—¡No me jodas! ¿La sigues con esa? —exclamé riéndome y tomando un trago de la botella de cerveza que tenía en mi mano. Estábamos en la habitación del bar y se oía la música del escenario muy alejada de nosotros. —Es la verdad nena —alardeó guiñándome un ojo y pinchándome con su dedo índice la costilla. Él insistía que era un hueso duro de roer, el más malvado de todos y bla, bla, bla. —Claro, es cierto —aseguré asintiendo varias veces y tratando que mi expresión no dijera lo contrario. Seguido a eso, tome una bocana de aire y mi rostro se contrajo a una expresión enojada, con la intención que se igualara a la que tenía Donovan la mitad del tiempo—. «Siempre me acuerdo de ti Celina», «Me encantas Celina», «Me vuelves loco todo el tiempo Celina», «Quiero aparearme contigo Celina» —Esa u
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