"...sí, son extranjeros, si se quiere. Pero así son las cosas. El obispo selecciona a los sacerdotes de su diócesis y prefiere traer sangre fresca, aunque yo soy la prueba viviente de que hay excepciones y se puede hacer... err... desde dentro". "Se puede hacer", se hizo eco Albornoz. El clérigo repitió distraídamente el nombre del muchacho, "Albornoz... Albornoz... tu apellido forma parte de esta región desde hace muchos años, ¿lo sabías?". "No, padre". "Valle abajo, a unos ocho o nueve kilómetros, había un pueblo que se llamaba Albornoz. Ya no existe, no sé por qué: plaga, inundación, lo que sea. Tus antepasados tomaron el título de esa aldea, o fue la aldea la que se lo dio... no importa. La iglesia estaba dedicada a San Gil. Naciste el primer día de septiembre, fiesta del santo, de