Gina Hsiao volvió a la oficina y cerró la puerta. No quería volver a ver a aquel hombre. Para ella fue demasiado incómodo. Gina Hsiao miró la carta de dimisión que tenía en la mano y suspiró. Luego la guardó en el cajón inferior e intentó calmarse. Justo cuando estaba a punto de ir a la habitación, escuchó un ruido afuera. —¡Gina Hsiao, matasanos y asesina, sal aquí! —¡Sal y danos una explicación! … Gina Hsiao frunció las cejas con fuerza. Desde la operación había estado inquieta. Sabía que las familias del paciente montarían una escenita. En este momento, una enfermera joven entró corriendo y dijo: —Doctora Hsiao, el hijo del señor Tsai ha traído a mucha gente, y están fuera con una pancarta. Ya hemos ido a informar al decano Lu. Debería esconderse aquí y no salir.