CAPÍTULO VII
Romana despertó y comprendió que había dormido largo rato.
Recordó lo exhausta que se sentía cuando, después de conducir a gran velocidad, el Marqués había llegado a Londres en un tiempo récord.
Comprendió que su ansiedad de volver lo más rápidamente posible a la Casa Sarne no se debía del todo a ella. Se daba cuenta, también, de que sería muy poco inteligente quedarse en los alrededores de Baldock, exponiéndose a que lo conectaran de algún modo con la muerte de Lord Kirkhampton.
No era probable, pensó Romana, que encontraran los cuerpos de los hombres en varios días.
Pero los caballos se alejarían del lugar y, tarde o temprano, la policía se daría cuenta de que había tres cadáveres que debían ser identificados y se descubriría que uno de ellos era de un noble.
Había var
