Gina Hsiao no quería llorar, pero por mucho que lo intentara, no podía evitarlo. Ordenó los historiales médicos, guardó los resultados de las pruebas y salió corriendo del hospital.
Cuando llegó a casa, Yvette Lian le estaba contando una historia a la pequeña Rainy. Cuando vio a su madre, Rainy corrió inmediatamente hacia ella y la abrazó.
—Mami, por fin has vuelto.
—Sí, ¿cómo es que estás tan ocupada al convertirte en médica? ¿Ya no quieres a tu hija? ¿Cómo puedes dármela tan fácilmente? —dijo Yvette Lian, que no pudo evitar quejarse de que ayer no le cogió el teléfono tras llamarla un montón de veces.
En este momento, Gina Hsiao no estaba de humor. Simplemente explicó por encima:
—Anoche hubo un accidente automovilístico, así que trabajé horas extras hasta muy tarde.
La voz de Gina Hsiao sonaba un poco ronca. Se había lavado la cara, pero cuando Yvette Lian le vio los ojos llenos de lágrimas, se sorprendió y le preguntó:
—¿Estás bien? ¿Cometiste un error en tu trabajo?
Gina Hsiao negó con la cabeza y dijo:
—No, estoy demasiado cansada. Yvette, has trabajado muy duro estos dos días. Vete a casa y descansa.
Yvette Lian supo que estaba triste al verla así, pero también podía ver que estaba muy cansada, así que no le preguntó nada.
—Pequeña Rainy, sé buena. Tu mamá está muy cansada. No la enfades.
—No te preocupes, madrina. Haré feliz a mamá.
Antes de irse, Yvette le dio un besito en la cara. Luego, se fue.
—Pequeña Rainy, ven a leer algunos libros aquí mientras mami se da una ducha.
—Vale.
Gina Hsiao fue a darse una ducha, pero su mente solo podía pensar en el historial médico de Eason Lu, con densas descripciones de lesiones, todo en el horrible escenario del accidente automovilístico de aquella noche. Pasaron por su mente una y otra vez, como si la fueran a destrozar.
Después de salir del baño, la pequeña Rainy aún estaba leyendo. Gina Hsiao se acercó y le cerró el libro.
—Cariño, hoy hay que ir temprano para cama —le dijo.
Gina Hsiao se subió a la cama con la pequeña Rainy, apagó la lámpara de la mesita de noche y le cantó una nana mientras la tenía en brazos. A la pequeña Rainy le gustaba escucharla cantar desde que era un bebé.
—Mami, ¿estás de mal humor hoy?
Gina Hsiao negó con la cabeza.
—No, es solo que he estado ocupada durante un día y una noche. Estoy un poco cansada.
—Entonces te daré un masaje en los hombros.
La pequeña Rainy se levantó y se arrodilló frente a ella. Gina le cogió la manita justo cuando iba a darle un masaje.
—Gracias, pequeña, pero no hace falta. Solo necesito dormir.
—Entonces vamos a dormir juntas.
Después de eso, la pequeña Rainy cerró los ojos. Ella era como un ángel que había venido a salvarla.
La pequeña Rainy pronto se quedó dormida. Gina Hsiao no pudo evitar darle un besito en la cara. Quería mucho a su hija.
Gina Hsiao la miró; se parecía a ese hombre cuando dormía. Le acarició suavemente la cabecita y no pudo evitar preguntarse qué hubiera pasado si hubiera resistido la presión del diablo hace seis años y no se hubiera ido.
Sin embargo, si tuviera que elegir entre Rainy y él, seguiría eligiendo a la pequeña sin dudarlo. Por lo tanto, no se arrepentía. Solo podía mirar hacia adelante.
Gina Hsiao cubrió a la pequeña Rainy con una colcha y luego se levantó de la cama. Encendió la lámpara del escritorio y siguió leyendo su historial médico. Después de leerlo, se pasó casi toda la noche escribiendo algunas páginas del plan de recuperación.
El día siguiente era viernes, y tenía que ver a algunos pacientes. Eran muchos, y ella tenía que estar pendiente en todo momento.
Después de un día ajetreado, se estiró y miró el archivo con el nombre «Eason Lu». Sacó su móvil de forma poco natural.
Ayer dijo que la llamaría si tenía tiempo. Gina se lo pensó y decidió esperar un poco más.
Después de tres días, Gina sabía que era imposible que él la llamara por su propia iniciativa. Después de buscar su número unas cuantas veces, lo encontró en los datos del paciente. Cuando vio este número tan familiar, se sorprendió.
Habían pasado seis años, y Eason todavía seguía usando el mismo número. Aunque lo había eliminado de su lista de contactos, aún se lo sabía de memoria.
Primero marcó el teléfono fijo de la oficina, pero quizá estaba ocupado y colgó. Después de una media hora, volvió a marcar su número. Cuando sonó el teléfono, Eason Lu acababa de ver a un cliente.
—Hola, ¿Sr. Lu? — preguntó Gina cortésmente y con tensión al escuchar que le había cogido.
Cuando Eason vio que era ella, se sorprendió bastante, pero su tono era muy seco.
—¿Qué pasa?
—¿Tiene tiempo? Han pasado tres días. Quiero hablar en detalle sobre su condición física.
Mientras Gina Hsiao hablaba por teléfono, seguía escribiendo algo en un papel para disimular que estaba aterrorizada.
Si Gina Hsiao no hubiera llamado, Eason Lu ya lo habría olvidado. Levantó la mano para mirar la hora y dijo:
—A las 11:30 en el número 180 de Lanning Road. Si no va, te lo pierde.
—Vale, llegaré a tiempo. Siga con sus asuntos.
Tan pronto como la voz de Gina Hsiao fue a menos, Eason colgó el teléfono.
Después de colgar el teléfono, Gina Hsiao salió rápidamente del hospital y cogió un taxi hasta la cafetería que él le había dicho. Para su sorpresa, cuando ella llegó, él ya estaba allí.
Estaba sentado frente a la ventana francesa, y ella podía verlo desde fuera de la cafetería. Él cruzó las piernas mientras el café que tenía al lado de su mano echaba humo. Bajo el sol, el encanto que desprendía era mucho mayor.
Gina se golpeó unas cuantas veces para espabilar. Luego entró con los informes en sus brazos.
—Sr. Lu, qué bien que esté aquí.
La actitud de Gina Hsiao fue como tratar a un cliente VIP, y además fue muy respetuosa.
Eason Lu levantó la mano y miró la hora. Estaba muy insatisfecho con su eficiencia.
—Llegas dos minutos tarde.
—Lo siento —se disculpó Gina Hsiao rápidamente. Luego se sentó frente a él, abrió la carpeta y sacó los resultados de su revisión y el plan de recuperación que le había preparado.
—Sr. Lu, me gustaría decirle que su recuperación no es muy buena. Tal vez esté ocupado con su trabajo y esté sufriendo una tensión grave. Y no tiene el estómago muy bien, tiene la mucosa gástrica muy…
—Primero come—la interrumpió Eason Lu. Parecía que no había escuchado nada de lo que había dicho.
¿Comer?
Gina Hsiao dijo rápidamente:
—No tengo hambre. Ya que está tan ocupado, será mejor que le hable primero sobre su estado físico.
—Tengo hambre.
…
Gina Hsiao se sintió tan avergonzada que se disculpó rápidamente:
—Lo siento. Culpa mía. Comamos antes.
Eason Lu pidió la comida sin preguntarle qué quería. Desde el momento, Eason Lu había estado contestando el teléfono. Era trabajo, y ella no lo entendía.
Cuando le sirvieron la comida, Gina Hsiao comenzó a comer con la cabeza gacha. Nunca se imaginó que seis años después estarían comiendo juntos.
Sin embargo, conocía muy bien la situación en la que estaban. Ella también era muy consciente de sí misma. Su relación actual era solo una simple relación médico-paciente. Eso era todo.