Capítulo 1

3022 Words
Libertad. Esa palabra es la que siempre estuve buscando, pero nunca pude encontrarla en la guía de... "La Vida de Mierda de Celina Brown". Hasta hace dos semanas nunca viví ese concepto. Jamás en diecisiete años, estuve por asomo, cerca de el y es tan extraño que después de tanto tiempo me sienta... libre. Lo cual no falta nombrar, es raro y triste porque en este momento estoy en una escuela en la cual el 99% de los alumnos creen que este es el lugar con menos libertad en el mundo. — ¿Así que... Nueva? —La suave voz y el cálido aliento que podía sentir chocar con mi nuca, me sobresaltó Buen comienzo. Primer día de clases, recién llego a mi casillero y un idiota está detrás de mi indudablemente babeando y probablemente observando mi trasero. Ni me preocupo en darme la vuelta, debe ser otro melindroso que piensa que por ser nueva me abalanzare a sus brazos. Olvídalo, chico. Lo hice una vez, no habrá segunda —Ni siquiera lo pienses, Travis —advirtió mi prima Jessi, mirando detrás de mí. Ella me sonrió forzadamente y rodó los ojos. Algo que aprendí de ella en este poco tiempo es que, si no es el centro de atención, no es feliz. Ahora que toda la atención va centrada en mí, estoy inequívoca que no está para nada feliz. Casi puedo ver la vena a punto de explotar en su frente. — ¿Qué? Solo quiero conocerla —insistió el tal, Travis. No mentiré, su voz es dulce y llama mucho mi atención. Me di la vuelta y Travis, levantó la mirada de mi trasero al instante. Dio dos silbidos al verme y se mordió el labio. Vale, el melindroso es sexi. Castaño, con el pelo perfectamente acomodado para atrás. Una sonrisa blanca y atrevida. Un cuerpo escultural y una muy bonita cara. Lástima que ando en una dieta de chicos por... ¿siempre? Sí, siempre es un buen tiempo para eliminar toda mi mierda. Si pudiera, querría una orden de restricción de por lo menos diez metros para todos los chicos. Algunos dirán que es miedo, otros dirán que soy una cobarde, pero ¿saben qué? No podría importarme menos lo que piensen. No saben mis motivos. No saben mi desastre. No saben lo que pase. Así que, hasta que no pasen todo lo que yo, no sabrán nada y si lo pasaron, quiero que vengan con la cabeza en alto y me digan «Daré otra oportunidad. Quiero sentir» Hasta que eso pase, seguiré como estoy, gracias. —Jessi, ¿por qué nunca me presentaste a tu amiga? —cuestionó Travis, mirándome de arriba a abajo sin ningún pudor. Estoy casi segura que vi como su mano hizo amago de tocarme el hombro y estoy segura que, si no hubiera dado un paso para atrás, lo hubiera hecho. —Veamos. Primero eres novio de mi amiga y segundo... un cerdo —Ex novio —aclaró y casi muero de la risa al no negar que es un cerdo. Él se dio cuenta de mi diversión, por lo que me guiñó un ojo. Jessi tomó mi brazo y me apartó un poco de él. Su mano apretaba tan fuerte que parecía como si quisiera romperme un hueso ¿Parecía? No, lo siento, mi error, ella quería romperlo. —No le hagas caso, no es más que un simple chico con erecciones instantáneas cuando ve carne fresca —murmuró en mi oído y se notó su irritación. Estoy entre dos personas que apenas conozco y no sé qué se supone que debo decir o hacer, me siento nerviosa, cada mirada esta sobre mí desde que llegue. Me animo a decir que todos se mueren por saber de dónde llegue y eso es lo que más me provoca un nudo en la garganta. Nadie puede saber quién soy, nadie puede saber de dónde vengo y si preguntan, mentiré. Es lo que me sale mejor desde que llegue aquí. Les mentí a mis tíos tan bien que deberían haberme dado un óscar a mejor actriz en Hollywood. Ellos piensan que mi padre me permitió venir con ellos, nunca supieron lo que me ocurrió allí, ni tampoco los abusos que tuve que sufrir, el hambre que padecí. No saben nada. Solo saben que vivía en condiciones deplorables, pero no más allá de eso. — ¿Cómo te llamas? —preguntó Travis con ceño fruncido. Debe darse cuenta de mi mirada perdida. Antes de que Jessi contesté, lo hice yo. No pierdo nada. El chico se alejará de mi rápido, mi tono borde y mi expresión amenazadora deja mucho que desear en la gente. —Me llamo Celina. Jessi, es mi prima —respondí y acomodé mi bolso en mi hombro. «Quiero irme, quiero irme». —Y Celina, debe irse con su prima Jessi, por cafeína. Piérdete, Travis —Mi prima chocó su cabellera negra en la cara de Travis al darse la vuelta. Buena retirada, se lo concedo. Dejé atrás a mi prima y empujé la puerta de entrada para salir al patio. El aire que llena mis pulmones es consumidor y tranquilizador. Fuera de peligro y estrés. Esto era lo que quería todos los días desde este momento y si puedo, también ser una ermitaña que solo se dedica a estudiar y ser lo más antisocial posible. Eso funciona para mí. Jessi me toma de la mano, hasta llegar a unos asientos al lado de unos árboles. Se sienta y me empuja a su lado. —Tenías que ser familiar mío. Estás llamando la atención de cada chico y chica de este instituto. El chico que acaba de hablarte es el capitán del equipo de rugby —murmura cuando nadie está a nuestro alrededor. Dios, es a veces tan escandalosa... ¿O yo era la histérica? Un poco de ambas. —Créeme que lo menos que quiero es que alguien me preste atención —Me centre en mirar el árbol detrás de nosotras, deseando profundamente que si abre la boca sea para decir algo interesante o inteligente. —Que aguafiestas. Ya no estás más en Norwich —Mi corazón dio un vuelco y casi ahogaba a Jessi. Su expresión exorbitante, me dijo que le gusta recordarme de donde venia. Le gusta recordarme que no pertenezco aquí. Si no necesitara de su familia, habría estado pasando de ella y guiándome a lo que me llevara fuera de la vida de todos los que conocía, de todos los que hicieron mi vida imposible, y no volvería a ver atrás ni un segundo. —Ni siquiera nombres esa ciudad, Jessi. Ya lo hablamos. Nadie debe saber de dónde soy y porque vine aquí —Ella lo sabe, solo eran palabras gastadas porque sabiendo que me dolía, sabiendo que estaba protegiéndome del terrible desastre de mi pasado, va a seguir recordándomelo cuando le dé la gana para demostrar ¿Qué es mejor que yo? ¿Qué era una intrusa en su vida? ¿Una plaga? —Ya se. Te escuche las primeras mil veces que lo dijiste —dice resoplando. A veces parecía una niña de tres años—. Mis amigas vendrán en unos minutos, estarás con nosotras, ¿cierto? ¿Tengo que golpearla para que se dé cuenta que quería estar malditamente sola? En realidad, tengo que golpearla por muchas otras razones, una de ellas, que robara mis únicos aretes porque simplemente le gustaban. No entiendo porque quiere que este con sus amigas cuando sé que no me soportan. O tal vez quería que me una a ellas para estar sobre mí, siempre tenía que estar sobre todo el mundo y me enferma que se creyera más que yo porque nacer en cuna de oro. —No tengo problema en estar sola —aseguré totalmente irritada. Antisocial. Antipática y todos los sinónimos que le siguen. —¡Vamos! —Empezó a lloriquear mientras me movía de un lado a otro tomando mi brazo. Asentí y me levanté para ver si podía tratar de escapar de sus muy cuidadas garras. —Bien. Solo necesito ir al baño por... —Comencé a decir mientras me levantaba. Había dado apenas dos pasos en dirección a la entrada del instituto cuando mi cara casi choca con el pecho de un chico que se cruzó en mi camino... O tal vez yo me cruce en el de él. Me quede viendo fijamente su camiseta gris, sorprendida de que él haya sido capaz de retroceder lo suficiente para que ambos no cayéramos en el piso o que yo no lo golpeara. Me enderecé y caminé muy bruscamente, así que el impacto no iba a ser suave, buenos reflejos. Levanté la cabeza y lo miré, dispuesta a pedir disculpas y seguir mi camino, pero el aire se atascó en mis pulmones. Travis, era lindo. Pero este chico, es precioso, como un Dios... Aunque si lo fuera, seria Hades. El chico no tenía expresión alguna en su mirada, ni brillo, nada. Se limitaba a mirar al piso y yo no dejaba de buscar que su mirada se posara en mí. Tenía una chaqueta negra con capucha puesta en su cabeza, así que me impedía ver del todo bien su cara. Sus puños cerrados y una línea recta formando sus labios me hicieron suponer que no estaba muy feliz con algo. No estaba muy feliz conmigo. Lentamente movió su cara para verme directamente. Daba miedo. No solo su aspecto cansado y destruido, sino la forma en la que me hizo temblar y agonizar con su mirada. Me sentía asustada y presa en mi propio cuerpo. Tenía unas ojeras y ojos inyectados en sangre. La sombra de una barba en su mandíbula y sus ojos brillantes... de una combinación entre gris y azul oscuro. Era pálido, pelo n***o corto; una nariz perfecta que hacía juego armónico con las facciones de su rostro. Todo de él me daba mala espina. Pero no iba a negar que era muy apuesto, demasiado para tener toda esa aura de niño malo a su alrededor. Al mirarlo, cada centímetro de mi cuerpo me decía lo que él estaba pensando «Aléjate de mí perra» y no quería hacerlo. Sus ojos antes carentes de emoción, de repente, podría jurar que estaban con un millón de emociones juntas. Sus pupilas dilatas dan un sentimiento dieron entumecimiento en mi piel, pero dentro de mí, mi corazón, mis nervios, mis sentidos... estaban todo menos entumecidos. Quería correr porque parecía que él iba a atacarme, llevarme como su presa. Creí que hace cinco minutos deje de respirar cuando sé que solo fueron unos segundos de nuestra parte. El chico sabía bien como mirar a otra persona y hacerla sentir intimidada al instante. Necesitaba que alguien me apartase de aquí antes de que muera de un ataque al corazón ¿por qué no se movía y seguía mirándome fijamente? ¡¿Por qué yo no me muevo y sigo mirándolo?! Como si hubiera despertado de algún tipo de trance del que, por lo visto, yo no podía salir, pestañeé dos veces seguidas y luego sus ojos se estrecharon al ver que tan detalladamente estaba viéndolo. Estaba viendo de forma minuciosa el tatuaje que tiene en el cuello. Solo pude ver una especie de ala, pero sé que más abajo algo más continúa ese tatuaje y me entro la curiosidad de saber que seria. También, vamos de paso, conté sus cicatrices. Eran cuatro. Una pequeña sobre la ceja. Otra en el lado opuesto del tatuaje. Otra en su mandíbula y en su frente. No eran muy notorias, excepto la del cuello, ese si se nota. La pregunta que estaba inundando en este momento es, ¿cómo puede tener una cicatriz tan grande allí? Parece ser como si alguien quería cortarle la garganta. Tomaron el cuello de mi abrigo y rompieron la conexión. Gracias a Dios. —Den, lo siento. Mi prima Celina es nueva y no sabe quién eres... —Respondió toda tartamudeante Jessi. ¿Por qué le pedía disculpas? Solo chocamos, no mate a nadie. Miré de nuevo al tal Den y estaba inspeccionándome de arriba a abajo, lo cual me hacía sentir pequeñita delante de él, quiero decir, además de realmente ser un hobbit comparado con su altura, su mirada desaprobatoria me hizo querer meterme debajo de una roca. Desde mis sandalias nuevas y mi falda rosa, hasta mi blusa de lana blanca fueron cuidadosamente inspeccionadas por este, por lo visto, c*****o. Ya la forma petulante en la que respiraba me decía que se siente mejor persona que todos, igual que Jessi. Me sentí avergonzada, no iba a negarlo. Esta ropa me la había comprado mi tía y dice, «Tengo dinero para tener lo mejor de lo mejor» y esta ropa era de las mejores marcas y calidad, como la de mi prima. Parecía una persona maja con solo mirar la manera en la que estoy vestida. Mis tíos vivían una forma de vida que no es la mía. Tenían una reputación que no pueden manchar y si yo era como todos los días antes de venir a esta ciudad, estaría manchada de por vida. Dejarían de ser la familia perfecta que todos pensaban que eran. Lo que nadie más sabia es que dentro de las paredes de esa gran mansión, mis tíos peleaban tanto que no sabía cómo no quedan malditamente afónicos de una vez así me dejaban dormir en la noche. El respectivo c*****o volvió a mirarme a la cara y chasqueó la lengua con sus dientes. Lamió sus labios —que, por cierto, el inferior tenía un piercing— y acomodó su mochila en su hombro. Todo en conjunto me dejaba un sabor amargo y dulce en la boca. Otra vez, sus ojos conectaron con los míos y estaba en una distancia considerable, más lejos podía respirar mejor, aunque, tenía ganas de correr fuera de donde estaba, así dejar de sentir mi piel ardiendo bajo la caliente y abrasadora mirada que me estaba dando en ese mismísimo instante. Miró a Jessi y estrechó sus ojos en su dirección. —Que no vuelva a pasar —Se limitaba a decir. Tenía una voz profunda y bastante cálida. Nada que ver con todo su aspecto en lo absoluto. Se dio la vuelta para entrar en el instituto y estaba muy tentada en atacar a su yugular Sus palabras tocaron la raíz de mi paciencia y la arrancaron de un solo tirón. Nunca me considere como una persona con carácter, pero la gente cambia, ¿cierto? Ahora, no pienso dejar que ningún estúpido venga a pisotearme. — ¿Perdona? No fue intencional, créeme —resoplé y él, paró de caminar hacia las puertas del instituto. Como fiera se dio la vuelta y se me acercó otra vez. Estaba tenso. «¿No está acostumbrado a que le contesten Señor Den?» Él, se inclinó para estar a la altura de mi cara. Su cálido aliento chocó contra mi cara. —No me importa si lo fue o no. Que no vuelva a pasar. Ahora, puedes ir a maquillarte, se te corrió la cosa negra que se ponen ustedes en los ojos «Ah, no, yo lo mato. Lo matare.» Pensé en ese momento donde enterrare el cuerpo. —No me maquille, chico malo —murmuré apretando los dientes. Le iba a tirar mi bolso en la cabeza en menos de dos segundos si decía una sola palabra más. —Den, ignórala. Es nueva. Ella entenderá que no debe cruzarse más contigo... ¿Cierto? Yo había empezado a responderle a la sumisa de mi prima cuando él asintió con la cabeza dándome una última mirada y se fue caminando rápido de mi vista. Por tener ropa negra y un aspecto que da terror no significa que pueda hacer lo que quiera con quien quiera. No conmigo. Después de tomar varias respiraciones, tratando de no entrar en un ataque de nervios, miré a Jessi quien estaba tirándome dagas con los ojos. — ¿Qué te pasa? ¿Por qué dejaste que el c*****o ese se vaya teniendo la última palabra? —Le reclamé. —No puedes meterte con este tipo. No le hables, no lo mires, trata de respirar un aire completamente diferente al de él —dijo seria, agarrando su bolso. — ¿Quién es? ¿El rey de Reino Unido? —Estaba furiosa por la forma en la que ella se rebaja tanto con él. —No. Es Donovan Davis. Traficante de drogas, posible asesino y todas las cosas malas que puedas imaginar. ¿Asesino? No tenía aspecto de asesino. Las drogas, podía creerlo. Pero traficante y asesino, no. —Está bien, tiene un aspecto de eso, pero no puede... —Según todos si puede. Lo han visto —La convicción en la voz de Jessi, me perturbó. Casi le creí. —Pues, que no se meta más en mi camino, porque me matara. No me quedaré callada otra vez. —En serio, no te metas con él. Sé que te parece atractivo y créeme que lo es. Pero ni se te ocurra intentar nada con él. Puede ser todo sexi y eso por fuera, pero este chico trae problemas Ay, si claro, como no. Me estaba dando el dialoguito de las películas románticas y juveniles de hoy en día. "—No te acerques a él, es peligroso —Pero lo amo —No tiene futuro, es drogadicto y tiene moto. Te va a cagar la vida" Vale, las películas no eran tan así, pero quieren decir lo mismo, solo que con palabras más suaves. — ¿De qué hablas? No me interesa. Nunca le tocaría un pelo —respondí sabiendo que sonaba a la defensiva —Espero que hagas eso. Vi como lo mirabas. — ¡Estaba sorprendida! El chico chocó conmigo. —Como digas, Celina. No te acerques a él. —No lo haré... «... A menos que él se acerque a mi» Si les gusta la historia, agreguenla a su biblioteca, voten, comenten y síganme a mi i********: @johannaponce.writer para poder saber cuando subo una nueva novela. Muchas Gracias por leerme y el apoyo <3
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