Ciento siete rosas.

1464 Words
—Doctora Adams la buscan en recepción. —Bajo en un segundo. Estoy cansada y la extraño tanto, para acabarla el director me dijo que me daba las vacaciones dentro de una semana, una larga semana que no estaré con ella, debería de dejar de trabajar, en fin tengo dinero y no trabajo porque lo necesite, pero lo hago porque me gusta y porque fue un escapé para avanzar. —Soy la doctora Adams. —¿Matu Adams?. —Asi es. —Tengo un paquete para usted. —Para mí si no encargué nada. —Puede firmar aquí. Agarró la tablet y le firmó, después se agacha y pone una caja grande arriba del mostrador. —Que tenga buena tarde. —Igualmente. —¿Qué es doctora? Esa caja es enorme. —Eso es lo que estoy por averiguar. Abro la caja y vemos un enorme arreglo de rosas, ¿Quién me las ha mandado? Agarro la tarjeta y la leo en voz alta. “Una flor por cada año que no estuve contigo y 100 más por los que espero vivir a tu lado”. —¿Entonces quién fue?— me preguntan —Mi esposa— les digo con una enorme sonrisa —Que linda mi esposo no me manda nada así. —Mi novio tampoco. Se supone que yo la debería de conquistar, no ella a mí, ¡Dios la amo tanto!, A pesar de que no me recuerda sigue siendo linda conmigo. —Vuelvan a su trabajo— les digo Pongo la tapa en la caja y la cargó para mi oficina, definitivamente me alegro mi tarde y yo que me estaba quejando, la amo. —¿Qué es eso mamá?— me pregunta Alberto —Flores— le contestó sonriendo —Estás casada porque las aceptaste. —Porque son de mi esposa mira lo que me dijo— le doy la tarjeta —Mama siendo romántica. —Siempre y por eso la amo tanto, porque aunque no recuerda nada de mí y se esfuerza para cumplir con su papel. —Lo sé, la veo que se esfuerza mucho, desearía que recordara todo, no me gusta la distancia que tiene entre nosotros. —Lo hará créeme lo hará cuando menos lo esperes mi niño. —Ojalá y si, me voy a casa ya termino mi turno, por cierto me dijo mi hija que se fueron de compras toda la tarde. —En serio yo quería llevarla. —Se fueron Eva, Lucía, Rosy y mamá. —¿Qué pasó con tu esposa y Selena?. —Selena andaba en su estudio de baile y mi querida esposa fue a la ciudad. —Ahh ok, bueno no te quito el tiempo vete a descansar, te vas con cuidado mi niño. —Sí mamá. Se va al elevador y yo entro a mi oficina pongo las flores en la mesa y las vuelvo a abrir, cuento las flores del centro y efectivamente son siete, trato de contar las rosas rojas y pierdo la cuenta. Definitivamente, tengo que hacer algo para comenzar a conquistarla, se que aún me ama y estoy segura de que le atraigo después de todo iba a besar sus dulces labios. Me siento en la silla para terminar unos asuntos, mañana es mi día libre así que debo de dejar todo listo, se abre la puerta y entra Atenea, parece que no sabe tocar la puerta. —Quiero verlas, ¿En serio te las mando Lilith?. —Sí, mira la tarjeta— la agarra y grita —No puedo creerlo, nunca conocí este lado de ella. —Bueno no te creo, Lilith siempre era detallista. —No en serio nunca la miré ser detallista ósea lo más romántico que mire de ella fue en la boda cuando cantó su canción. —Bueno sus regalos siempre eran muy ella— le digo —¿Ósea cómo?. —Juguetes sexuales, cuchillos, alcohol, noches de spa muy ella salvaje única cómo es. —Cierto a mí me regaló juguetes y un arma después que la conocí cuando llegué de la ciudad. —Bueno y también me sorprendía con… —No lo digas— me advierte —Noches. —¡Que no lo digas! —Noches de pasión. —¡Te dije que lo dijeras!. —En ocasiones la encontraba en su pose de sumisa y dios mío. —Me voy no quiero escuchar lo que le gusta. —Por favor Atenea ni que tú no lo hicieras se que a Samuel le gusta el mundo kink. —Si le gustaba, pero a mí no, no me gusta estar amarrada o algo así soy más activa sabes. —Oh si lo se, pero no siempre se tiene que estar amarrada o esposada, se trata de jugar con las sensaciones, tal vez que te tapen los ojos eso hará que tus sentidos se pongan más alerta y una caricia se siente lo doble y disfrutas más. —Eso sí lo he hecho ¿Eso forma parte de ese mundo?. —Claro, de hecho todo lo que no tiene que ver con el sexo vainilla entra en ese mundo, nalgadas, uso de juguetes, jalones de cabello, pero hay niveles a muchos les gusta actuar como animales a otros que los humillen. —Yo respeto eso, pero que me humillen no, menos como animal. —Es que todo es consensuado, si algo no te gusta o no te sientes cómoda lo dices incluso si sientes que es mucho para ti dices tu palabra de seguridad y se para todo, además la mujer no siempre es la sumisa es equitativo. —Y lo intentaste estando Lilith embarazada. —No, si usamos juguetes y esposas, pero amarrarla o darle azotes no, me daba miedo, aunque muchos sí lo hacen, pero como los gemelos siempre fueron muy fuertes para Lilith siempre trate de ser cuidadosa. —Lo hablaré con Samuel quiero darle una oportunidad, ya terminó nuestro turno ¿nos vamos?. —Sí, ve por tus cosas y nos vemos en 5 en elevador. —¿Te las vas a llevar?. —Obviamente. —Nos vemos en 5 entonces. —Le avisas a Morningstar. —Sí. Lilith Mientras estaba acomodando la ropa, prendí mi antiguo celular y efectivamente empezó a sonar como loco, Matu tenía razón, lo puse en silencio, era mucho ruido y vibración para mí. —¿Lilith?. —¡Pase está abierto!— les gritó Sigo acomodando la ropa, pero nadie entra al clóset, ok es raro, cuelgo el último vestido y salgo del clóset, veo a dos personas como en sus 40 mirándome, estos deben ser mis padres. —Hola— los saludo —Ustedes deben de ser mis padres. —¿Por qué nos hablas así? Como si no nos conocieras, hija estás bien— me dice el que es padre —Ah, lo siento mucho mi memoria se vio afecta y no recuerdo nada de mi antigua vida, pero estoy… Se acercan los dos y me abrazan, la que es mi madre comienza a llorar más fuerte y puedo sentir unos sollozos del que es mi padre. Su abrazo es tan cálido lleno de amor, amor de padres uno que no tuve en 7 largos años, a pesar de que la mamá de Rosy me amo nunca fue el mismo tipo de amor y ahora me doy cuenta de diferencia. —¿Cómo has estado? Has comido bien— me dice mi madre mientras llora. —Si he comido bien y he vivido bien. —No te creo estas muy delgada hija. —Estoy bien, no se preocupen— se separan y me miran. —¿En serio no recuerdas nada?. —No, lo siento mucho, pero estoy leyendo los diarios para tener idea de lo que era mi vida. —No, los leas— me dice mi padre —¿Por qué?. —Hay muchas cosas que viviste y no vale la pena recordar. —Ah se refieren a lo que hizo el profesor y que me vetaron de la ciudad. —Lo leíste. —Sí, tengo que hacerlo, creo que esas cosas me hicieron ser la mujer que era. —Si consideras que es demasiado, déjalo algunas cosas no te ayudaron a ser quien eres. —Está bien, vayan a descansar fue un viaje largó y yo aún no termino de acomodar las cosas que compré. —Puedo hacerlo por ti.— dice mi madre —No está bien, además los gemelos no tardan en llegar deben de estar emocionados de verlos, me dijeron que tenían un año viajado. —Los conociste, ¿cómo se portaron?. —Son hermosos, son encantadores, simplemente son perfectos. —Estuvieron esperándote mucho tiempo. —Lo se. —Buenos nos vamos para que sigas. —Si adiós.
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