Antes de irse, le regalé a Carolina una caja de Pandora, era una caja especial, dentro tenía todos los recuerdos de sus vidas anteriores, era mi caja especial, la caja que yo conservaba para recordar; aunque lo que yo recordaba era el rencor y los celos, ella podría recordar sus vidas, de una sola vez, sin pérdida de tiempo, así podrían aclararse sus ideas y saber lo que ocurría. Me quedé pensando en ella, en sus vidas, en sus muertes. Tal vez por eso sentí una desazón, un desconcierto que se instaló en mi corazón. Me necesitaba. No me había llamado, pero estaba seguro de que lo hubiese hecho si hubiera podido. Aparecí en su ventanal, parecía enferma, ¿qué pudo haberle sucedido? No entendía, de todos modos, me desaparecí de su vista, con ella estaba mi hermanito, su fiel aliado y Veróni