estallar mi corazón—. ¿Te gusta Ashton?
Negué con la cabeza, incapaz de mentirle a esos ojos azules.
—Te amo… —dije sincera.
—Basta —ordenó él, serio—. No me digas eso. Nada cambiará con que lo digas.
¡Maldito bipolar!
Esta vez fui yo quien lo tomó de los hombros, haciéndolo caer sobre la cama, subiendo a horcajadas sobre él.
—Pero es verdad —susurré muy cerca de sus labios—. Yo…
Él se quitó de encima y nuevamente me puso debajo de él. Me estremecí cuando sus labios rozaron la parte sensible de mi cuello, subiendo hasta el hueco detrás de mi oreja.
Gemí sin poderme contener y busqué sus labios… aunque él me rechazó de nuevo y tenía que admitirlo, dolía como los mil demonios.
—El perro tiene razón —me interrumpió, cerrando sus ojos—. No deberías confiar en mí, menos ahora que estarías dispuesta a acostarte conmigo o cualquier cosa así. —apoyó las manos sobre mis muñecas y me sujetó con fuerza—. Soy un chico, soy más fuerte que tú… ¿Qué pasaría si un día yo…?
—Temes lastimarme… —susurré, tímidamente—. Si no fuera así, no me advertirías de lo que puedes hacerme, sólo lo harías.
Mi primo gruñó.
—No estás entendiendo el punto, Natalie —aplicó más fuerza—. Tu confianza en mí no tiene fundamentos…
—Sí los tiene —repliqué con calma.
—El enamoramiento no es un fundamento…
—No es enamoramiento… —repliqué, frunciendo mi ceño levemente. No era una colegiala enamorada de una estrella sólo porque me pareciera lindo… no, mis sentimientos no eran ni remotamente parecidos, mis sentimientos iban más allá—. Yo de verdad te amo…
—¡Basta! —exigió, comenzando a molestarse—. No sabes lo que dices.
—Confió en ti con mi vida —decidí, con extraña calma—. Y no lo digo sólo por lo que siento por ti, Ethan, lo digo porque te conozco desde hace años, porque somos primos y amigos, porque sé mucho sobre ti y tú sobre mí y por todo lo que me oíste decir hace unos segundos, por eso confío en ti… y si aún crees que me equivoco, demuéstrame con un ejemplo real por qué no debo confiar en ti con mi vida…
—¿Un ejemplo? —preguntó él, con amenaza.
—¡Sí! —grité, decidida a demostrarle que se equivocaba.
Él pareció dudar… y por un segundo, creí que no se atrevería a contestar.
Y entonces…
—Tu accidente —comentó, con serenidad—. Tu accidente es mi prueba por excelencia…
—¿M-Mi accidente? —pregunté con duda.
—Ese accidente que tuviste hace ya casi cinco años y por el cual perdiste tu memoria… lo causé yo —dijo, viéndome directo a los ojos, por lo que supe sin dudar, era verdad—. Eso es lo que Kevin no quería que recordaras… que sí nos conocimos antes. —me soltó y se puso de pie. Pero ya no había ni seriedad ni calma en su mirada, sólo tristeza… infinita tristeza—. Y si en serio creías que podías confiar en mí, es porque simplemente no sabías eso, Natalie… y ahora lo sabes.