Capítulo 5 ARREBATO (2)

1095 Words
En su defensa dice que él la obligó a contárselo, me imagino a Alex mirándola con sus hermosos ojos verdes y no puedo reprocharle a Laura el haberle dicho, nadie se puede resistir a esa mí rada, ella sigue en las nubes y esta segurísima de que le gusto, yo ya no sé qué pensar, es todo tan confuso, él dice que la Srta. Bubis grandes no es su novia, pero entonces, ¿porque me gritoneo en mí oficina?, ¿y porque él dijo que no me quería para eso?, ¿cuáles son sus intenciones?, me voy a volver loca, aunque ya lo estoy, por él. No me he podido concentrar toda la tarde, termina el día, estoy en mi casa, un poco más relajada, me voy a la cama con mi sueño preferido, sus brillantes ojos verdes que me enchinan la piel. Han pasado varios días desde que nos tomamos el café, no lo he visto ni he sabido nada de él ni de la Srta. Bubis grandes, tal vez se le acabo el interés, se dio cuenta que no iba a conseguir nada conmigo y se aburrió, he pensado tantas cosas los últimos días. Un mensajero sale del elevador con un gran ramo de rosas rojas, eso me saca de mis pensamientos, es un arreglo muy grande y bonito, el mensajero se para frente a nosotras. — Buenos días ¿la señorita Bracamontes? – pregunta con amabilidad, Laura y yo estamos atónitas ¿son para mí? — Es ella – dice Laura y me señala, yo no puedo articular palabra. — Me firma aquí, por favor – dice el mensajero, estoy roja y las mejillas me arden, aduras penas puedo firmar el papel que me entrega, me da una breve sonrisa, pone las flores en mí escritorio y se va, Laura corre entusiasmada a mí escritorio y comienza a revisar el arreglo de flores. — ¿De quién es? – pregunta con brillo en los ojos. — No sé – digo aun aturdida — Mira, aquí hay una tarjeta ábrela, ¿qué dice? – me pregunta mientras me da la tarjetita rosa que saca del ramo, la abro con nerviosismo y comienzo a leer. Angeles espero que te gusten las flores, Quiero demostraste que no tengo malas intenciones Por favor dame una oportunidad para conocerte, Solo te pido una oportunidad. Alex Cantú Durán Termino de leer la tarjetita y Laura tiene la boca abierta de la impresión, yo sonrió como boba, él quiere que le dé una oportunidad de conocerme, estoy soñando, necesito que alguien me pellizque. Pasa la tarde, yo estoy como volando por las nubes, pensando en él, en sus ojos, su boca, su cuerpo perfecto, he leído la tarjeta más de 10 veces para confirmar lo que dice, es verdad él quiere una oportunidad, estoy tan contenta, pero mí subconsciente no me deja disfrutar al 100% no se confía. A la salida, estoy terminando de recoger mis cosas y el elevador se abre, sale él, tan apuesto y elegante, sus ojos verdes me miran, tienen un brillo especial, yo me pongo toda roja, y él lo nota, llega a mí escritorio que es lo único que nos separa mientras me sigue mirando fijamente. — Buenas noches –dice él, Laura me mira de reojo. — Buenas noches – decimos las dos en coro — Espero que te hallan gustado las flores – dice mientras se asoma una sonrisa juguetona en su rostro. — Si Sr. Cantú, están muy bonitas, no debió molestarse – digo apenada, él rueda los ojos y sospecho que es porque lo sigo llamando Sr. Cantú. — Qué bueno que le gustaron Srta. Bracamontes – dice él y me mira divertido. — Ya es la hora de salida, ¿me permitiría llevarla a su casa? – dice tratando de sonar serio pero no lo consigue del todo. — No se moleste Sr. Cantú, yo me voy a ir con Laura – digo nerviosamente, él hace un gesto con los labios, haciéndolo ver tan sexy. — Insisto, me gustaría mucho llevarla a su casa – dice y su mirada se ha vuelto más intensa, Laura me hace señas para que acepte y yo no me puedo resistir más. — Está bien – digo derrotada, salimos juntos de la empresa, Celso nos saluda, él le regresa el saludo y acelera el motor, llevamos 5 minutos de camino y ni él ni yo hemos dicho una palabra, este silencio se está haciendo insoportable, ¿que estará pensando?, se ve tan sexy manejando, de pronto habla e interrumpe mis pensamientos. — ¿Has pensado lo que te pedí? – dice y se voltea para mirarme. — No sé a qué se refiere – digo como quien no sabe. — A lo de darme una oportunidad – dice y se ve serio. — Yo solo quiero trabajar, ya le dije que no quiero problemas con nadie – digo con severidad. — Ya lo sé, y créeme, no volverás a tener ningún problema con Rebeca, ya me encargue de eso – dice con firmeza. Ya se encargó de la Srta. Bubis grandes, ¿qué le dijo?, siento que la sangre se me sube a la cabeza. Llegamos a mí casa, me abre la puerta del carro, quedamos a centímetros uno del otro, puedo sentir su respiración, huele a limpio, a su perfume, y veo sus ojos encendidos mirándome. — No sé qué me pasa contigo, pero no puedo dejar de pensar en ti – dice sin quitarme la mirada de encima, se acerca más a mí, nuestros labios quedan tan cerca del contacto, y cuando pienso que me va a besar, él respira y me da un largo beso en la mejilla, cierro los ojos al sentirlo tan cerca, estoy inmóvil, quisiera abrazarlo y besar esos carnosos labios, perderme en esos ojos verdes. Se aparta de mí, y yo siento desfallecer, pero me recupero y me separo aún más lejos de él. — Hasta mañana Sr. Cantú – digo con la cara roja de vergüenza, él sonríe y después se pone serio. — Hasta mañana Srta. Bracamontes – dice e inmediatamente se forma una media sonrisa en sus labios, esa sonrisa que hace verlo tan sexy. Se queda recargado en su coche mientras entro a mí casa, le doy las buenas noches a todos y subo a mí cuarto, cierro la puerta y me tiro en mí cama, el corazón se quiere salir de mi pecho, estuvo tan cerca de mí, es tan hermoso, y lo tuve tan cerca, tan cerca de mí.   
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