En la actualidad todo es muy abrumador y extenuante, el ritmo que llevan las personas, incluso para las almas de aquellos que renacieron en el siglo XXI. Las cosas desconocidas y maravillosas, cambios radicales, diferentes formas de pensar, entre otras cosas más, son las que dejan sin aliento a cualquiera que recuerde su pasado.
Sin embargo, con el pasar del tiempo pocos piensan en que entre nosotros existen seres que llevan acompañándonos desde la creación del mismo planeta y que son muy importantes para la conservación de este mundo en el que habitamos, ellos son: los elementales.
Sí, alguno que otro conoce su historia que se ha pasado de generación en generacion pero la mayoría desconoce de ellos al creer que solo son un mito creado por los adultos mayores para que los jóvenes teman a aquellos cuatro que castigarán al mal que habita en la tierra.
El inicio de la historia de estos cuatro seres se remonta desde la creación del planeta, unas horas después del big bang.
El mundo fue creado para ser un lugar habitable para el hombre pero este en el inicio no tenía lo que ahora vemos. Se encontraba deslolado y sin vida, como una simple roca enorme más en aquel vasto espacio lleno de astros resplandecientes y variados en su tipo, pero un ser de mayor de gran autoridad y divinidad decidió crear a 4 niños muy especiales, quienes representarían un elemento: tierra, fuego, aire y agua.
El ser supremo denominado como "dios" tomó pequeñas rocas de la luna y comenzó a mezclarlos con en un gran recipiente del cual solo hizo una mezcla de un color blanco y con ella solo comenzó a darles forma de de dos pequeños a los cuales les otorgó un elemento a cada uno, los cuales fueron: agua y aire.
Al tener las dos figurillas hechas, solo volvió a ver hacia el cielo para buscar de que componente podría crear a los otros dos, ya que los elementos que le faltaban eran cálidos. Pasando una mano por su gran barba gris, solo analizó a cada astro hasta llegar al sol.
Era perfecto, y sin dudar sólo tomó un pequeño fragmento del gran astro ardiente y repitió el mismo proceso para hacer a los otros dos niños, a los cuales les dio los otros dos elementos restantes.
Al llegar el momento de dejarlos recostados en aquel lugar estéril y sin vida alguna rondando, les sopló y los cuatro solo se levantaron para después mirar a su creador, quien les dio una orden. Ellos solo asintieron comenzaron a correr y jugar para comenzar su labor.
— ¡Tierra se levantó al último, tierra se la queda!.— gritó el niño mientras miraba a sus otros dos compañeros.— ¡vamos Fuego y Aire, corran!.— les pidió Agua.
Aire arqueo una ceja y miró con gran curiosidad a Agua para luego interrogarle.— ¿por qué debemos de correr?.
— Por que es un juego.— respondió mientras en su rostro reflejaba una gran sonrisa.
— Si es un juego, esta bien.— esta vez habló Fuego.
— ¿Solo tengo que atraparlos?.— interrogó Tierra algo confundida.
— Sí.— le respondió Agua, quien solo comenzó a correr.
— ¡Esta bien, ahí voy!.— gritó Tierra con una gran sonrisa.
Los niños sólo comenzaron a correr mientras que su creador observaba atentamente el comportamiento de cada uno.
Agua al ir corriendo sin ver por dónde pisaba, solo cayó de un acantilado, pero del susto aquel espacio se llenó de agua haciéndolo flotar y salir a la superficie para ver a Tierra.
Mientras que aire y fuego seguían corriendo se percataron que a sus pies había algo de color verde brotando de la tierra y de que diferentes plantas que desconocían salían.
Su andar se vio detenido al ver a sus dos compañeros viendo el mar que se había formado, a lo cual tomaron como victoria para ellos.
— Tierra atrapó a Agua, ¡ganamos!.— Fuego sonrió triunfante.
De la emoción solo tomó a su compañera de las manos para comenzar a dar vueltas, provocando que el lugar se llenara de luz y de una brisa reconfortante.
Por otro lado, su creador solo se sentía satisfecho por lo que habían hecho los elementos, así que, con más tranquilidad los dejó ahí para irse a crear a los humanos.
Con el pasar del tiempo comenzaron a aparecer los primeros pobladores, los niños solo se llenaron de curiosidad al ver las acciones de ellos pero Tierra siempre les recordaba que no debían acercarse a ellos por orden de su propio creador.
Aire aceptaba y cumplía las órdenes que se les había impuesto y por eso observaba a esos seres desconocidos desde la cumbre de una montaña, su cambio de comportamiento fue muy drástico tanto que a Agua le preocupó, causando que un día la siguiera hasta el lugar donde miraba a los humanos.
— Aire, ¿te encuentras bien?— preguntó agua, quien solo se limitó ver a su amiga .
— Si, pero...— la pequeña solo se levantó del suelo para quedar frente a su amigo — Agua... ¿por qué ellos son diferentes a nosotros?...
Esa pregunta inundó al niño de dudas, provocando que comenzara a llover a causa de su confusión.
Mientras que del otro lado de la montaña se encontraban Tierra y Fuego tratando de resguardarse de la lluvia, así que entraron a la cueva donde moraban.
— ¿Fuego?..— la niña solo observó al niño quien mantenía un semblante lleno de preocupacion.— ¿dónde están?
— No lo sé, pero me preocupan un poco.— respondió el niño aún sin mirarla.— ¿vamos a buscarlos?
— ¡Si!, recuerda que debemos de estar juntos.— dijo la pequeña con una gran sonrisa.
Estaban a punto de salir de aquella cueva para buscar a los otros dos, pero estos llegaron juntos sin hablar del asunto y sus dudas.
Los días pasaron y gracias a Aire y Agua, Fuego y Tierra se vieron involucrados en la observación y análisis del comportamiento de aquellos que llamaban humanos, causándoles curiosidad su forma de actuar.
— Son raros... — dijo fuego al ver una pareja.— pero, lo más raro en ellos es su forma de comportarse.— miró a sus amigos.— ¿ustedes qué es lo que piensan de eso?
Agua y Tierra solo intercambiern miradas y solo le respondieron con simpleza:
— No sé.
Por otro lado Aire se encontraba sumida en sus pensamientos, hasta que recordó las palabras de su creador. Tan clara era la respuesta, que incluso su padre les había dicho en que eran diferentes ellos de los humanos, así que decidió recordarles.
— No son raros...— los tres solo la observaron y ella posó su mirada en ellos.— nosotros lo somos....
Esas palabras provocaron que sus amigos comenzaran a dudar respecto a su existencia, su cabeza se empezó a llenar de preguntas que resonaban como un eco con simples interrogantes como: ¿por qué raros?, ¿acaso ellos tienen algo que nosotros no?. Preguntas que nacieron de la duda que no salieron a la luz ya que Aire volvió a hablar al verlos tan perdidos.
— Ellos son creaciones completas.— dijo apuntando hacia la civilización que se encontraba bajo la montaña.— escuché que ellos tienen algo llamado amor....
— ¿Amor?.— preguntó Fuego.— ¿qué es eso?.— miró a la civilización.
— ¿No será ese comportamiento extraño que tienen los hombres con las mujeres?.—preguntó Tierra mientras observaba a la misma pareja.
— Entonces... si queremos ser una creación completa... ¿debemos sentir esa cosa llamada amor?.— interrogó Fuego.
— Si queremos averiguar por qué ellos son diferentes a nosotros debemos actuar como ellos.— respondió Aire.
Los cuatro solo se miraron mutuamente para asentir ante aquello dicho por Aire, y no esperaron mucho para comenzar a imitar a las personas pero les era demasiado complicado igualar los sentimientos y adaptarse a los conceptos que tenían.
El tiempo pasó rápidamente y estos fueron madurando, y creciendo como si de un humano se tratase, incluso aquel sentimiento llamado amor fue desarrollado solo por dos de quienes antes eran niños y ahora eran unos jóvenes.
Fuego y Aire, eran quienes habían logrado sentir amor, pero no entre ellos, sino que se habían enamorado de unos "simples humanos", según Tierra y Agua.
Los dos elementos trataron de tener una relación amorosa, Fuego con una bella doncella, y Aire con un hombre muy caballeroso y hermoso. Sus sentimientos fueron correspondidos, pero el castigo divino fue enviado por parte de su padre, quien mandó una grave enfermedad a las parejas de los elementos.
Los dos pecadores fueron llamados a una corte donde serían sentenciados por pecar, preocupando a sus otros dos amigos, quienes se encontraban temerosos ante aquella situación frente a aquel hombre que los había creado.
— ¿Tienen algo que decir respecto a su comportamiento impuro?.— preguntó el hombre mayor- ¿o quieren que ya les dicte su castigo?
Fuego solo desvió la mirada, pero Aire tomó el valor suficiente y habló sin pensar en las consecuencias que esto le traería.
— Tenía celos....— respondió con un semblante serio.— ellos tenían ese sentimiento que desconocíamos... por eso decidimos imitarlos.
— ¿celos?.— interrogó el hombre un poco confundido ante aquel término.
— Sí, teníamos celos- afirmó.— de que ellos tuvieran ese hermoso sentimiento, por eso fuimos contra tus reglas.
— Aire, pero si ustedes son seres completos, ¿para que querrías sentir amor?— el hombre solo arqueo una ceja para esperar una respuesta concreta, pero al ver que no respondía Aire decidió aclarar un poco las cosas.— se que tienen curiosidad, pero ustedes son seres diferentes a ellos, por eso no se pueden mezclar con ellos.
Tierra al escuchar las palabras de su creador solo alzó su mano para llamar su atención.
— ¿Entonces somos como un animal?.— dijo un poco preocupada.— ¿solo deberíamos estar con uno de ellos?.— dijo para apuntar a Fuego y Agua como si fuese lo peor que le podría pasar.
— No son animales, pero en lo de que ustedes deben relacionarse entre sí, tienes razón.— respondió el mayor.
Agua al escuchar eso solo interrogó con alegría a su creador.— ¿Entonces si yo me quedo con Aire?
El hombre solo pasó su mano sobre su mentón, pero al obtener una respuesta decidió comunicarsela a los jóvenes.
— No, ella no puede estar contigo.— esa aclaración provocó que la sonrisa de agua se desvaneciera, cosa que no le importo al hombre.— ya que tu y ella son elementos que le pertenecen a la luna, mientras que Fuego y Tierra pertenecen al sol.
— ¿Y eso qué significa?— esta vez habló Fuego, provocando una mirada de fastidio por parte del mayor.
— Que si uno no obedece puede causar una catástrofe, ya que son parte del sol y la luna...— dudó por unos momentos pero se vio obligado a hablar, ya que Fuego seguía reflejando confusión en su rostro.— por que ustedes fueron creados con fragmentos de esos dos astros, así que Fuego y Tierra son hermanos, como Aire y Agua.....
Esa aclaración provocó que más dudas salieran a flote, así que trataron de interrogar al mayor, cosa que no lograron hacer, ya que los ignoró para pensar en que sentencia debia ponerles a los dos pecadores.
— Fuego y Aire, ustedes llevarán ese pecado que cometieron por amar a esos mortales, así que serán condenados a pasar el resto de su vida juntos, quieran o no.— al ver el rostro de los jóvenes decidió poner más condiciones.— renaceran y morirán juntos, si llegasen a nacer en lugares diferentes, ustedes se volverán a encontrar.
— Yo no cumpliré.— dijo Aire quien se encontraba molesta por aquellas palabras de su creador.
— No pregunte si querías, es una orden.— al ver de nuevo a sus creaciones, decidió imponerles algo más.— además, cuando se enamoren de un mortal y ellos los correspondan, el destino provocará algo malo para esa persona.
Los dos elementos solo sudaron frío ante aquellas palabras, ya que no querían que volviera a ocurrir lo que habían presenciado,(la grave enfermedad de sus amados).
Después de decretar el castigo, una luz se hizo presente y cubrió a los dos para después desaparecerlos, dejando solos al dios y a los jóvenes tierra y agua.