Capítulo 19: El tiempo sana

1679 Words
Dos semanas después… Gavin se ajustó más la chaqueta, estaba haciendo frío. Un poco más y podría acurrucarse bajo las mantas en su cama. Aunque eso no cambiaría nada. Seguiría teniendo frío. Su agujero de hobbit no tenía calefacción alguna. Ni siquiera podía tener un baño decente. Puesto que rara vez alcanzaba agua caliente. Sin duda se había acostumbrado a los lujos que implicaba ser el amante de Raymond Griffin, se había convertido en un mimado. Cada vez se podía sentir la temperatura más fría. Esperaba pronto tener el dinero suficiente para su nuevo apartamento. Estaba muerto de agotamiento. Pero dos empleos le darían el ingreso suficiente para mudarse antes de que el invierno entrara a su máxima potencia. Se negaba a regresar a casa de sus padres con la cola entre las patas. No quería que nadie más fuera testigo de su vergüenza. —Has perdido peso. Se detuvo en seco al escuchar la voz de Andrew. Ni siquiera había estado prestando atención al camino, mucho menos al hombre que acaba de salir del vehículo. —¿Qué haces aquí? Olvídalo, no quiero saber, es tarde, estoy cansado y debes irte. Dijo subiendo los escalones que daban a la entrada de su edificio. —Gavin, tengo derecho a explicarme. —No quiero escuchar. Con manos heladas busco en sus bolsillos por sus llaves. —Tengo derecho, apareciste hace dos semanas para gritarme y acusarme de algo que no hice. Gavin se cabreó, giró para enfrentar a su ex amigo, recordaba bien esa noche, fue el día que recupero la memoria. Después de dejar a Raymond en su apartamento, decidió solo caminar. No supo cómo, pero había terminado frente a la casa de Andrew. Ahí desquito sus frustraciones y lo acuso de robar a Raymond solo para perjudicarlo a él —Robaste a “Griffin y Asociados”, y me acusaron a mí. —Yo no hice tal cosa. —Uno de sus proyectos lo realizo tu empresa, y… otros más están negociando con diseños de ellos. —Lo sé. Lo interrumpió subiendo uno de los escalones. >>—Yo desconocía que se había plagiado ese proyecto, no tenía idea. Odio a Griffin, no lo niego, pero jamás le robaría, yo tengo la capacidad suficiente para que mi trabajo mismo atraiga a los clientes, no necesito robarle nada. —¿Entonces como explicas que…? —Uno de mis socios lo hizo, no yo. Gavin lo miró directamente a los ojos, buscando la verdad en ellos. Conocía bien a su amigo, no le estaba mintiendo, Andrew sacó un sobre amarillo debajo de su chaqueta y se lo entrego. >>—Toda la información está ahí, cada prueba que involucra a este hombre, ya está despedido por supuesto, pero si Griffin quiere proceder legalmente contra él yo no me interpondré. Además, se encuentra ahí los nombres de las personas de su empresa que están involucradas en este fraude. —Entonces debes entregarle eso a él, no a mí. Gavin observó el sobre como si fuera una serpiente a punto de morderlo. —Yo no tengo nada que arreglar con él, tú me acusaste y yo estoy dando explicaciones a mi amigo, lo que tú hagas con esto es tu decisión. —No sé qué hacer. Dijo sinceramente, no quería volver a ver a Raymond, estaba tan dolido que no tendría la fuerza suficiente. Aquí en las manos tenía las pruebas para herirlo, para reclamarle y restregarle en la cara todo el daño que le había hecho. Pero no podía hacerlo, no tenía esa clase de fuerza. —Debes cerrar este círculo para poder continuar tu camino, Gavin. Regresó la vista a Andrew, él ya había regresado al lado de su auto, levantó la mano y se despidió… ¿Cerrar el círculo?, ¿Era realmente necesario? Aquella noche había dicho todo lo que creyó necesario decir. Un viento helado cargado de aguanieve lo hicieron moverse. Entró en su apartamento y lanzó el sobre en la mesita del café, ¿Quién sería el culpable? ¿Culpables? Andrew había hablado en plural, él había trabajado algún tiempo en la empresa, pero no se le ocurría nadie capaz de hacer semejante bajeza. Tomó asiento en la cama tratando de decir que hacer. Su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo, hizo una mueca al ver el número, era su madre. Había logrado evitar sus llamadas lo más posible. La última que recibió fue para decirle lo guapos que se habían visto en las fotos del evento, su madre, su hermana y sus cuñadas, estaban encantadas. No se cansaban de presumir que había salido en todas las revistas y programas del corazón. Ese día, como pudo aguanto toda la charla, no les menciono que había recuperado la memoria y que todo había terminado con Raymond. —Hola, Ma. Saludó, no podía seguir ignorándolos, conociendo a sus Padres, capaz que mañana los tendría a la puerta de su casa, exigiendo saber qué sucedía. —Mi niño hermoso, ¿Por qué no has respondido mis llamadas? —He estado muy liado. —No debes sobrecargarte cielo, recuerda que te estás recuperando todavía. —Ma, me estoy cuidando bien, ¿Cómo están todos? Logró desviar la atención de su madre, ella procedió a hablar, hablar y hablar y él solo se enfocó en escuchar. Todo iba bien, hasta que escuchó gritar a su padre “los hombres de Raymond tienen hambre” —¡Cierra la boca George, estoy hablando con Gavin! —¡Mamá ¿Qué ocurre?! —Nada cielo, que ya conoces a estos glotones, es hora de la comida, qué rápido se pasa el tiempo, verdad. Su madre parecía nerviosa —Ma… —Tengo que dejarte mi vida, te llamo después. Gavin miró extrañado su teléfono celular. Su madre le había colgado, algo andaba mal. Había escuchado perfectamente bien lo que su padre había dicho, ¿Ray habría continuado con el proyecto de las arcas? Él había dicho que era un negocio, cobraría por su trabajo, nada tenía que ver con que fueran su familia o no. Miró hacia la mesita del café, el sobre amarillo estaba ahí, como un elefante blanco en medio de la habitación, se dejó caer pesadamente hacia atrás, quedando desparramado, necesitaba hacer algo. Andrew tenía razón, de una vez por todas tenía que cerrar esto y continuar con su vida. Pero el solo hecho de imaginar un futuro sin Raymond le dolía demasiado. ★ Gavin entró apresuradamente en el edificio, sentía el frío hasta sus huesos, el tiempo estaba loco. Tal vez debería de darse la vuelta y regresar a casa. La lluvia era un mal augurio, sin duda, una señal de que no era buena idea hacer esto. Pero antes de que pudiera arrepentirse, Derek estaba enfrente de él. —Buenos días, señor Hill. Gavin lo miró entrecerrando los ojos, el enorme guardaespaldas trato de disimular su sonrisa. >>—Gavin, buenos días. —Eso está mucho mejor. Dijo satisfecho, observó a su alrededor. Cientos de personas elegantemente vestidas iban y venían, miró su propia ropa, llevaba deportivas, vaqueros desteñidos, una sudadera con capucha y una chaqueta sobrepuesta. Estaba haciendo mucho frío, seguro que sus excompañeros de trabajo se escandalizarían verlo vestido así, pero Gavin tenía un plan, quería demostrar un punto. >>—Gracias por hacer esto, Derek. —Yo creo que no era necesario, nadie le negaría la entrada, usted no lo permitiría. No puedo evitar reír ante ese comentario —Soy obstinado, pero no quiero armar un escándalo. Sonrió, escoltado por Derek se dirigieron a los ascensores. No le pasaron desapercibidas las miradas de algunos que lo reconocieron. La recepcionista fue la única de todos ellos que le sonrió y levanto la mano para saludarlo. Le devolvió el saludo. Antes de que las puertas del ascensor se abrieran, tomó una profunda respiración. Decidido dio el primer paso dentro del elegante vestíbulo de las oficinas administrativas de “Griffin y Asociados” inmediatamente y como si fuera un foco rojo fosforescente, todos lo miraron, hubo reacciones distintas entre los rostros. —¿Qué sucede Derek? ¿Qué hace él aquí? Preguntó Alissa acercándose a ellos, susurrando como si Gavin fuera un sucio secreto. —El señor Hill tiene una cita con el señor Griffin. —Yo no sé nada al respecto. Los fulminó con la mirada. —Lástima por ti querida, se supone que llevas el control de la agenda de los señores Griffin. Sonrió con desdén Gavin. Ya no tenía que guardar las apariencias y fingir que ella le agradaba. Además, ella estaba en su trabajo, por lo tanto, tenía que representar un papel, él no. —El señor Griffin tiene una reunión muy importante, no puede atenderte, mejor vete o llamaré a seguridad. Dijo ella con los dientes apretados y los ojos llenos de furia. —Yo me encargo, Alissa. Gavin levantó la vista para ver a Steven aproximarse. >>—La reunión que programe en realidad es con Gavin. —¿Qué? ¿Pero…? Ella boqueaba como un pez. —Vuelve a tus ocupaciones, yo escoltare a mi cuñado a la oficina de mi hermano. Gavin no le gusto el comentario de cuñado>>, pero admitía que le encanto ver la reacción en Alissa. Hasta contuvo el impulso de sacarle la lengua en un gesto infantil. La rubia platinada lo fulminó con la mirada y después se retiró. Steven lo miró por un largo segundo, se sintió incómodo bajo el peso de su mirada. —¿Ocurre algo? Preguntó incómodo —Quiero disculparme por lo de la otra noche, pero no sé si aceptaras mis disculpas. —Ahora tengo que hablar con tu hermano, inténtalo más tarde y tal vez las acepte. Él sonrió, era tan parecido a Raymond. —De acuerdo. Señaló hacia el pasillo. >>—¿Gusta que lo acompañe, señor Hill? —Creo recordar el camino, señor Griffin, gracias. Él asintió con la cabeza. Gavin vio a Vicent aproximarse hacia ellos con Alissa pisándole los talones. Dejaría que Derek y Steven se encargaran de ellos, se dirigió hacia el pasillo.
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