(Dante) No es posible que a mis casi cincuenta años tenga que sufrir por las mentiras que una mujer con mucho tiempo libre y una gran imaginación crea y desparrama como si nada entre las ingenuas septuagenarias con las que sociabiliza en el club. Para colmo de males, me vengo a enterar de todo esto porque una de esas ancianas me enfrenta en uno de los restaurantes de mi familia y con un tono de voz para que todos se enteren de lo que se dice de mí. Ah, y por si faltara algo más, cuando estoy yendo a las oficinas de la empresa, me llama Braulio para contarme de lo mismo, de cómo se había enterado del chisme por medio de su madre, o sea, ya estaba llegando a oídos de mi círculo social más cercano. Sin embargo, con todo esto que está ocurriendo puedo comprobar que todo lo malo siempre trae