A pesar lo que su padre pensaba de él, siendo un insecto débil y sin cerebro, Isaac sabía que en realidad no era así, porque si fuera tan idiota sería alguien parecido como Ángelo después de todo, lo que afortunadamente no era, ninguno de sus hermanos en realidad.
Roman podría parecerse más físicamente a él, pero la verdad es que era todo lo contrario a su padre. Jude pudo haber adquirido toda su fuerza, pero eso era lo más que había compartido con Ángelo.
Él, por otro lado, no había absolutamente nada que lo uniera con su padre más que sus ojos verde, pero al igual que sus hermanos, el suyo era ligeramente diferente, un tono más tirado a esmeralda. Incluso casi físicamente, parecía haber adquirido más cualidades de su madre que su padre, lo cual ahora encontraba como un verdadero tesoro a diferencia del pasado que tanto lo había odiado.
Y porque no era un idiota como su padre, por supuesto que ya había comenzado a reconocer las señales y unir los puntos de lo que estaba ocurriendo a su alrededor, de aquella molesta cosa que había dado una vuelta de ciento ochenta grados a su alrededor, desequilibrando el espacio que había creado para sí mismo una vez le dejó de interesar lo que Ángelo pensaba de él.
Noah Lancaster.
Ese era el nombre del tipo que representaba problemas en todos lados, desde cada ángulo observado y considerado.
El hombre no era particularmente malo en lo que se refería apariencia o personalidad, no. Noah era un hombre de prácticamente una cabeza más alto que él, con su cabello n***o como la noche donde le daba la casi apariencia de tener reflejos azules en este, ojos de un azul mucho más pálido que el de Nathan, casi un celeste como el cristal enmarcado por pestañas largas y el doble de cuerpo con músculos firmes que podrían combatir con los de su hermano Jude.
Joder, la primera vez que Isaac lo había visto no pudo evitar admirar con sorpresa aquellos poderosos brazos. Ni siquiera había sabido que tenía un fetiche con los antebrazos hasta que contempló a Noah arremangarse su camiseta de cuadros sobre sus codos en un patético intento de parecer intimidante mientras se ubicaba al lado de Darren Lancaster, el en ese entonces actual líder alfa de la manada Lancaster.
Oh, de solo recordar la primera vez que Isaac había visto a Noah su estómago se apretaba y revolvía con disgusto.
Darren Lancaster era un hombre con la misma personalidad desagradable que su padre, razón por la cual ambos se habían entendido tan perfectamente bien. El alfa se había presentado en su manada con aquel aire lleno de arrogancia mientras observaba a su alrededor, y cuando se había dispuesto a recorrer la fila de omegas, observándolos y calificándolos como si fuera un mero objeto, un producto el cual comprar, había tenido que dar lo mejor de sí mismo para no reaccionar mientras se paraba frente a su mejor amigo Elliot.
El odio que había recorrido su cuerpo antes sus palabras de reclamo y como lo había tocado, muy probablemente se podía comparar por los sentimientos que había desarrollado por su padre recientemente. Y sabía, que lo que sea que él estaba sintiendo, no podía compararlo a lo que su primo Alex podía estar sintiendo mientras admiraba a su pareja destinada ser tocada por otro alfa tan… Desagradable.
Sí, el pudo en su momento actuar como el protector de Elliot, en un tonto intento de demostrarse a sí mismo que podía cuidar tan bien de otras personas como sus hermanos lo hacían, pero a pesar de que con ello había logrado obtener una excelente amistad con el terco omega, la verdad es que no había comparación a lo que debía de estar sintiendo Alex, siendo el verdadero alfa de su amigo.
Lo único que le había detenido de saltar encima de ese arrogante alfa idiota, había sido en realidad, el hombre que se encontraba parado a su lado.
Había algo extraño rodeándolo, y no solo se trataba de su peculiar aroma que picaba en su nariz, no. Por alguna extraña razón, no había podido dejar de sentir su presencia a su lado a pesar de que no lo estaba mirando directamente como había deseado hacerlo por obvias razones.
Ese había sido su primer encuentro con Noah, y no podía calificarlo como algo más que raro.
La segunda vez que lo había visto, descubrió muy felizmente que había matado a Darren, ocupando su lugar como alfa líder de la manada Lancaster.
Algo extraño se había sacudido en su interior al contemplar que aparecía en su manada para entregar personalmente a los omegas que habían sido llevados a la fuerza, demostrando que en realidad era un hombre de confianza y que no tenía intención alguna de seguir el camino del antiguo líder.
Cuando sus ojos se habían encontrado, algo extraño había burbujeado en su estómago, dándole la primera señal, de que Noah Lancaster, no era alguien precisamente bueno, al menos no para él.
Y mientras el tiempo transcurría, no pudo evitar pensar en Noah Lancaster, lo cual por supuesto que lo irritaba más allá de lo razonable, de lo aceptable.
Lo peor, fue cuando presenció en primera persona cómo actuaba el lazo de las parejas destinadas cuando su hermano mayor, Jude, encontró a su pareja en humano que, por alguna extraña razón, parecía comprender muy bien a su hermano.
No le molestaba particularmente que Jude hubiera encontrado a su destinado, es más, obviamente estaba feliz por él, ya que al igual que todos, había sido afectado por su malvado padre quisiera admitirlo o no. Lo que le molestaba en realidad, se trataba de todas las señales que estaba presenciando con ellos dos, cosas que muy bien había pasado por ellas a pesar de no querer reconocerlo.
Cuando le había preguntado a Jude respecto como había estado tan seguro de que Nathan no era simplemente un potencial a pareja a pesar de no haber tenido relaciones con él, deseó inmediatamente no haber preguntado al respecto cuando mencionó a su lobo.
Su lobo.
Con tan solo mencionarlo, fue inevitable para él no recordar como su tonto animal reaccionaba cada vez que se mencionaba a Noah Lancaster, pero aun, todavía recordaba perfectamente como su lobo había reaccionado aquellas dos veces que se había encontrado con el alfa.
Las piezas del rompecabeza comenzaron a encajar lentamente después de ello, hasta que Isaac obtuvo su respuesta.
Noah Lancaster era un potencial a pareja.
Sí, potencial a pareja porque se negaba rotundamente a decir que era su destinado, aun cuando su hermano había explicado su experiencia tras conocer a Nathan, no importaba, él no iba a caer tan fácilmente en ello, porque él era diferente a su hermano Jude o Roman, y ese era un hecho que nunca cambiaría, lo sabía.
Con tal descubrimiento, Isaac había llegado fácil y rápidamente a la conclusión de que simplemente debía de mantenerse alejado del alfa, lo cual por supuesto que sería más fácil si su hermano Roman no tuviera un interés en este y en la agrupación que habían hecho cinco alfas líderes de manadas cercanas, en el cual por supuesto que también estaba incluido Noah para su mala o buena suerte, como deseara uno verlo.
Tal parecía que una vez el destino los presentaba, usaría cada oportunidad para volver a juntarlos hasta que pasará lo inevitable.
Pero luchando con lo que el destino estaba planeando para él, Isaac se había negado a cooperar con él.
Lo malo de todo, era que, a pesar de sus intenciones y deseos, por alguna razón seguía enterándose de las cosas que le estaban ocurriendo a Noah Lancaster, preocupándose por él aunque sabía que no debía.
Haber descubierto que Noah era el hijo bastardo de Darren Lancaster le había sorprendido, porque por alguna razón había esperado que el alfa fuera el típico hijo digno de cada alfa líder. Haberse enterado de ello inevitablemente le llevó a escenarios respecto a como lo estaba tratando la manada con ello, porque sabía en carne propia lo que significaba para los demás el ser solo un poco diferente.
Cuando su hermano le había obligado a llamar a Noah Lancaster y hablar con él para advertirle que lobos estaban por los alrededores atacando, había expresado enojo y desagrado, pero la verdad es que muy dentro de él, había agradecido y a la misma vez odiado que le hubiesen dado la oportunidad de hablar con él.
Y mierda, haber hecho esa llamada no había sido su mejor decisión. Las palabras de Noah, el tono amable y amigable con el cual le había hablado seguía grabado en su mente.
Noah Lancaster le había demostrado ser un hombre tan dulce a pesar de ser un alfa, uno muy posiblemente dominante como su hermano Jude, que le había sorprendido y desagradado a la misma vez.
¿Por qué un alfa como Noah era el alfa líder? El hombre parecía tener las cualidades de sus dos hermanos mayores, pero a la misma vez parecía tan diferente a Jude y Roman que le molestaba.
Ese no era el tipo de alfa que conocía, no era el estereotipado alfa líder que habían quemado en su mente al pasar de los años.
Y culpaba a Noah y su personalidad, que estuviera teniendo tantos problemas con controlar a su propia manada. Si tan solo fuera más dominante, despiadado, o rudo, tal vez tendría el respeto que se merecía, uno como el que poseía su hermano Roman aun sin la necesidad de ser un idiota como su padre.
Patético.
Esa era la palabra que había asociado cada vez que Noah Lancaster venía a su mente.
Y como si el destino estuviera jugando con él nuevamente, había hecho todos los movimientos correctos para volver a ponerlos juntos en el mismo lugar durante la ceremonia realizada para que Roman fuera el alfa líder de la manada King.
Por supuesto que él no había deseado caer en el juego y se había mantenido alejado del alfa, manteniendo la máxima distancia entre ello, evitándolo como una plaga e ignorándolo cuando no podía tomar distancia.
Había sentido más de una vez la intensa mirada de Noah sobre su persona más de una vez desde que se había visto forzado a compartir con los demás cuando todos los invitados se presentaron, y estúpidamente, no había podido evitar mirarlo cada vez que tuvo impunidad y estuvo seguro de que no lo miraban de vuelta.
Para su horrible fortuna, hubo un momento en que había perdido de vista a Noah, e idiotamente lo había buscado entre la multitud de personas lo más disimulado que pudo.
La conversación que había escuchado sin intención todavía estaba grabada en su mente aun si tratara de olvidarlo una y otra vez, las palabras de Noah parecían estar quemadas en él.
“No te preocupes, no siento ni una pizca de interés por el menor de los hermanos King, solo siento curiosidad por el hecho de que parece querer evitarme con tanto esfuerzo como si hubiese lastimado a su mascota”
Esas habían sido las exactas palabras del aquel hombre, junto con una gran carcajada al compás de sus acompañantes como si compartieran el mejor chiste de la vida.
Oh, sí, las molestas burbujas habían explotado en su estómago, pero en vez de dolerle dicha zona, habían impactado en su pecho, ejerciendo una presión que se había sentido incómoda.
Cuando había escuchado a los hermanos Gibson chismorrear respecto a su peculiar estado de ánimo más molesto que de costumbre, se había molestado, aun cuando sus ojos viajaron inevitablemente a la razón de ello, encontrándose directamente con la mirada de Noah Lancaster.
La emoción que había sentido su lobo por un momento, lo aplastó recordándole malvadamente las palabras que expresó dicho alfa sobre ellos.
Para cuando la esperada ceremonia estaba llegando a su final, Isaac se acercó con gran placer para despedirse de todos los invitados evitando solamente al alfa Lancaster, lo cual se detuvo a medio camino cuando escuchó el descarado pedido de este.
Inmediatamente deseó de todo corazón que su hermano le rechazara a diferencia de August Miller, pero por supuesto, Roman había aceptado fácilmente, sin siquiera pedirles su opinión al respecto.
Oh, la traición había ardido dentro de él, aún más cuando Roman expresó su deseo por enviar a ayudar a Alex, lo que significaría que estaría enviando a su paso a su amigo Elliot y a la pequeña Ava en el proceso, eso era algo que por supuesto que no iba a permitir.
Pero debió de haberse adelantado a las intenciones de su hermano, era obvio que Roman no enviaría a su primo con su pareja y reciente bebé a una manada donde el respeto por el alfa líder era tan escaso por los miembros de esta, solo había sido un juego mental donde había caído al ofrecerse para ir también.
Había apreciado el brillo calcular en los ojos de su hermano, y había odiado con todo su corazón que hubiese caído tan fácilmente en ello. Pero como caer fácil no significaba que no iba a luchar, por lo contrario, inmediatamente había discutido con Roman en cada oportunidad que tuvo hasta que finalmente lo había cansado lo suficiente como para que le dijera que no estaba obligado a ir si no lo deseaba.
Y por supuesto que no lo deseaba, pero no estaba dispuesto a dejar ir solo a su tío Miles, la única persona que realmente se había preocupado por ellos luego de su madre, ir a ese lugar.
Entonces, su mente comenzó a trabajar nuevamente.
Lo único que necesitaba hacer era ayudar a su tío a descubrir rápidamente el problema de los Lancaster e ignorar la atracción que sentía por el alfa líder Noah, el hombre que le había rechazado de plano sin siquiera haber cruzado una palabra con él.
Un plan pobre, pero que podía trabajar perfectamente con ello. De todas formas, sabía que Noah Lancaster nunca le iba a dar la oportunidad a lo que sea que había entre ellos, y el alfa estaría más preocupado en ayudar y establecer su manada que intentar averiguar la atracción entre ellos, si es que la sentía en primer lugar, claro.
Y ahí estaba en ese momento, moviéndose por su habitación mientras ordenaba su maleta a última hora mientras Nathan le observaba sentado en su cama.
—Los demás están esperando abajo —informó el humano como si no lo supiera.
—Lo sé, ¿por qué crees que estoy empacando? —espetó acomodando la ropa en su maleta, no muy interesado en hacerles esperar.
—Si desearas ir, habrías tenido tu maleta hecha desde ayer que Roman anunció que hoy se irían a la manada Lancaster —indicó.
—No deseo ir —gruñó cerrando la maleta.
—Mentiroso —anunció una tercera voz y ambos observaron hacia la puerta abierta para contemplar a Elliot.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó observando a su mejor amigo.
—¿En verdad creías que te dejaría ir sin despedirte? Tonto —resopló acercándose.
—Podrías haber venido antes —indicó.
—No pensaba que en verdad fueras —se encogió de hombros—. ¿Por qué te estuviste quejando toda la semana si de igual forma tenías pensado ir?
—Nunca dije que no iría, pero eso no significa que no exprese mi disgusto ante mi situación —argumentó volviendo a abrir su maleta para acomodar la ropa al ver que esta no cerraba.
—Roman te dijo que podías quedarte si así o deseabas —le recordó Nathan.
—Entonces sí quieres ir —observó el pelirrojo omega.
—No, no lo hago —gruñó—. Pero no tengo pensado en dejar a mi tío Miles solo en esa manada en donde el alfa líder no tiene el poder total sobre sus miembros —expresó frustrado.
—Miles es un alfa, puede ser un hombre mayor, pero eso no significa que no pueda hacer nada para defenderse —argumentó Elliot—. Vivió en la peor época de esta manada y sobrevivió.
—Eso no significa que lo vaya a dejar solo por el simple hecho de que él no me agrade —resopló volviendo a cerrar la maleta.
Se percató inmediatamente que había hablado demasiado cuando contempló a Nathan y Elliot compartir una mirada antes de que volvieran a concentrarse en él.
—¿Quién es él? —preguntó Nathan.
—Sabía que era por alguien de esa manada que estabas tan raro —sonrió el omega—. Suéltalo, ¿quién es este y qué hizo para que lo odiaras tanto?
“Simplemente ser mi aparentemente pareja destinada” pensó con ironía y sacudió suavemente su cabeza.
Sería mejor si no pensaba en Noah Lancaster de aquella forma, solo tenía que tratarlo como el imbécil que era y listo.
—Es solo un imbécil del cual no hablaré más —advirtió bajando su maleta de la cama, saliendo de la habitación con pasos fuertes y decididos.
No importaba lo que el destino tuviera preparado para él, no caería tan fácil como todos los demás.