Miré por todo el lugar, mis ojos no paraban de buscar aquella aparición. Hubo un segundo de silencio, de improviso cayó un rayo, luego otro y otro. Era como si todas las tormentas del mundo estallaran a la vez y se centraran en la gran mansión que se ha convertido en el pararrayos que deja colar la luz por las ventanas. Una luz que me dejaba enceguecida y el estruendo ensordecía mis oídos. Sentí un terror jamás conocido. Intenté tapar mis oídos, pero en un segundo me di cuenta que por la rendija de la puerta una sustancia oscura se disuelve como tinta corriendo por el suelo. Lanza un grito agónico que me llenó de espanto. Al la tinta empezar a formar la especie de un ave, o tal vez un cuervo.
El ruido del viento y la tormenta era tronador, pero podía escuchar los bramidos de la aterradora
