Parado frente al ventanal que daba acceso a su pequeño balcón, Dylan observaba con su cabeza ligeramente inclinada los barrotes que habían vuelto a su posición original luego de que Cael invadiera su habitación el día anterior. Alzando sus manos, el cambiaformas omega las colocó sobre los barrotes e intentó con todas sus fuerzas volver a abrirlos lo suficiente como para que su cuerpo calzara entre ellos. Por supuesto que su intento fue inútil debido a su nula fuerza. ¿Cómo era posible entonces que Cael lo hubiera logrado? No era un gran misterio realmente si pensaba en el gran cuerpo del alfa, aquella amplia espalda y esos musculosos brazos no estaban ahí por nada después de todo. Soltando un suspiro resignado, el omega volvió a su cama y se recostó sobre su estómago. Girando su rost