Capitulo 2

3490 Words
Braian. Vamos al café con Yise y no está, hace dos días que no esta y eso me pone mal, la última vez el padre se la llevó de los pelos y no pude hacer nada, ¿Qué clase de padre es que se pone así por ver a la hija con alguien? Solo me pasan locuras por la cabeza que quiero alejar, pero se alientan mas cuando recuerdo la cara de miedo de Ivana al verlo, entonces eso me confirma que algo sucede ahí a puertas cerradas. —¿Estas así porque no está?. —dejo de buscarla por todo el café sin encontrarla. —La última vez que la vi su papá le dió una paliza delante mío. —eso la deja sorprendida. —Ahí viene. —la veo pasar apurada con la misma ropa de la última vez y toda golpeada, la dueña del lugar corre saliendo de atrás del mostrador y la abraza—. Dios santo ¿Qué le pasó?. —cuando reacciono ya estoy al lado de ellas. —¿Qué pasó?. —me acerco a Ivana que llora sin parar en el pecho de la dueña del café—. Soy policía ¿Qué pasó?. —El padrastro. —frunzo las cejas e Ivana no me mira, cierra los ojos apretándose mas—. La voy a llevar a lavarse y que coma algo, vaya a saber desde cuando anda dando vueltas. —respiro con fuerza apretando las manos. —Tengo la dirección... Quieres ir, no digo nada. —miro a Yise asintiendo. —Voy solo, no quiero meterte en esto. —Esta bien. Mientras voy a la casa de Ivana me digo, ¿Por qué me importa? Si a penas y la conozco ¿Qué me tengo que meter? Pero así como lo pienso lo desecho de inmediato, necesita ayuda y yo se la voy a dar, yo puedo darle la ayuda que necesita solo debe acepatarla, Dios sabe que es lo que ese mal macido hijo de puta le hace a la pobre, es muy pequeña de estatura, la debe dar vuelta como quiere y eso mas me enferma. Cuando llego no hay nadie, es un barrio bastante tranquilo, ¿Acaso nadie lo denuncia? porque si hay violencia en está casa debo suponer que hay gritos y llantos, me bajo con mi arma lista aunque intento de no hacer una locura, golpeo la puerta con fuerza dando la sensación que la pateo pero golpeo con mis puños. —¿Qué haces acá?. —Vengo por su hija. —frunce las cejas y mas cuando me acerco pinchandole el pecho con fuerza—. Y vengo a decir esto solo una vez... Una vez más que la toca, no voy a venir en buenos termino ¿Estás entendiendo?. —Esa putita no sabes lo que es. —lo agarro del cuello apretando con fuerza, me agarra del brazo abriendo grande los ojos de lo fuerte que lo aprieto—. Aaggggg. —¿Raul qué pasa?. —aparece una mujer toda golpeada y me rio asintiendo. —Así que eres un maricon hijo de puta que golpeas a las mujeres. —lo suelto y se ríe tosiendo—. ¿Cuánto por ella?. —¿Qué?. —miro a la mujer sin decir nada. —¿Cuánto quieren por ella? Se los doy. —Es mejor que te vayas y no vuelvas más. —se queda ahí, cerca de su mujer como todo un maricon. —Voy a volver a aparecer si la veo golpeada... —lo apunto mostrándole mi arma—. Y no a hablar viejo. En la estación ando gruñon y violento, a los trabajos que voy resuelvo todo a los golpes y Yise no dice nada, me deja sabiendo que nada va a calmarme porque estoy tan sacado que palabras en este momento no surtirían nada de efecto. Con Yise debemos ir a entrevistar a la familia de un hombre asesinado cuando me dicen que me necesitan abajo, sin imaginarme quien me necesita bajo corriendo hacia el mostrador de entrada. —¿Quién me llama?. —me apunta afuera y los veo a los dos parados. —No sé quienes son. —Gracias por avisar. —salgo sin pensar en nada viéndola que esta cabisbaja, tiene una mochila y un bolso de mano pequeño y él agarrándola del brazo con fuerza, casi haciendo que tenga que estar de puntas de pies—. Acá estoy. —Quiero cincuenta mil por ella. —la miro que tiembla de miedo al oír eso, pero aún así no dice nada—. Ya carga con la imagen de prostituta, no voy a soportar que siga viviendo en mi casa. —los miro sin creer, ¿Tanto miedo le tiene? ¿Qué le hace que no dice nada?—. ¿Aceptas o no? Tengo otros que la querrían. —Ivana ven. —la agarro del brazo acercándola a mi y miro su cara con furia, esta aún mas golpeada de lo que la vi en el café—. Vamos al banco por la plata así desapareces porque me das asco. —Ven Ivana. —niego parándome delante de ella. —Va conmigo. —esta por protestar cuando le hago frente—. No te voy a cagar viejo, seguime de atrás. —la llevo a mi auto y arranco. —No hace falta que hagas esto. —medio que me asusta que por fin abra la boca. —¿Tienes tus documentos?. —Los tiene él. —asiento sin decir nada. —Bien, llegamos. —la miro agarrando su mano—. No bajes, quedate acá en el auto. —Esta bien. —A penas baje aprieta este botón, traba las puertas. —le muestro el botón—. Cuando vuelva me abres. —Esta bien. —entro al cajero diciéndome que, qué es lo que hago, pero aún así saco la plata y salgo. —Mi plata dámela. —lo miro negando. —Primero dame los documentos de Ivana. —duda pero al final me los da y sonríe cuando le doy la plata—. No te quiero volver a ver cerca de ella... O vas aparecer descuartizado en un rio. —queda serio mientras da unos pasos hacia atrás—. No tienes idea de con quién te vas a meter si te acercas a ella... Estas advertido. —Ya vas a ver lo que es... Y vas a ver que yo soy la víctima acá. —Tomatela antes de que te rompa la cara. —vuelvo al auto y llamo a Jeremías. —¿Qué pasó? Yise fue sola a la entrevista. —Tuve un problema de urgencia, disculpa por no avisar no tuve tiempo. —arranco poniendo el alta voz—. Lo resuelvo y voy enseguida. —Bien... Le digo a Héctor que vaya con Yise hasta que llegues al lugar. —Gracias. —llego a mi casa y le abro la puerta así entra. —Ven. —una vez adentro queda de pie mirando todo, mis perros vienen enseguida a olfatearla y lo que me sorprende es que se dejan acariciar —Hola hermosos. —mueven la cola cuando los toca—. Son muy lindos. —Debo volver al trabajo. —deja a los perros para mirarme—. Arriba está la habitación, ve a descansar tranquila... Puedes darte un baño y comer lo que quieras. —esta muda, parece una muñequita de marfil, rota y triste—. Llego como a las cuatro o cinco. —Esta bien. —la verdad es que no sé qué hacer con ella. —Bueno, debo irme. Salgo pensando en que lo que pasó, en que es lo que hice ¿De verdad la compré sin decir nada? O peor, ¿De verdad pagué por ella como si fuera mercancía? Es tráfico y yo trabajo para terminar con eso y voy y lo hago como si fuera lo mas normal de la vida. Llego a donde debíamos ir con Yise, cuando me ve no dice nada y lo prefiero así, no hablo, no meto bocado alguno en todo el día donde estoy pensando en lo que pasó. A la tarde vuelvo a mi casa y entro con suavidad, no oigo nada, es todo silencio como cuando llego a diario después del trabajo, silencio puro, subo creyendo que se fue mientras no estaba, pero descarto eso cuando escucho la ducha, la cama está desecha en una parte y sus bolsos en la cama abiertos con ropa en la cama doblada dándome a entender que revisó que ponerse, miro la puerta y debo hacerle saber que estoy acá así no se asusta. —Ivana ya llegué. —Ya salgo. —sale vestida y el pelo húmedo—. Disculpa, necesitaba darme un baño. —No pasa nada, te dije que lo hagas. —asiente con tristeza en su cara. —A penas junte la plata te la voy a devolver. —agarra la mochila guardando todo y me mira—. Me voy a ir no, tendría que estar acá. —No vas a ningún lado. —me mira asustada, alzo las manos al darme cuenta—. Tranquila, no voy a hacerte nada... Puedes quedarte no es problema para mi, sé que no tienes a donde ir. —Vives solo y creo que no debes querer a nadie en tu casa. —No es problema en serio, ¿Qué mejor que quedarte acá? Si vas a la calle vas a pasar frío o pueden hacerte algo, acá estas segura lo juro. —después de unos segundos asiente, voy al ropero corriendo unas prendas—. Acá puedes poner tus cosas. —recuerdo que tengo su documentación, meto la mano en la campera y se los doy—. Acá están tus papeles... Guardalos bien. —Muchas gracias. —Bajemos a merendar, traje unas tartas... Y de paso me pones al día de lo que pasa. —llegamos a la cocina sin decir nada. —¿Qué hago?. —Sientate yo hago todo. —preparo café y la miro esperando a que diga algo pero ni siquiera se mueve—. ¿Puedes decirme qué pasa? ¿Es tu papá?. —No... Es mi padrastro. —¿Y porqué te golpea?. —Nos golpea a mi y a mi mamá. —aprieto las manos con fuerza por eso, no logro entender que lleva a gozar con golpear a la mujer que duerme a tu lado—. Si yo digo algo agarra a mi mamá mas duro. —¿Él abusa de ti?. —No. —la miro fijo porque como que se alarma. —¿Lo ha intentado?. —Muchas veces. —mira la taza mordiéndose los labios—. Lo ha intentado y mi mamá se mete y la viola a ella. —aprieto los dientes con fuerza, me mira con lágrimas—. En cuanto pueda me voy a ir, solo te pido que me des tiempo... Prometo ser buena y cero problemática. —Esta bien. —le sonrío así ya se tranquiliza un poco—. Puedes quedarte hasta que juntes la plata. ***** Ivana. A la noche lavo los platos mientras él barre y limpia la mesa, estoy pensando en que ya es hora de ir a dormir y tiene una sola cama, así que vamos a tener que compartirla porque debemos descansar los dos después del terrible día que tuvimos, bueno, no sé si va a querer que duerma con él, y si no lo quiere el sillón se ve muy cómodo. —Listo. —sonrío porque dejó todo ordenado—. ¿Vamos a dormir?. —Si, vamos. —sube primero, menos mal que lo hace porque si fuera primera iría incómoda creyendo que me mira. —Bueno. —apunta el lado que está mas cerca de la puerta—. Mi lado es este. —Uy disculpa, yo dormí ahí en la tarde. —No pasa nada. —queda sorprendido por mi reacción, actúo a la defensiva corriéndome de su alcance creyendo que me va golpear—. ¿Qué fue eso?. —Es costumbre. —Yo no voy a golpearte Ivana, y entiendo que ya actúas así. —Emmm. —miro hacia todos lados fregando mis manos en la ropa de los nervios—. Yo duermo donde sea, no me molesta. —va al ropero sacando ropa—. Me voy a dar un baño. —Yo me acuesto por mientras. —me acomodo con ropa y todo mirando la ventana, al rato lo siento acomodarse en su lugar. —Hasta mañana que descanses. —Gracias, tu igual. Miro la ventana en silencio y eso me altera, nunca pude dormir en paz, siempre peleas, insultos, llantos y golpes que esto me pone mal, y me pone aún peor no estar para mis hermanos, siempre los abrazaba y calmaba y ahora deben estar locos, solos y aterrados de lo que pueda suceder, pensar en eso me hace llorar en silencio así no me escucha. A la mañana me levanto poniendo todo de mi para no hacer ruido y despertarlo, me cambio y voy al trabajo, me queda medianamente cerca, desde donde mi mamá hasta acá tardaba mas de media hora caminando, pero desde donde Braian solo diez minutos. —¿Cómo estas?. —agarra mis manos apretandolas—. Se ve mal ese moretón. —Ya va a sanar. —le sonrío para que se tranquilice pero niega. —Cuando necesites descansar me avisas. —Si... Voy a atender o se me junta todo después. —empiezo a atender hasta que lo veo entrar solo—. ¡Buenos días!. —¿Porqué no me avisaste que venías?. —mi sonrisa se vuelve temblorosa al darme cuenta que esta enojado. —Estabas durmiendo, anoche te veías muy cansado que no quise despertarte. —¿A qué hora entras?. —A las seis y media. —frunce las cejas mirando hacia afuera. —¿Y te viniste caminando a las seis de la mañana?. —Si... Como siempre. Sin decir nada se va, me muerdo los labios porque claramente estaba enojado, pero no entiendo porqué se enojó, desde los catorce mas o menos que trabajo y siempre me manejé medianamente sola, porque Raul me vigilaba pero no me llevaba a ningún lado, entonces caminaba tal como caminé mientras vine hacia acá. Cuando salgo del cafe me voy a mi otro trabajo que tengo de limpieza en una casa, y ahí voy a la casa de Braian, cuando llego no hay nadie así que me quedo sentada en el pórtico en una esquinita, me doblo toda y ahí me duermo sin proponermelo pero estoy muy cansada y adolorida por todos lados de los golpes que me dió Raul; abro los ojos asustada cuando siento ruido, miro y es él con su compañera, entran a la casa sin darse cuenta que estoy acá sentada mirándolos, muerdo mis labios negando y vuelvo a cerrar los ojos. —Ey... Ivana. —somnolienta veo a Braian agachado delante mío—. ¿Qué haces ahí?. —¿Mm?. —me siento dándome cuenta que me había acostado en el suelo. —¿Qué haces ahí?. —Me dormí. —me friego la cara cabeceando de sueño. —¿A qué hora llegaste?. —mira su reloj negando—. Tendrías que haber entrado. —Llegué como a las ocho. —me paro gimiendo donde estaba en el suelo pelado—. Estabas con tu novia así que me quedé acá. —¿Mi qué?. —Entraste con la chica que vas siempre al café. —frunce las cejas y luego abre grande los ojos—. Te estaba esperando y llegaste con ella, no quise molestar ¿Ya se fué?. —Si. —me abrazo sola temblando. —¿Podemos entrar? Tengo mucho frío. —Son las tres de la mañana. —¿De verdad?. —Si. —Woouuu, dormí bastante, pero aún tengo sueño. —cuando entramos me tiro en el sillón—. Hasta mañana. —¿No vas a dormir en la cama?. —No... Duermo acá es mas cómodo. —me acomodo y cierro los ojos. —Te traje una manta. —sonrío al sentir el calor de la manta aunque no tengo idea de donde la sacó. —Gracias. —lo veo entre dormida que se sienta en la mesa ratonera mirándome. —No es mi novia. —con los ojos cerrados lo oigo—. Vino a buscar unos archivos. —Mmm. —Puedes ir tranquila a la cama Ivana. —Estoy bien... Puedo dormir en cualquier lado. —lo miro que apoya los codos en sus rodillas analizandome—. ¿Qué pasa? ¿No trabajas mañana?. —¿A qué hora sales de trabajar? Estaba preocupado, no tengo tu número... Dámelo así nos comunicamos. —No tengo celular. —acomodo las manos mejor así no me duele el cuello—. Me lo sacó el marido de mi mamá... Y salgo a las ocho de trabajar. —Bien. —Tengo mucho sueño, hasta mañana. —Que descanses. Casi no nos vemos, me dió una llave de su casa y así cuando llegue de trabajar entro y no lo espero afuera, también me dió un celular que dice que era de él y solo tengo su número por si lo necesito en cualquier momento, aunque no sé si lo llamaría, sería para que se meta en problemas y es lo que menos quiero después de todo lo que hace por mi. Todos estos días he dormido en el sillón, no he vuelto a subir a su habitación, solo cuando hago la limpieza general subo, pero después no voy para nada ahí, él dice que esa chica no es su novia pero he visto como lo mira y si él no tiene nada con ella, creo que ella si con él. Cuando cobro mi sueldo dejo lo del café guardado así junto la plata para pagarle y lo que cobro de limpieza lo divido a la mitad. —Ivi. —sonrío al ver venir a Juli salir de la escuela, me da pena ver su cara de sufrimiento—. ¿Por qué te fuiste? Nos dejaste solos. —Voy a volver pero no ahora. —le doy la plata y abre los ojos negando—. Esto úsalo para ti y Fabi... Cuando vengan a la escuela comen con eso, intenta de no llevar nada a la casa o se va a enojar. —Esta bien. —Ve que se va a enojar. —se va corriendo y yo niego, a ellos nunca les pegó porque son sus hijos, pero si les crea traumas terribles, voy al super por unas cosas y ahí donde Braian. —Llegaste temprano. —salto del susto al verlo en la mesa tomando la merienda. —Si... Cuando me pagan me dan el día. —dejo las bolsas en la mesa y empiezo a sacar las cosas para guardarlas. —¿Qué haces?. —Compré un par de cosas. —lo miro que esta serio—. ¿Pasó algo?. —Yo no te pedí nada. —Lo sé. —sigo guardando todo para poder tomar algo—. Pero vivo acá por ahora... Me baño todos los días, lavo la ropa... Tengo que ayudar. —una vez todo guardado saco la plata de la cartera—. Ya tengo parte de la plata ¿Te la doy o prefieres que la junte toda?. —Juntala y después me la das. —Esta bien. —la vuelvo a guardar en mi carterita sin decir nada, tal vez si se la doy así por partes se la gasta en tonteras. —¿Vas a merendar?. —Si, vengo re hambrienta. —saco unas galletitas que compré y pongo la pava a calentar—. ¿Cómo estuvo tu día?. —Normal. —¡Que bueno! Aunque no sé que es normal para un policía. —se ríe negando—. Es la verdad. —Tienes razón, doy por hecho que todos saben lo que hacemos. —me siento a la espera de que me cuente pero no dice nada. —Bueno... Mi día estuvo tranquilo... No hubo mucha gente en el café. —¿Mejor o no?. —Según... Hay veces que no hay mucha gente y las horas no pasan mas. —le ofrezco galletitas que agarra enseguida—. Cuando estoy en movimiento siento que me voy enseguida. —Me pasa lo mismo... Hoy estuve llenado papeles y me quería ir a la mierda no daba más. —miro la tele donde muestran una propaganda de comida. —¿Qué quieres comer?. —¿Qué sabes hacer? —le sonrío porque me encanta cocinar. —Lo que quieras. . .
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