Los días transcurrieron como siempre. Peleas con Jessi, mis tíos sin hablar, mi tía brindándome su cariño, estudiar con April y Donovan sentándose detrás de mis todos los puñeteros días, pero sin hablar, ya no me hablaba, simplemente él quería que yo supiera que estaba al pendiente, que no contara lo que vi, como si él fuera un recordatorio andante.
Estaba bien con eso, mientras no me dirigiera la palabra todo estaba bien con el mundo.
Al pasar dos semanas, ya me estaba molestando el hecho de no saber nada de mi madre. La extrañaba todo el tiempo y la depresión empezó a emerger. El llanto en las noches y el dolor en mi pecho se hicieron presentes.
¿Qué estaría haciendo? ¿Me extrañaría? ¿Y si la maltratan? ¿Y si me necesita? De lo que si estoy segura es que yo si la necesito.
—Tienes ojeras —Afirma April sonando extrañada. Anoche no dormí bien y con eso me refiero a que no dormí casi nada.
—Tuve mala noche —Me remito a responder mientras caminamos hacia el aparcamiento. Últimamente siempre después de clases voy a la casa de April.
Estoy más lejos de Jessi así que para mí es un relajante descanso
— ¡Oh mierda! Olvide mis dibujos de arte en la clase —Dice ella parando de caminar
—Te acompaño a buscarlos —Ya estoy caminando para ir al instituto cuando ella me toma del brazo.
—No, no. Tú solo ve al aparcamiento
— ¿Segura?
—Ahora ve y espérame. Vuelvo en un parpadeo —La vi correr de nuevo para buscar sus dibujos y yo seguí caminando para llegar a su auto.
Jamás creí llegar a esto de nuevo, pero vale, aquí estamos otra vez...
Llegue al aparcamiento y vi algo que hizo que me detuviera en seco. Donovan estaba agarrando a un chico por el cuello de la camiseta y lo empujaba contra la pared. Mi instinto decía que lo detuviera, pero esto saldría muy mal para mi si me hacía presente
Aparte de nosotros tres, no había nadie más en el lugar y Donovan no había notado mi figura.
—Mi dinero. Ahora —Gruño enojado en la cara del chico. Parecía que iba a matarlo a golpes y que lo deseaba— ¡Ahora!
—Te... Te dije que no lo tengo —tartamudea el chico y puedo ver las gotas de sudor de su frente. Es un chico flaco y un poco más bajo que Donovan. Su palidez me hizo notar que estaba a punto de vomitar y el sudor excesivo me hizo dar cuenta de que probablemente necesitaba lo que Donovan le proveía—. Pero te lo daré, amigo. Por favor, un par de días más...
—Hace dos semanas pediste un par de días más. Me debes dos mil. O me los das o sabes lo que pasara. Sé que los tienes, no soy estúpido. Dámelo y después lo que hagas para seguir con tu asquerosa adicción no me interesa. Dame. El. Puñetero. Dinero.
¿Asquerosa adicción? ¿Llama asqueroso a lo que el provee y probablemente consume?
El agarre de Donovan fue tan fuerte que rompió un poco de la camiseta al estirarla. El chico casi llorando quito una de las manos que estaban en la muñeca de su agresor para tratar de evitar que lo golpeara y empezó a buscar en su bolsillo trasero un fajo de billetes. Empezó a contarlos, pero Donovan lo tomo todo.
— ¡Hey! Allí hay dos mil quinientos —Grito en dirección a Donovan y ahora si parecía desesperado.
—Los intereses, niño. Los intereses. Dos semanas... Haz de cuenta que te cobre treinta y cinco dólares por cada día de espera. Serian cuatrocientos noventa... Te debo diez. No los esperes de regreso —Dice alejándose un par pasos.
—Lo necesito. En serio, lo necesito, por favor —Rogó el chico. Casi lo podía ver de rodillas
—Mira niño, no tengo tiempo para esto. Tu papi tiene dinero, pídele a él
—No me dará más, eso era lo último que...
Se acerca de nuevo peligrosamente y lo fulmina con la mirada.
—No me interesa. Vende tu carro si tanto necesitas esa mierda. Esto es solo negocio para mí. ¿Quieres mi mercancía? Me pagas. Si se te murió tu perro, tu madre o tu puta no me interesa en lo más mínimo. Te las arreglas para pagarme. Ahora que ya lo hiciste, no tendrás problemas
Se dio la vuelta y me vio. Bajo apenas la cabeza y pude escuchar que maldijo a lo bajo.
—Tienes que dejar de seguirme Alicia —Dijo entre dientes y camino rápido hacia mí, trate de correr pero él fue más rápido al tomarme del brazo. Nos alejamos del aparcamiento y camino unos metros hasta que encontró un lugar muy estrecho en el que solo podíamos entrar nosotros dos. Estaba entre una casa y un complejo de apartamentos. Se metió él y me arrastro a mí a su lado, no importo lo mucho que estuviera peleando para que me soltara.
— ¿Trabajas para alguien? —Escupió enseguida, me mantuvo cerca y sabía que no había lugar donde pueda correr. Estar en un lugar tan ceñido casi tocando su pecho con el mío es bastante asfixiante.
— ¿Qué?
—Me oíste.
No debería, pero el lado sarcástico salió de mí. —Sí, me descubriste, trabajo en la una asociación súper secreta. Mi cargo consiste en seguir a Vendedores de Drogas Imbéciles. Déjame informo que capture a uno ya.
—No me vengas con bromitas, Celina
—Y tú no me vengas con estupideces Donovan. Si trabajara para alguien con, cabe recalcar, diecisiete años, ¿No crees que ya te habría delatado el día que te encontré en pleno acto? No me jodas y deja de estorbar.
Se separó lo más que pudo de mí y pude dejar ir un montón de aire contenido.
— ¿Eres irritante, lo sabías? —Musita entre dientes y mira para otro lado negando la cabeza. ¿Está enojado por qué lo vi? Pues bueno, estaba en un lugar público, no me jodas.
—El que tiene a esta «irritante» agarrada del brazo, eres tú. ¿Puedes soltarme? Me esperan
Él me dio una sonrisa sarcástica y me guiño un ojo. El simple gesto hizo que me sonrojara y esto me enojo.
—Ah, sí. Te vi hablando con Travestí estos días. Qué bonita pareja harán. Pásala bien y usa condón, no multipliques la plaga de ese tipo, por favor —Me tome solo un segundo para reírme internamente del apodo que le había puesto a Travis y luego cuando hizo amago para irse, lo agarre de su capucha.
—Me voy con una amiga. Infórmate antes de hablar gilipolleces
—Que bien, ahora, ¿puedes soltarme? —Lo solté y se colocó la capucha en la cabeza—. De más está decir que no digas nada, ¿cierto?
—Si, y por favor trata de no volver a dirigirme la palabra, ya sabes, soy irritante y no quiero molestarte.
—Sino me buscas, no me encontraras Alicia. Hoy, aquí, justo en el lugar donde no deberías estar, me estás buscando.
—No te busco, te encuentro y créeme que no es a propósito. Y si fuera tú, no hostigaría a la gente en lugares públicos.
—Nos vemos Alicia.
— ¡Déjame de decirme Alicia!
Cuando lo vi lo suficientemente lejos, volví al aparcamiento y April, estaba esperándome fuera del coche
— ¿Dónde estabas?
—Fui a ver un lugar, ¿tarde demasiado?
—No, pero me asuste. Pensé que te habías enojado o algo
—Está todo bien.
— ¿Debes llamar a alguien y avisarle que vendrás conmigo?
—Llamare cuando lleguemos
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