Cuando mire en dirección al grito, él ya estaba a un solo paso de mí y al chocar miradas, ambos nos congelamos. Él estaba despeinado y con una camiseta que iba muy pegada a su cuerpo y sin mangas. Tenía tatuado la mitad del brazo derecho y pude terminar de ver el dibujo que seguía en su cuello, es raro, parecía una pluma quemandose, pero no me tomé mucho tiempo para inspeccionarla. Llevaba unos pantalones holgados y unas sandalias de entre casa. Vestido así y todo, sigue viéndose genial... Que me diga su estúpido secreto. ¿Este chico habrá hecho un pacto con el diablo para ser tan apuesto? — ¿Qué haces aquí? —Pregunté sorprendida. Él tiene la misma cara de asombro que yo. — ¿Qué haces tu aquí? ¡¿No ibas a dejar de seguirme?! —Replicó acercándose más a la mujer. Yo me interpuse entre el