¡Hola a todos! Bienvenidos a esta nueva novela que pronto estará en actualizaciones. Mientras tanto, ya pueden agregarla a su biblioteca. Espero que lo disfruten.
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Meredith se encuentra tirada en la cama de su lujoso departamento en Nueva York, rodeada por la ostentosa decoración que refleja su vida de excesos y privilegios. Cuando cumplió los 12 años, su padre la envió allí para estudiar, y ahora, a sus 22 años, es una estudiante de cuarto año de administración. Sin embargo, a pesar de los logros académicos, la falta de afecto familiar y la constante soledad en la que vive la han transformado en una joven arrogante y mimada que disfruta gastar y malgastar el dinero que sus padres le proporcionan sin reparo alguno.
El teléfono de repente suena con insistencia, interrumpiendo su ensimismamiento. Meredith duda en contestar, pero finalmente se levanta y a pasos pesados, camina hasta la mesita para tomar el aparato. Es su padre.
—¿Qué quieres, papá? —pregunta con desgano—. Me encuentro muy ocupada ahora.
—Esto es importante, Meredith, tu madre se encuentra internada. Necesito que vengas a la hacienda.
—¿Qué le sucede esta vez? —La joven se tira al sofá mientras examina sus largas uñas rojas—. ¿Nuevamente le dieron sus achaques?
—No estoy bromeando. La situación es realmente grave, hija. Necesitas estar aquí con nosotros —insiste su padre.
Meredith no quiere admitirlo, pero la noticia le afecta más de lo que está dispuesta a mostrar. A pesar de todo, sigue siendo su madre. Sin embargo, se niega a ceder ante las peticiones de su padre.
—No pienso ir a la hacienda, padre. No pertenezco a ese lugar —responde tajante.
Meredith ya no es una niña y no tiene ninguna intención de regresar a ese ambiente del campo que tanto detesta. Su vida está en la ciudad, entre el lujo y la comodidad a la que se acostumbró en estos años.
Su padre suspira al otro lado de la línea.
—Hija, ha llegado el momento de que asumas tus responsabilidades. El jet estará esperándote mañana a las 9 hs para traerte de vuelta. Tienes que hacerte cargo del negocio familiar mientras yo me ocupo de cuidar de tu madre y su salud.
La idea de volver a la hacienda y trabajar en el negocio familiar la llena de rechazo e impotencia.
—No puedo creer que me estés obligando a hacer esto, padre. Eso no es lo mío. Yo no nací para vivir ahí, sabes que no me gusta —dice con un tono de molestia.
—No te estoy obligando a nada, Meredith. Es tu decisión hacerlo o no. Pero ten en cuenta que si decides no volver, ya no recibirás más dinero de nuestra parte, de todos modos ya eres una mujer adulta y puedes responsabilizarte por ti misma. Tendrás que trabajar para costear tu lujosa vida allí en ese país, y te olvidarás de tu familia.
La llamada se corta bruscamente. Meredith se queda mirando el teléfono enojada y frustrada. ¿Cómo se atreve su padre a ponerla en esta situación? No puede creer que esté dispuesto a cortarle el apoyo económico solo para forzarla a volver a la hacienda.
Tom Luthor le advirtió a su hija que, si se negaba a volver, no recibiría un peso más de su parte y ella sabe que su padre hablaba en serio. Le hizo entender que no podía continuar malgastando el dinero sin consecuencias. Si quería mantener su lujoso estilo de vida, tendría que ganárselo trabajando.
Meredith se siente como si su mundo se estuviera desmoronando frente a sus ojos. Por un lado, quiere seguir manteniendo su independencia y disfrutando de todos los privilegios que le había brindado su posición social. Por otro lado, hay un sentimiento de nostalgia y preocupación por su madre enferma.
Durante toda la noche, la idea de la hacienda y el negocio familiar ocupan todos sus pensamientos. Recuerda los veranos que ha pasado allí cuando era niña. Es un lugar hermoso, sin lugar a dudas, pero ella siempre se sintió fuera de lugar. Ella prefiere las luces brillantes de la ciudad y la comodidad de su vida en Nueva York.
La distancia entre ella y su familia ha enfriado esa conexión familiar, ella ya no es una niña, no queda nada de ella, pero el amor sigue latente en lo profundo de su corazón.
Al día siguiente, mientras prepara su maleta, Rosa, una de sus amigas de la universidad, entra a su cuarto y ve con espanto lo que está pasando.
—¿Qué pasará con el último año de tu carrera? ¿Con los chicos? No puedes irte así y dejarme sola —Se queja la joven morena—. Él no tiene derecho a arrebatarte tu vida, Mery. ¿Por qué tienes que irte?
Rosa Montgomery es hija de uno de los socios de Tom, ella y Meredith se conocen desde muy jóvenes. Ambas fueron enviadas al mismo internado de niñas y allí se hicieron amigas y confidentes. Ahora, Rosa estudia medicina y Meredith administración de empresas, pero la amistad entre ellas está más sólida que nunca.
—Ya conoces a mi padre, Rosy. Me dio un ultimátum, si no obedezco me quitará los beneficios.
Meredith se tira a la cama, pesarosa. No pudo pegar un ojo en toda la noche y ahora que ya falta poco para la hora indicada, su pesar se acrecienta.
—¿Por qué no le llamas y le pides unas semanas? —Rosa se tira a su lado— Dile que debes resolver algunas cosas. En ese tiempo podemos pensar en algo.
—No lo hará, lo conozco.
Rosa se voltea y la abraza. Meredith le corresponde.
—Prométeme que no les pondrás las cosas fáciles, amiga —pide la joven con una sonrisa sardónica—. Demuéstrales que ya no te pueden manejar a sus antojos.
—Y tú prométeme que irás a verme cuando el semestre termine —Meredith la señala mientras se levanta y se coloca un blazer blanco— te necesitaré allá para que me ayudes a idear un plan para que mi padre me deje volver.
La joven, elegantemente vestida, camina decidida hacia la salida. Rosa la acompaña al aeropuerto.
El jet ya la espera en la pista de aterrizaje. Meredith aborda a la hora indicada y se dirige a la hacienda Luthor.
Si su padre cree que ella será la misma niña sumisa y obediente de años atrás, está muy equivocado. Ella está dispuesta a mostrarle de lo que es capaz.